La verdad es que esa noche fue bastante rara. Empezó como la otra: comiendo pizza, riéndonos, mirando de reojo a Lucas... Lo típico. Hasta que alguien tuvo una idea "genial".
- Oye Lucas, ¿tiene tu hermana todavía ese juego de mesa?- preguntó Alex.
- Creo que si, ¿por qué?- preguntó Lucas curioso.
- Porque Vera tiene cara de ser virgen- contestó Alex, como si fuera los más normal del mundo.
-Debería perder su virginidad con nosotros- dijo Rafa. Yo tenía ya los ojos como platos,¿que clase de gente era esta que metía las palabras "juego" y "virginidad" en la misma frase? Bueno, y ya casi me desmayo cuando Vera dijo:
- Sí, me acuerdo cuando perdimos la nuestra todos juntos. Fue una noche divertida.
-Para mí fue un poco fuerte- admitió Lisel cohibida.- Aunque me lo pasé bien.
- Entonces decidido, voy a por el tablero -dijo Lucas.
Yo estaba totalmente muda y petrificada. No sé cuánto tiempo pasó hasta que volvió Lucas y se sentó a mi lado con un tablero en el suelo.
-Empieza- dijo. Entonces reaccioné.
- Espera,¿qué?¿Pero tú de qué vas? No pienso hacer nada con vosotros. Ay madre,¡estáis locos! - dije poniéndome de pie en dirección a la puerta.
De repente todos se miraron entre ellos y empezaron a reírse a carcajadas, ¡Alex casi estaba llorando!
- ¡Lo sabía!-gritó entre risas.- Gracias por seguirme el rollo, chicos.
-Tu cara ha sido mortal- dijo Vera, también riendo.
-Entones,¿a qué os referís?- pregunté asustada.
-Eres virgen... bebiendo. Tienes cara de no haber cogido una botella en tu vida- explicó Lucas.
-Claro que sí que he bebido- dije indignada. Era una mentira como una catedral, pero no quería que pensaran que era una niña pequeña que nunca había degustado el alcohol, aunque así fuera.
-Pues entonces jugaremos todos- dijo Rafa.
-Empiezo yo, por favor- pidió Lisel.
Tiró los dados y movió su ficha tres casillas.
-Todos bebemos- anunció Lucas.
-Pero tenemos que buscar algo para beber,¿no?- dije.
-Vamos a solucionar eso.
Nos cogió de las manos a Rafa y a mí y salimos por la puerta.
-En silencio, si nos pilla mi hermana la liamos, las botellas son suyas. Están abajo en la cocina- susurró Lucas.
Bajamos de puntillas las escaleras y nos encontramos con la hermana de Lucas en la cocina.
-Hola, se os oye un montón arriba, espero que no te quejes cuando traiga yo a mis amigos, Lucas- nos dijo Lucy. -Voy a estar en el sofá viendo la tele.
-Claro, venimos a por bolsas con patatas, chuches, refrescos... esas cosas-dijo Lucas nervioso.- Oye,¿por qué no ves la tele de tu cuarto?- preguntó.
-Es que me apetece tumbarme en el sofá- contestó y se tumbó en el sofá, dándonos la espalda desde el salón.
-Mierda, nos va a oir, la tele no es suficiente, alguien tiene que distraerla- dijo Lucas mirándome.
-Voy yo- soltó Rafa.- A parte de los que cogáis traed una bolsa de hielo.
-¿Para qué?- pregunté intrigada.
- Solo confiad en mi- dijo dirigiéndose al sofá
Rápidamente Lucas y yo buscamos las botellas y las metimos en el fondo en una bolsa y encima pusimos galletas, chuches..., para que no se vieran.
Fuimos hacia las escaleras y de repente escuchamos gritar a Lucy:
-¡Como vuelvas a hacer eso con la mano, te dejo la cara del revés!
Y subió corriendo a su cuarto.
Cuando vimos a Rafa tenía la marca de la mano de Lucy en la mejilla.
-¿El hielo?- preguntó. Se lo pase.- Gracias.
- Me preocuparía por ella, pero por lo visto por quien tengo que preocuparme es por ti- dijo Lucas con una media sonrisa.
Subimos a su cuarto y empezamos a jugar.
¿Sabéis eso que dicen de que cuando haces algo por primera vez, las demás veces es más fácil? Mentira. O por lo menos para mí. La primera vez que ese líquido con sabor a colonia recorrió mi garganta me dejó un sabor fuerte y agrio. No puse una mueca de asco por intentar mostrar seguridad y no descubrirme. El resto de las vesces fueron iguales. Me empezaba a sentir mal, mis tripas sonaban, pero no dejé de jugar. Me parece que el destino me odió esa noche, porque mi ficha siempre caía en las casillas de beber yo sola.
Entonces llegó un momento en el que sentí que todo me subía por la garganta y, medio desorientada, fui corriendo al baño a vomitar.
Pasado un rato llamaron a la puerta.
-¿Puedo pasar?- preguntó Vera.
- Si, claro.
-Lisa, si nunca habías bebido solo tenías que contárnoslo- dijo agachándose a mi lado.
-Me daba vergüenza- reconocí.- Déjame recuperarme y ahora salgo,¿vale?
-Vale, pero quiero que sepas que no pasa nada, puedes contar con nosotros. Y sobre todo confía en mi,¿de acuerdo?
- Vale- dije sonriendo.
-Lisa,¿cómo estás?¿Puedo entrar?- preguntó Lucas desde fuera.
- Claro, ya salgo- dijo Vera con una sonrisa dejando paso a Lucas.
-Estoy horrible- dije bajando la mirada.
-Estás genial- contestó con su increíblemente arrebatadora sonrisa, si no hubiera estado tan asquerosa habría sonreído.- Te he traido una toalla.
- Gracias.
-¿Por qué no lo dijiste? Puedes confiar en nosotros.
- Ya lo se, es que me daba vergüenza- reconocí.
Entonces Lucas se acercó a mí. Había tan poco espacio que me planteé besarnos. "No seas idiota" pensé.
- Quiero decir, puedes confiar en nosotros, de verdad.
-Claro- dije absorta mirando fijamente sus labios. Nunca me había dado cuenta de que parecían tan besables, si eso existe.
-Hacemos un buen equipo- soltó de repente.- Confía en mí.
Se acercó, esta vez para besarme. "Tú nunca has besado a nadie,Lisa" pensé, "meterás la pata".
Así que cuando estaba a un par de centímetros me levanté de sopetón, me lavé la cara y miré a Lucas, todavía en el suelo.
-Gracias por la ayuda, y la toalla.¿Volvemos?- dije intentado disimular mi incomodidad.
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Ángeles sin alas
Teen FictionLisa es una chica de catorce años que vive con su madre en Madrid desde hace unas semanas. Hoy es su primer día en el instituto, en el cual conocerá a seis nuevos amigos que le harán ver la vida de distinta manera y disfrutar de cada momento, y, aun...