-20- París

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Preparo mi maleta junto a Celeste y Loles que han venido ayudarme. Por un lado, estoy muy ilusionada en viajar a París, de hecho nunca he salido de Suiza por lo que me gusta la idea de viajar a la ciudad del amor más sola que la una.
¡Qué desgracia soy!

Me lamento, no lo puedo evitar y sollozo ante la mirada de mis amigas  preocupadas me abrazan pidiéndome ser fuerte, el mundo no se acaba por no tener pareja y por supuesto me animan para seguir adelante con mi trabajo y ser una verdadera ejecutiva.
Sonrío contenta, pero hay algo dentro mí que me dice que mi mala suerte me va perseguir y más teniendo a Raquel tan cerca mío. Ella es muy envidiosa por naturaleza, además de ambiciosa.... De verdad, todo lo malo lo recoge ella.
Agradezco a mis amigas su apoyo y cargando la maleta me despido de ellas para que me lleve Chechu al aeropuerto donde al llegar me despido de él prometiéndole que haré todo lo posible por no dejarme avasallar por Raquel y me esforzaré mucho en mi trabajo.
Al despedirme de mi amigo busco a Thiago en el lugar donde acordemos. Una cafetería, donde al llegar lo veo sentado tomando un café con mi hermana.
Agarro todo el oxígeno que me hace falta para seguir viviendo antes de llegar hasta la mesa y ver la mueca de desprecio que hace mi hermana.

— Buenos días Raquel, señor Ankara. — Tomo asiento junto a Raquel, aquí el caso es empezar a molestarla ya.

— Buenos días Masiel, ¿desea tomar un café?

— Gracias pero prefiero llevar el estómago vacío, me mareo y a decir verdad le tengo un poco de respeto a los cacharros estos.

— Debería comer algo. — Niego con mi cabeza dando a entender que estoy bien.

Continuamos en silencio un rato más hasta que llega la hora de subir al avión.
Como ya imaginaba, Raquel hace lo que sea para no despegarse de Thiago llamando constantemente su atención, caminando por delante dejándome a mí por detrás.
A veces, no entiendo el comportamiento de Raquel, la conozco y sé perfectamente que todo lo hace para creerse superior a mí.
Humildad le falta y egoísmo tiene a montones.

Subimos al avión, por supuesto mi billete es de turista. Tomo asiento en mi lugar más tensa que una tabla. Sí, tengo pánico a volar, trago saliva cerrando mis ojos esperando que el cacharro este empiece a volar.
A mi lado hay un muchacho con su auriculares mirando su teléfono.
Pienso que sí escucho música me va relajar.
Me pongo mis auriculares, prendo mi teléfono y la música hace que me alivie un poco aunque no tanto cuando comenzamos a despegar.
Me abrocho el cinturón todo lo que puedo, cierro mis ojos fuerte, quiero permanecer quieta pero tengo miedo, clavo mis dedos en el brazo del sillón siento como mi corazón se me va salir del pecho, hasta que una mano me agarra y quitándome los auriculares me dice con voz suave que todo está bien y pronto volaremos entre las nubes.
La voz de mi compañero de viaje me calma, respiro más tranquila y le digo que intentaré no saltar por la ventana.
Nos reímos, mi compañero de viaje me cuenta que va a visitar a su familia y reunirse con su novio.
Por cierto se llama Antoine.
Nos presentamos y la verdad que aquí el francés habla hasta por los codos, por lo que yo no me quedo atrás y entre tanta conversación e intercambiar nuestras redes sociales, llegamos a París.
Vaya pues si se me ha hecho el viaje corto.

Salgo con Antoine para recoger nuestras maletas y reunirme con la pareja del año.
Al ver a Thiago con la mala cara que me mira no hay que ser pitonisa para saber qué me va caer la pulpo.
Me despido de mi compañero de viaje quedando en vernos para visitar algún museo, o la torre Eiffel.
¡Qué majo es!

Durante todo el trayecto hasta llegar al hotel no se habló apenas nada, de hecho, tampoco quería decir nada por mi hermana, la cual intenta acercarse más a Thiago mostrando sus encantos.
Al llegar al hotel y después de habernos registrado, vamos hacia nuestras habitaciones.
Por supuesto, Raquel y Thiago han elegido una suite mientras yo me apaño con una habitación normal y más barata.
Aquí el caso es ser aplicada como dice Petra Belmon.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora