capítulo 2, heraldo egocéntrico

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- ¡No puedes poner una prueba de ese tipo! - grito una de sus subordinadas, que se encargaban de alinear y preparar cada una de las pruebas de aperturas - Estás pruebas son muy difíciles, solo ustedes los heraldos serán capaces de hacerlo - aseguró mientras comenzaba a temblar, abrazando las hojas en las cuales se escondió al notar la mirada pesada y matadora del sexto heraldo.

- Entonces no son dignos de pertenece a mis tropas - fue lo único que dijo antes de retirarse, esas pruebas que se les pedía diseñar era para que escogieran a los más aptos reclutas para poderles servirles y seguirles el paso en sus misiones, con la perdida de Signora dieron por sentado que lo mejor era que cada heraldo tuviera un equipo lo más adaptable y útil para cada uno.

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El día de la prueba solo se sentó en su silla, ignorando a todos y de mal humor, no le sorprendió ver el falló de la mayoría en su prueba, para ese punto había decidido que solo escogería a los que mejor les fue en el ámbito de inteligencia, además de algunos soldados que brinden fuerza bruta, estaba seguro que nadie podría obtener un resultado que le gustará, además de que no había notado una fidelidad solo para él, todos daban reverencias y miradas suplicantes a cada heraldo que posaban sus ojos en los participantes.

Iba a levantarse de su puesto hasta notar a un participante especial, según recordaba era uno de los pocos que no había dado ni una sola reverencia ese día, era una muestra de respeto en la sociedad Fatui, que indicaba que estabas dispuesto a servirle a la persona a la que te reverenciabas, y ningún otro heraldo había logrado obtenerla, sus puntajes eran perfectos, en las pruebas anteriores siempre se destacaron en puntajes envidiables y puntos altos.

Se sentó de nuevo intrigado de cómo le iría en su prueba, de si sería capaz de superarla aunque sea en un puntaje "decente", se acomodó en su silla mirando fijamente cada movimiento, a medida de que avanzaba la prueba sus labios iban formando una pequeña O, encantado por la forma en que se movía, tan ágilmente, se notaba que analizó el terreno y cada movimiento fue planeado, bien pensado antes de ejecutarlo.

Su mirada no se despegó de aquel curioso nuevo recluta, estaba lo suficientemente maravillado como para estar seguro que lo quería en sus tropas, pero no pudo evitar lamer sus labios fascinado cuando la reverencia del pelirrojo llegó solo para él y su deleite, ningún otro heraldo la obtuvo más que él, eso alimento su ego a no más poder.

Con eso fue suficiente para él, ya tenía los soldados apropiados para él, no quería más, por lo que para asegurarse de que nadie pudiera robarle a su moneda de oro, camino hacia la encargada de apartar los soldados.

- Estos son mi elección, estoy dispuesto a negociar a todos menos al último que anoté - se alejó de ahí una vez le dio la lista, caminando hacia la zona donde residían los soldados a prueba.

Se mantuvo escondido en las sombras, observando al número 0006, era más alto que los otros recaudadores, solo por unos centímetros pero su presencia y postura era mucho más elegante que la del resto.

- ¿En qué puedo servirle...mi lord? - la voz profunda del recluta lo hizo vibrar, no podía creer que lo hubiera descubierto, incluso los otros soldados saltaron asustado, nadie más que él pudo notarlo.

Y Diluc sonrió dentro de las máscara, el viajero le enseñó a reconocer hasta la sombra borrosa del heraldo, su voz, su rasgos, su cuerpo, incluso su presencia y olor estaban impregnados, incluso hasta tatuados en su cerebro, por lo que podía reconocerlo con una facilidad envidiable.

- Yo... vengo a notificarte que desde hoy has de comenzar a servirme - dijo recuperando la postura, tosiendo un poco para disimular su sorpresa, misma que aumento cuando el más alto tomo suavemente su mano, dejando un beso en la misma, tan delicado y Cortez.

- Cómo lo desee mi señor - resonó de nuevo la voz profunda del pelirrojo, quién se enderezó para así acomodar su ropa, que estaba perfectamente planchada solo para ser lo suficientemente agradable a la vista del heraldo, todo en él sería tan perfecto como el baladista lo quisiera, como lo quisiera y cuando lo quisiera.

Se quedó callado, esperando instrucciones, sabía que el heraldo gustaba de mangonear a diestra y siniestra, todo lo que mandaba debía ser cumplido en ese mismo segundo, sin fallos o reproches.

- Vamos, tengo papeleo que hacer - exigió el de baja estatura, dándose media vuelta para así caminar hacia su oficina.

Diluc le siguió sin reproche, cabeza baja y brazos en su espalda, con una actitud mucho más sumisa de la que tenía normalmente, dejando que solo la presencia del baladista llamará la atención, y fuera la única dominante en la sala.

El heraldo al notar la acción solo pudo sonreír satisfecho de la elección, llevaba tanto tiempo sin recibir un soldado tan bueno, tan obediente y útil, que su humor había mejorado mucho.

- Si sigues así me harás enormemente feliz - se detuvo en seco, llevando su mano en una caricia delicada, para luego dar suaves palmaditas.

- Haré todo lo que esté a mi alcance para hacerlo feliz mi lord, solo déjeme servirle - susurró haciendo una reverencia de nuevo, dejando que su rostro se apoyará en la mano de Scaramouche antes de besarla, sorprendiendo de nuevo al heraldo, quién se mantuvo quieto, sin entender bien el motivo por el que el hombre al frente suyo era tan servicial, pero le encantaba.

permítame servile - Diluc / ScaramoucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora