-38- Necesito poder creer

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— Ivy,  mañana tengo otro examen y espero obtener la media para aprobar el trimestre y así obtener mi título. — Hablo con amiga contándole como me va los estudios porque si debo de explicar cómo me va mi vida privada, es todo una rutina.
El trabajo, los estudios, las constantes visitas al médico y descansar en casa viendo a Neil felizmente con Marina.
Me alegro por él, se lo merece.
Yo no le deseo nada malo, aunque lleve más cuernos que una mimbrera, eso a mí no me interesa. Yo le he avisado pero sigue tan tonto que no se percata de nada.
¡Allá él!
De Orlando, si mantengo buena relación, hasta ahora se está portando muy bien conmigo.
Ayer tuvo que volar de nuevo a Londres y según me ha contado volverá al día siguiente de la boda.
De verdad, que buen amigo es para soportar todo y callar lo que sabe.

Mientras tanto yo me voy a preparar un baño para irme a dormir.
Salgo del baño y siento algo de dolor abajo, no es molesto pero no tardo en asustarme.
¿Qué hago? ¿Será algo malo?
Espero unos minutos a ver si se me pasa.
El dolorcito sigue ahí y mi pánico aumenta, por lo que llamo a Neil para decirle lo que me ocurre.
Al parecer está de cena con su novia y unos amigos.
Intento explicarle que me sucede pero no se escucha bien, será la cobertura.
Cuelgo notando como el pinchazo llega a más.
Llamo a Petra, no responde. Mierda hoy es viernes y los fin de semana visita a su hija y nieto.
¿A quién llamo? La Ignacia y la Consuelo están dormidas y una está más sorda que la otra.

El pánico  va apoderándose cada vez más de mí, por lo que me cambio de ropa y salgo a la calle en busca de un taxi.
Llego a la parada y un señor me dice que no hay servicio de taxi. Perfecto. ¿Qué hago? Una ambulancia no va venir a recogerme si no es una emergencia de vida o muerte.
Camino sintiendo más dolor, y más nerviosa me pongo llegándome a parar cada dos por tres rezando para que no haya pasado el bus.

— Disculpe señora, ¿Le ayudo en algo? La veo que está quejándose.

— Gracias, pero no me encuentro bien , estoy embarazada y quiero ir al hospital pero el transporte está mal. — Hablo sin apenas mirar al desconocido que trata de ayudarme.

Espere un minuto, voy a llamar a un amigo para que me preste el auto. El  desconocido hace la llama explicando a su amigo lo que se sucede.

—No se preocupe, mi amigo no tarda en llegar. De hecho estaba cerca. ¿Se encuentra bien, va a dar a luz?

— No, aún no. Pero siento dolor y tengo miedo. — Respondo haciendo una mueca de dolor tocando mi vientre.

— Tome mi chaqueta, y algo de agua. Mire ya viene mi amigo.

— De verdad gracias por su ayuda, pero soy madre soltera y en estos momentos no tengo a nadie que me ayude. Muchas gracias.

— No sé preocupe, la llevaremos a un buen hospital allí trabaja mi hermana, de hecho es ginecóloga seguro que la va atender bien.

El desconocido, junto a su amigo me llevan hasta el hospital, donde el muchacho habla en recepción pidiendo ver a su hermana.
La recepcionista hace una llamada, sale una enfermera con una silla de ruedas e inmediatamente me lleva a la sala de pruebas donde me espera la doctora ginecóloga.
Se presenta, me hace unas preguntas mientras coge el aparato  y me unta el liquido frío y pegajoso me hace una ecografía.
Estoy muy asustada, la doctora no dice nada y yo temo lo peor.
Voy a perder a mi bebé. Lloro ante la idea cerrando mis ojos fuerte apretando fuerte la sábana llegando arrugarla.

— No se preocupe Masiel, su hijo está bien, solo tiene un poco infección. De ahí que le venga el dolor.
Debido a su embarazo, debo dejarla ingresada en observación. Pero quédese tranquila que todo va ir bien y a su bebé no le pasará nada.

— Gracias doctora. Muchas gracias.

La doctora me sigue hablando a la vez que me manda hacer más pruebas diciéndome de vernos más tarde para seguir revisando me y darme los resultados de las pruebas.
Una enfermera empuja la silla de ruedas para llevarme a una habitación donde me ponen unos aparatos y me sacan sangre.
La enfermera se marcha y yo me quedo más tranquila pero el miedo no termina de desaparecer por completo de mí cuerpo.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora