-45- Reforma en el corazón

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Camino con paso firme, con mi cabeza alta y dispuesta a terminar la sociedad con Orlando. Por un lado me siento mal por no haber cumplido con la promesa que le hice a Lisandro, pero si él decidió darme otra propiedad sería por algo.
Busco a Orlando en los jardines, donde sentado con sus piernas cruzadas y sujetando un vaso con agua me observa sin abrir su boca ni para saludarme.
Su arrogancia sigue cumpliendo con la ley, pero yo no estoy dispuesta a seguir con este asunto y menos permitirle su comportamiento, eso se lo dejo para su novia.

— Hola Orlando, quiero hablar contigo. — Me planto delante de él cruzando mis brazos para advertirle lo cansada que estoy de sus formas de dirigirse a mí.
Si el es un resentido orgulloso, ese es su problema no el mío.

— Yo también quería hablar contigo, por favor siéntate. — Josú, que formal y amable se ha convertido. No sé porqué, pero me hace de desconfiar.

— Empieza tú — Propongo mientras me siento enfrente suya.

— Mi abogado se ha reunido conmigo comunicándome una noticia, que ha decir verdad me ha sorprendido bastante. — Me pongo en defensa, frunzo mi ceño y dejo que hable. — No esperaba en ningún momento que eligieras una propiedad que no sirve para nada antes de seguir en la empresa.

— ¿Y... dónde es que te has quedado atónito? ¿Será porque no quiero tener ningún vínculo con un egoísta, mal agradecido como tú?

— No sé que te traes entre manos Masiel, pero todos sabemos que esa propiedad que fue de mis abuelos no tiene demasiado valor, está en ruinas, mira este restaurante, tengo varios negocios más donde invierto en algo que me dé ingresos.
Yo sé que eres inteligente, y te quedarás aquí, piensa que el treinta por cierto será tuyo dentro de un tiempo, eso no te lo va quitar nadie, además del todo el dinero que estás ganando ahora.
Sí quieres negociar, hablemos.

Ruedo mis ojos pensando si este hombre se dio un golpe en la cabeza con un poyete. Porque vamos me habla como si fuera la mujer que está detrás del mostrador de un banco.

— Orlando, escúchame con atención.
Yo soy pobre, humilde y buena persona. Tengo mis defectos, entiendo que te causé dolor y me he disculpado contigo, entiendo que no estuvo bien lo que hice, pero también te tengo muchas cosas que agradecer las cuales no las voy a olvidar.
Yo no siento rencor hacia ti,de hecho me alegro que tengas novia, pero si me permites te daré un consejo: Busca tu felicidad y a Raquel, ella es la mujer que amas, yo misma pude comprobar el amor que sientes por ella.
Pero ahora, si quiero dejar todo esto y quedarme con la propiedad que está en ruinas, es porque me identifico con esa propiedad. Mi vida en estos momentos está igual, desgastada y con escombros de no haber podido encontrar lo que busco. Sin embargo, no me impide de volver a renovar para construir mi corazón y mi vida junto a mi hijo.
Quiero empezar desde cero por mí misma, necesito emprender mi negocio trabajar para mantenerme despierta en aquellos sueños con los que siempre me han mantenido viva.
Lo que hago es por mí Orlando, todo esto te pertenece a tí, no a mí.

— Masiel yo no amo a Raquel, he roto con mi novia, quiero que sepas que sigo aún pensando en tí. Quiero que te quedes a mi lado.

— Demasiado tarde Orlando, ambos nos hemos equivocado, yo por creer que te estaba ayudando y tú por ver en mi una mejor versión de Raquel.

— Me dices todo esto porque aún amas a Thiago. — Su voz, su expresión es de hombre confundido.

— Te equivocas de nuevo Orlando. No amo a Thiago, él solo es el padre de mi hijo. Quizás yo pensé egoísta y por querer ofrecerle todo a mi hijo no me importó caer de rodillas de manera de súplica para construir una familia.
Después, recapacité y me di cuenta que una familia no se construye se hace sola.
Thiago sigue viviendo en Londres, y yo aquí en Suiza. El solo llama por su hijo, hace lo que sea necesario por su hijo, pero yo no entro en sus planes.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora