capítulo 3, infiltrado servicial

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Diluc estaba nervioso, pero sabía cómo ocultar bien su pánico ante el hecho de sentir la profunda mirada de odio del heraldo a juego con su ceño fruncido, sabía que no era para él, o eso quería creer, Scaramouche no se digna a mostrar un rostro dulce y amable a menos de que una misión lo requiera, por lo que su primer día de trabajo como sirviente para aquella curiosa marioneta tuvo que lidear con el mal genio en todo su esplendor, su temperamento era algo de respetar y temer, en la primera media hora que tenía con él por lo menos había gritado a diez soldados, realmente era perfeccionista con su trabajo, odiaba los errores, algunos otros que habían sido osados y respondieron de mala gana a sus críticas fueron atravesados agresivamente por un rayo lo suficientemente fuerte como para hacer a la persona quejar por toda una hora por el dolor intenso en su cuerpo, eso fue suficiente advertencia para él respecto a que los errores por ningún motivo estaban permitidos.

Por ahora su trabajo no había sido más que mantenerse al lado del baladista, podía jurar que se veía como un perro guardián faldero que solo se movía o hablaba si su dueño lo ordenaba, incluso el heraldo llegó a bromear con colocarle una bonita correa de cuero para sacarlo a pasear, a lo cual simplemente respondió con un "mientras le haga feliz, puede hacerlo mi heraldo", odiaba profundamente mantener una actitud tan pasiva y sumisa con alguien tan asqueroso a sus ojos, que mataba y perjudicaba personas sin pena alguna, pero debía de hacerlo, una vez completada su misión de saber la ubicación de la gnosis, podría mandar directo al abismo aquella marioneta para que se hundiera en lo más profundo.

Se dio cuenta de que aún estaba en proceso de aprobación, impresionarlo en la prueba no fue suficiente para su martirio, cada pequeña orden por más banal que fuera era observada con tanta atención por unos ojos juzgadores que buscaban hasta el mínimo error para reprenderlo, incluso si se trataba de solo preparar algo de té para el heraldo, este lo tomaría con tanta preocupación y cuidado, saboreando tan atentamente para saber si algo fue mal hecho, como agua hervida de más o si había menos azúcar de la pedida, justo como lo hacía en ese momento, con el cual podía contar el décimo té que le había ordenado preparar, podía jurar que el baladista se la pasaba ansioso todo el tiempo y aquella bebida era lo único que lo calmaba.

- Parece que tienes una técnica perfecta - halago con mucho resentimiento el heraldo mientras terminaba su té, parecía casi molesto por no poder encontrar una falla en él.

Diluc suspiró mirando al heraldo fijamente detrás de la máscara, que impedía dejar ver al baladista hacia donde estaban direccionados sus ojos.

- Preparar té no es una gran cosa - respondió algo cortante, aunque seguía teniendo una postura servicial, arrodillado ante el baladista, quería probar cuanto podía tentar y cuánta de su dignidad debía de ceder para tener a aquel pequeño hombre contento.

No se sorprendió cuando una fuerte bofetada llegó a su mejilla, para luego ser calmada por una suave caricia, comenzaba a ser exasperante la bipolaridad y personalidad de juego cínico que tenía, pero debía de aguantar.

- Veo que tienes agallas, pero cuando un heraldo te halaga debes agradecer con pasión tal reconocimiento - gruñó antes de cruzarse de brazos, sonriendo divertido al ver como su nuevo subordinado tenía que intentar reacomodar su adolorida mandíbula disimuladamente luego del golpe.

- lo siento mi heraldo, gracias por su halago - tomo suavemente el pie del de cabello más corto para así besarlo con un falso agradecimiento, dejando un pequeño camino de besos dulces que podrían igualarse al de un amante que estaba dispuesto a iniciar un momento apasionado con su persona amada, incluso si su misión era solo ir a por la genosis, si podía usar cualquier método para acelerar el proceso y obtener más información lo usaría, aunque eso implicará volverse un amante a disposición para el heraldo, en todo caso no sería muy diferente a lo que hace ahora, más allá de tener la posibilidad de que Scaramouche lo vea como un igual al que le pueda confiar todos sus oscuros secretos.

- No hagas eso - gruñó de nuevo el heraldo, usando la punta de su pie para alejar delicadamente su cabeza, empujandolo suavemente por la nariz antes de retraer sus piernas, abrazando las mismas, un espasmo lo golpeó luego de un escalofrío, seguía siendo todo un misterio para él porque el hombre frente a él actuaba de esa forma.

Estaba acostumbrado a los lame botas que lo usaban para tener su protección, que era extremadamente anhelada en Fatui por lo fuerte e importante que era entre los heraldos, todos lo respetaban aunque lo tomaran como una molestia y hubieran enemistades por su mala manía de no saber cuándo cerrar la boca, por lo que ser su lacayo de confianza implicaba que eran casi una ficha intocable que solo el mismo Scaramouche y la arconte cryo podrían castigar, pero el hombre frente a él no parecía querer eso, no, iba detrás de algo más y lo sabía, se mostraba tan fiero frente algunos de sus comentarios, sabía mantener y defender sus ideales discretamente, no estaba abandonando todo su ser, dejándose humillar a placer solo para tenerlo feliz, eso le agradaba, que supiera mantenerse sin ser tan osado, era tan servicial que se sentía embalsamado ante tanta entrega, pero aún así poniéndole limites de la manera más educada posible.

No era solo un peón fácil de desechar, tenía inteligencia, fuerza y estrategia resaltables, incluso se arriesgaba a decir que mayor al promedio, no sabía que buscaba ese hombre con exactitud, debía de tener cuidado pues sabía que el viajero podría estar sospechando sobre que el tenía la gnosis de la Shogun, por lo que podía haber mandado algún infiltrado aprovechando el nuevo reclutamiento de Fatui, pero por ahora usaría y aprovecharía sus grandiosas habilidades a su favor.

- Estás tomando demasiadas confianzas, no eres mi amante como para andar besando mi cuerpo a placer - advirtió mientras desviaba su mirada, en lo que llevaba de vida había tenido varios amantes durante su viaje a lo largo de Inazuma y luego con Fatui, incluso había llegado a estar en la cama de alguno de sus compañeros heraldos años atrás, pero desde que se comenzó el plan para recuperar las diferentes genosis de los arcontes, decidió dejar de lado los placeres carnales para concentrarse en obtener la de Ei, su plan para robarla fue perfecto, nadie sospechaba de él y debía usar eso a su favor, pero viendo la calma repentina no le sonaba tan mal dedicarse a algunos placeres mientras lograba concretar todo, pero iría con cuidado, aunque su nuevo subordinado parecía tener un buen cuerpo, no debía ser tan descuidado y aceptarlo en su cama solo por una calentura repentina.

- Si me lo permite puede ver en mi uno mi Lord, estoy en disposición para usted de la manera que desee - y aunque aquellas palabras estaban perforando horriblemente contra el orgullo del dueño del viñedo amanecer por regalarse de esa forma tan baja, se sintió victorioso de ver el hambre lujuriosa recorrer los ojos del baladista.

Su tiempo comenzó a correr, desde ese día tenía menos de tres meses para obtener la información que el viajero necesitaba para deshacerse de Fatui y llegar a la arconte Cryo, debía ir con cuidado, hacer las cosas con paciencia, sobre todo porque podría ser reconocido por cualquier soldado que en su pasado hubiera tratado con él, debía siempre mantener la calma y no salirse de su papel, porque de ser atrapado probablemente no volvería a ver la luz del día de nuevo.

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En mi otra historia de estos dos no los hice tan orgullosos como siento que son, pero en esta los pienso hacer demasiado orgullosos, sobre todo Scaramouche, porque oh vamos, estoy segura de que le gusta hacerse del rogar.

permítame servile - Diluc / ScaramoucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora