No es robar si te lo llevas rápido

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Un niño había nacido en un imperio cuya historia estaba escrita con sangre y este, sería la causa de su desolación.

Guerras y ataques de criaturas come hombres abundaban a la orden del día dónde la población, se vio diezmada por las decisiones absurdas de quienes ostentaban el poder y que se negaban a protegerlos como correspondía.

La peste y el hambre fueron acompañadas de la mano de la muerte sin dar tregua, cuando, en el hastío, una joven caminó por el desierto del olvido siguiendo el Camino Amarillo para rogar por ayuda y clemencia a los seres que allí habitaban alimentándose de la desesperación, los Anansi.

La peste y el hambre fueron acompañadas de la mano de la muerte sin dar tregua, cuando, en el hastío, una joven caminó por el desierto del olvido siguiendo el Camino Amarillo para rogar por ayuda y clemencia a los seres que allí habitaban alimentá...

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El ser ancestral que la recibió, aceptó su pedido. Le otorgaría un poco de su poder para detener la carnicería despiadada que se libraba y el honor de llevar a su hijo en su vientre, sin ser capaz de volver a pisar el desierto nunca más. Dicho poder se esparciría entre su linaje pero no sería gratis.

Siempre y cuando ninguno fuera corrompido por la peor traición y dolor por parte de un su misma sangre, todo seguiría tal cual. La joven creyó que eso sería imposible pues el corazón de los hombres es voluble y alevoso.

El Anansi se mofó y aclaró que impondría una condición especial para que nunca se diera tal cosa y con ello sellaron el trato, aunque...este juego tenía trampa para cobrarle.

Un niño con deseo de amor, sería quien cargara con todo el poder que alguna vez ella recibió para regresarlo a su dueño. Ese niño en particular, sería el último de su casta y quien daría por finalizado el trato ancestral, sin embargo, sería repudiado y traicionado hasta el hartazgo por quienes alguna vez lo amaron, lo que marcaría un profundo dolor en su corazón.

La joven regresó y en medio del campo de batalla, el milagro se dió. Usando magia, creó barreras para separar a la gente de las bestias y curó las heridas con su canto haciendo que sus ojos amarillos emanaran un brillo similar al oro en polvo. El pueblo la aclamó como una Santa, sin embargo, hubo quienes deseaban ponerla de su lado para seguir manteniendo las barreras intactas, luego de escuchar sus razones sobre no corromper su corazón con banalidades.

El emperador, le concedió el principado de Malthus y la convencieron de casar a sus hijos para perpetuar su divino linaje.

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La Canción del Ave Enjaulada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora