capítulo 19, besos nocturnos

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Scaramouche tenía problemas internos con el hecho de mostrarse tan dulce frente a alguien, el ser vulnerable era un concepto que no deseaba ser, pero la idea de poder ser libre, sin tener que apartar aquel lado dulce y humano que lo condenó, lo tento.

Como si fuera el fruto prohibido que Adan no dudó en morder, y al igual que él, estaba cada vez más dispuesto a ser arrastrado por la intoxicante sensación de por fin ser solo él.

Nada de ser la marioneta de Ei, o el heraldo de Zarina, solo él, nada más que él.

La duda en sus actos hormigueo sus manos, algo de su sentido común seguía llamando, debía de tener cuidado y no morder más de lo que podía mascar, se sentía agotado aún después de haber descansado, su cuerpo resintió el no haber seguido su descanso de largo, si hubiera sido otro habría castigado el acto con un rayo, interrumpir el poco descanso que tenía con su constante paranoia era un sacrilegio para él, pero aquel pelirrojo no era cualquier otro, era su subordinado favorito, y escuchar los gritos desesperados que provenían de su cuarto aterrorizó a su corazón como nunca pensó que podría hacerlo un humano antes.

Pero paso, y ahora estaba ahí, meciendo suavemente al contrario, llenando su frente de suaves besos dulces.

De nuevo el silencio reinaba la no conversación, era algo normal para ellos, la falta de palabras era la manera en que cuidaban de sí mismos frente a él otro, no había necesidad de hablar, simplemente disfrutaban de la caricia pasajera del contrario.

Tener al más alto en su regazo causaba un río de emociones que no sabía identificar, tener así de cerca la calidez del contrario brindaba una sensación de abrigo, una que lo hacía sentir como un adicto.

Por el contrario, para Diluc estar cerca de Scaramouche era como estar a todas horas cerca de un nivelador de calor, el más bajo absorbía la temperatura extra que le sumaba su visión pyro, por lo que solía sentirse con una sensación de frescura constante.

Eran un dúo que contrastaba de forma curiosa, se complementaban a su manera, había muchas cosas que de sus personalidades podrían llegar a chocar, pero ahora, bajo la calma en la que estaban podían olvidarse de aquellos pequeños detalles, solo eran ellos dos.

Pero eso no significará que no tuvieran un gran tormento en su interior.

Las dudas aún seguían en ellos, había tanto por perder en esta pieza de baile que llevaban acabo, con cada vuelta ciega que la vida les daba de acuerdo a sus planes egoístas, más aumentaba el riesgo a que algo definitivamente acabará mal.

Pero el silencio acallaba las preguntas, permitiendo a las emociones invadir sus cuerpos, no importaba cuanto quisieran negarlo, la pequeña atracción que había nacido del coqueteo descarado de Scaramouche, combinado con el servicio sumiso y encantador de Diluc, ahora los tenía en aquella pequeña habitación, buscando una excusa para extender cada vez más el momento de intimidad entre ellos.

- Debería ir a descansar mi Lord - exhaló con dolor aquella frase, no quería alejarlo ahora, el nerviosismo seguía picando su piel por sus acciones doble cara, sentía que entre más tiempo pasará lejos de Scaramouche, más escaso se volvía las oportunidades de salvarlo.

Un suspiro de los labios sedosos llegó a él, cerrando suavemente sus ojos mientras sentía las caricias delicadas en su cuero cabelludo.

- En este momento preferiría hacer otra cosa - por su posición podía ver directamente de frente a su contrario, apreciando su rostro, o lo poco que podía ver de él.

Sus ojos chocaron mutuamente, creando un conexión directa que removió los cimientos tormentosos en ambos.

...¿Qué tan malo era permitirse amar ciegamente?...

La mirada eléctrica del heraldo era hipnótica, no recordaba la última vez que había mirado tanto tiempo seguido los ojos de alguien.

De hecho no recordaba que aquellos ojos índigos fueran tan hermosos, sentía que no podía dejar de mirarlos.

Se sentía envenenado.

Y le gustaba tanto estarlo.

Sus ojos se desviaron un momento a los suaves y delicados labios que el bello rostro de piel de porcelana tenía, solo era una aventura, una simple misión.

Una vez obtuviera la información necesaria, podría enviar a un lugar seguro a Scaramouche, donde pudiera empezar de nuevo.

Dónde pudiera dejar de envenenarse con la maldad del mundo.

Dónde sus mentiras no fueran un riesgo para él.

Tomar el riesgo, tomar la decisión, este era el momento donde no había vuelta atrás.

Después de esto nada sería igual.

Y entonces lo hizo, el miedo corrió por sus venas, su voz de la razón trato de detenerlo, pero el anheló fue mayor a todo eso.

Sus manos fueron a la nuca de su superior, lo jalo con delicadeza para así unir sus labios con firmeza.

Una explosión de emociones llegó a ellos.

Scaramouche se inclinó hacia él, dejándose llevar ante esos labios desconocidos, jadeó perplejo, cerrando los ojos para disfrutar la sensación de pasión estallar en él, sintió que algo calentaba en su pecho y que un extraño hormigueo recorría todo su cuerpo.

La manos callosas del pelirrojo acunó sus mejillas, dejando suaves caricias que lo hicieron sentir amado.

Era dulce, sus labios se rozaban con delicadeza, sintió una suave lamida que pidió permiso, con un gemido tímido abrió su boca, sintiendo como la lengua del contrario entre en su cavidad bucal.

Estaba tan mareado, intoxicado de amor, tan sediento del mismo.

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Jajaja adivinen a que hueva se le fue el capítulo y lo público sin darse cuenta 🤭, hay como tres personas de mis lectores silenciosos que alcanzaron a leerlo, ustedes saben quiénes son, y yo solo puedo agradecer que se me fuera el borrador limpio que no tenía todas las ideas desordenadas, mi escritura sin corrección previa no es tan bonita.

Y todo Por ponerme a pelear con una carechimba, perfectamente no me hubiera dado cuenta de que el capítulo se publicó, de no ser por una notificación de comentario, en fin, anyways, por fin pude escribir un capítulo, así que disfrútenlo, estoy en medio de un bloqueo del escritor, así que tengan paciencia.

Por cierto, headcannon del día: Diluc ama azotar los muslos y trasero redondo de Scaramouche, siquesí.

permítame servile - Diluc / ScaramoucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora