-44- Se acabó

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— Venga Masiel todo va salir bien y verás como ese sinvergüenza no se va quedar con Leandro. — Petra que a pesar de estar enojada conmigo, ha decidido apoyarme en estos momentos tan difíciles para mí.
Siento una mezcla de nerviosismo con tristeza de pensar que Leandro se va separar de mí.
No termino de hacerme a la idea de que un niño tan pequeño deba de estar rodando como una pelota sin tener culpa de nada.
Mi pecho arde, mi cara está mojada y el temor de tener que compartir la custodia con Thiago de mandar a mi hijo a Londres azota cada vez más mi interior.
Sonaré malvada, egoísta...
Ante todo soy madre, y lo que más deseo es el bienestar de mi hijo.
Habré sido una estúpida por creer en mis sueños invisibles, he intentado hacer la unión de una familia sin éxito, comprendiendo que yo sola no puedo tirar de una cuerda para que se tense debido a que necesito a Thiago en el otro extremo. En un lugar que le corresponde y no ha estado.
Trato de recomponerme secando mis lágrimas con brusquedad viendo parado a unos cuantos metros de mí al padre de mi hijo, el cual luce espléndido con su rostro brillante mostrándose muy seguro de sus acciones.

«Miserable» Repito tres veces apretando mis dientes mientras vamos caminando hacia la sala.
Una vez dentro, el juez nos hace varias preguntas barajando la posibilidad de una reconciliación, me niego en rotundo de tener que ver con Thiago, mientras él se muestra meloso y comprensivo ante el juez.
Al cabo de un rato, el juez hace al fin su vedericto.
La custodia de Leandro es para mí. Thiago tiene derecho a pasarle la manutención, y hacer visitas y permanecer junto a su hijo sin salir del país hasta que Leandro sea mayor de edad.
Mi corazón salta de alegría al escuchar como Thiago no puede quitarme a mi hijo.
Abrazo a mi abogado llorando emocionada para firmar unos papeles y salir en busca de Petra donde le doy la buena noticia.
Petra me abraza emocionada sintiéndose feliz por mí logro.
Antes de volver a cruzarme con Thiago decimos salir las primeras del juzgado para ir a celebrar al restaurante, donde al llegar estoy tan feliz de que todo haya salido tan bien como para gritarlo a los cuatros vientos y hacer una comida con todos los empleados.
Uno a uno me felicitan por haber conseguido mi propósito, brindamos mientras desgustamos la comida sintiéndome tan feliz porque al fin la suerte se haya puesto de mi lado.
Sí pensaba que el arco iris iba a estar fijo, lo llevaba claro.
En mitad de la comida hace su aparición Orlando junto a una mujer rubia, delgada, con pasos de modelo agarrados de la mano.
Me quedo a cuadros viendo la escena y como Orlando la presenta como su novia.
Abro mis ojos al máximo atónita por lo que escucho y veo.
Cuando llega mi turno, Orlando clava sus ojos en mí, con una sonrisa malvada me presenta a Lizeth, una modelo famosa, empresaria, activista, ecologista y encima guapa.

— Encantada, soy Masiel, amiga de Orlando. —Extiendo mi mano cuando Orlando habla.

— Amor, ella solo es mi socia, yo no acostumbro a mezclar los negocios con el placer. Masiel no es ni de lejos mi amiga, ella es mi socia, tenemos un trato cordial, si algo de amistad es por los negocios porque así lo dejó estipulado el testamento de mi padre. — Sus palabras son dardos atravesando mi pecho provocando una herida de tal magnitud que debo guardar silencio.

La pareja toma asiento en la mesa con nosotros comiendo y bebiendo incluso celebrando el momento como si fuera con ellos la cosa provocando en mi una rabia de querer levantarme y darle una cachetada a Orlando.
En fin, como de lo buena que soy me quedo sentada en la silla siento en mi brazo un leve dolor porque la Petra me está apretando con su mano mirándome desafiante.

— No te muevas o no llegas a los cuarenta tu decides. — Viendo la mirada negra de Petra puesta sobre mí, decido tranquilizarla y disimular hasta que al fin acaba todo.

Antes de marcharme me dirijo a mi oficina para coger algo, al entrar me encuentro a Orlando leyendo las facturas y revisando el libro de contabilidad.
Me quedo parada unos segundos observándole atónita su comportamiento.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora