-35- Un momento íntimo

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La cabeza me duele horrores debido a los estudios. Me había quedado en el apartamento de Ivy ha estudiar para el examen.
Antes de entrar en la universidad, recibido una llamada de Orlando.
Dudo en responder. Al final pongo el teléfono en silencio y paso dentro de la universidad junto con mi amiga para el aula emocionada para hacer el examen.

A decir verdad el examen no se me ha dado mal. Lo comentamos entre compañeros las respuestas y al final de la mañana decido mirar el teléfono. Dieciocho  llamadas perdidas de Orlando. Vaya, será algo urgente para que me esté llamando.
Voy a devolver la llamada por sí ha sucedido algo.

— Hola Orlando, ¿Cómo va la cosa? — Pregunto en tono burlón.

— Nada bien, menos mal que te dignas a responder. — Me da la sensación por el tono de su voz de estar muy enfadado conmigo.

— Bueno, dime qué te se ofrece para que me llames tanto.

— Sabes que hoy hace mi padre seis meses desde que falleció y he decido abrir su testamento. Y... ¿Sabes qué?

— Que te ha dejado deshererado. — Me hace gracia y me echo a reír.

— No, pero casi. Aún así, no termino de entender qué demonios haces tú en el testamento de mi padre. Me ha dicho el notario de que sí no estás presente no se puede leer el testamento.

— ¡No me jodas!...¿En serio? ¡Que va!, te estás quedando conmigo.

— No me vaciles Masiel, y dime qué demonios has tenido que ver con mi padre para que te ponga en el testamento.

— ¿Yo? ¡Nada! Además no sé ni porqué se me menciona. Y ahora déjame en paz tengo cosas más importantes que hacer. — Enfadada cuelgo y no respondo a las siete veces que sigue insistiendo en hablar conmigo.

Mientras camino por los jardines de la universidad caigo en la cuenta lo que hablé con Lisandro cuando me confesó su enfermedad y lo que estaba dispuesto hacer.
Por supuesto, yo imaginaba que al negarme a ser su albacea él hubiera desistido de seguir con esa idea, por lo que veo no lo ha hecho y ahora me menciona a mí.
Exactamente no tengo ni idea que va suceder, pero lo que sí tengo claro es que me niego en rotundo ha ser la espantapájaros de Orlando.

Nada más despertarme, mejor dicho, me despierta el sonido del timbre me levanto para abrir y mira por donde viene a darme los buenos días mi peor pesadilla.

— Orlando, ¿no duermes? — Digo bostezando.

— Buenos días, prepárate, debemos de asistir ante el notario para la lectura del testamento de mi padre. No tardes.

— Vale, pero primero tengo que desayunar, ducharme y alisarme el pelo, maquillarme, ver la ropa que me pongo... Por lo que puedes pasarte en tres horas mínimo.

— Tienes como mucho media hora Masiel y no me tientes porque estoy muy enfadado y puedo asegurarte de que te puede ir mal todo.

— ¿Peor de lo que me va? No creo.
Pero primero voy a desayunar.

Comienzo a preparar el desayuno ante la atenta mirada de gato rabioso de Orlando para después irme al baño, darme una ducha y arreglarme lo mejor que sé.
Al salir al salón veo a Orlando sentado con su pierna cruzada leyendo algo en su teléfono, le aviso de irnos y al voltearse su mirada oscura ha cambiado a capuchino.

— Estás muy hermosa Masiel. — Me saca los colores y mi mal humor.

— Gracias, vamos que llegamos tarde y tengo cosas que hacer. — Agarro mi bolso y juntos vamos hacia su auto donde hacemos el trayecto en silencio hasta llegar a la oficina del notario donde se va a proceder a leer el testamento.
Entre los presentes hay algunos familiares y nosotros.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora