Salí rápido del baño para que Lucas no pudiera decirme nada, aunque él estaba sentado en el suelo mirándome sin decir nada. No era culpa suya, pero yo no quería besarle. No quería estropear la amistad que teníamos, en ese poco tiempo me había hecho muy amiga de Lucas, y como él había dicho, somos un gran equipo.
En ese momento si que me habían emtrado ganas de besarle, pero luego lo pensé mejor. Me sentía a gusto con Lucas, como amigo y nada más.
Cuando entré en la habitación todos me miraban preocupados.
- Chicos, estoy bien, no es la primera vez que vomito.- dije intentado sonar segura, aunque no lo estaba, todavía sentía mareo y no creo que fuese todo por el alcohol.
- Está bien, pero vamos a dejar de beber por hoy.- dijo Alex cerrando la botella.
Miré disimuladamente a Lucas, se le veía bien, no creo que esté enfadado por lo de antes.
-Chicos, tengo que deciros una cosa.-empezó Lucas.- Mis padres me han dicho que en navidades nos vamos a Australia a pasar allí todas las vacaciones, y me han dicho que os puedo invitar a todos a venir con nosotros.
-¡¿Qué?!- gritamos todos.
Empezamos a saltar por toda la habitación como locos, a chillar y a reírnos como si no hubiese mañana. Entonces me di cuenta de que ni en un millón de años podría pagar ese viaje, pero no podía decírselo a los chicos, Vera y Lucas me habían dicho que confiase en ellos pero no puedo decirlo.
- Esperar, no creo que mi madre me deje.- dije, poniéndolo de escusa.
Entonces, todos se pusieron tan serios como yo.
- No creo que me dejen a mí tampoco.- dijo Lisel sentándose en el suelo.
- Ni a mi- dijo Rafa haciendo lo mismo que Lisel.
Estábamos todos serios y sentados en el suelo. Es imposible que nos dejaran pasar las navidades y el año nuevo lejos de casa, y sobre todo, yo no podía pagarlo.
- Preguntarlo de todos modos.-nos dijo Lucas intentando animarnos.
A partir de ese momento todos empezaron a inventarse discursos para convencer a sus padres. Yo sólo me reía por las ocurrencias que tenían estos idiotas.
- Tengo sueño.- dije bostezando.Eran ya las cinco de la mañana, necesitaba dormir.
- Hey, un momento.- empezó Vera. - No tenemos pijamas.
- Dormir con esa ropa.- dijo Lucas.
- Claro, como tú tienes pijama. Se me va a arrugar la fala si duermo con ella.- dijo Lisel cruzándose de brazos.
- Y dormir con vaqueros es muy incómodo.- dije yo.
- Pues quitaros los pantalones, yo lo voy a hacer.- dijo Alex abriéndose la bragueta.
- No quiero verte en calzoncillos en mi cama, lo siento, toma un pijama.- dijo Lucas abriendo el armario dando un pijama a Alex y otro a Rafa.
-¿Podemos pedirle un pijama a Lucy? - pregunté.
- Estará dormida y como entréis allí saldréis con la cara del revés.- dijo Lucas sonriendo, seguro que se lo había imaginado.
- Pues déjanos unos tú.- dijo Vera suplicando y poniéndose de rodillas. -No quiero dormir sin pantalones en la misma cama que vosotros.
Nos sacó un pijama a cada una.
-¿Cuántos pijamas tienes?- pregunté. Seguro que todavía le quedaban. ¡Yo sólo tenía tres en mi armario!
-Muchos.- dijo Lucas encogiéndose de hombros.
Vera, Lisel y yo fuimos al baño a cambiarnos mientras los otros se cambiaban en la habitación.
El pijama nos quedaba grande, pero mejor eso que dormir sin pantalones.
Cuando volvimos me tiré a la cama de agua, no se si tiraría a alguien, pero me daba igual. Sentí como alguien se acomodaba a mi lado.
Cerré los ojos y me dormí profundamente.
Me desperté con dolor de cabeza y con las piernas dormidas. Me senté como pude y vi a Vera sobre mis piernas, a Lucas babeando a mi lado, a Lisel a mi otro lado, a Rafa abrazado a un peluche gigante que no se cómo llegó allí y a Alex en el suelo. Tenía que aprovechar esa ocasión para liarla.
Me quité a Vera de mis piernas, ella protestó un poco pero volvió a dormirse. Bajé de la cama con cuidado de no despertar a nadie y me dirigí a la cocina. Me encontré con Lucy desayunando.
- Buenos días- me dijo con la boca llena de cereales.
- ¿ Tienes nata?
- Se suele decir buenos días antes de pedir nata, pero bueno. Hay en la nevera.
Cogí la nata y le di las gracias a Lucy.
Cuando entré estaban en la misma posición. Busqué un rotulador y mi móvil para grabarlo todo.
Empecé por Alex, le pinté un bigote con el rotulador y le eché nata por toda la cara menos por la nariz, para que pudiese respirar.
Hice lo mismo con todos y les hice una foto.
Pulsé en botón para empezar a grabar y grité a pleno pulmón:
-¡Fuego, fuego!
Todos se levantaron y empezaron a correr, salieron de la habitación chillando, alguien suplicaba por su vida.
Cruzaron el salón donde estaba Lucy viendo la tele y salieron a la calle. Había gente andando y se les quedaron mirando como si fuesen locos.
Yo no podía parar de reírme.
Se miraron entre ellosy se dieron cuenta de que estaban llenos de nata.
Yo paré de reírme porque venían derechos a por mí. Salí corriendo. Pedí ayuda a Lucy pero estaba muy ocupada con la tele. Seguí corriendo por la casa hasta que alguien me cogió por detrás.
-¡Sin piedad, Lucas!- gritó Vera.
Lucas cogió la nata de su cara y me la untó a mi por la mía.
Yo pataleaba y chillaba, pero como me estaba riendo no tenía fuerza para poder soltarme.
Lucas todavia me tenía agarrada cuando vieron los demás a untarme su nata.
-¡Tirarla a la piscina!- gritó Lisel.
-¡¿Piscina?! ¡Lisel! ¡No, por favor! ¡A la piscina no!- gritaba. No servía de nada. Lucas me cogió por los brazos y Alex por los pies, mientras, Vera había cogido el bote de nata y me lo estaba echando por todo el cuerpo.
Salimos al jardín y me empezaron a balancear en el borde de la piscina.
- Uno...dos..y...¡tres! - dijeron todos a la vez.
Volé unos segundos hasta caer de lleno en la piscina.
Menos mal que se me da bien nadar. Fui a salir cuando vi como otro cuerpo con pelo moreno volaba en dirección a la piscina. Y luego otro con pelo azul. Los chicos se reían sin parar. No me vieron salir. Me coloqué detras de ellos y uno a uno empecé a tirarlos también. Al final acabamos todos metidos en la piscina. Seguro que al día siguiente teníamos una pulmonía o algo asi. Estábamos en octubre y el agua estaba helada.
Al final esa noche no me había desnudado pero, me había emborrachado, había vomitado, casi había besado a Lucas, había llenado de nata a mis amigos y había sufrido la ira de eso idiotas como venganza.
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Ángeles sin alas
Genç KurguLisa es una chica de catorce años que vive con su madre en Madrid desde hace unas semanas. Hoy es su primer día en el instituto, en el cual conocerá a seis nuevos amigos que le harán ver la vida de distinta manera y disfrutar de cada momento, y, aun...