CAPITULO 12

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Brownies.

Lukyan Korolev.

Eres un idiota.

Regrese a mi habitación y me quedé haciendo los pendientes, la verdad es que estaba harto de todo esto.

La puerta principal se azoto y de seguro es Laura.

Necesitaba hablar con ella después de lo que le dije, fui muy grosero con ella.

Me levante y fui a verla — Lau... ¿Tú que mierda haces tú aquí? y ¿Cómo entraste?

— Cariño, solo venía a saludarte.

— Mikaela ya hablamos de esto, ya paso, me engañaste no se que carajos haces aquí.

— Quería proponerte que si te querías unir con nosotros...

— No, ahora lárgate.

— Pensé que los rusos les gustaban otro tipo de cosas y estarían dispuestos a más.

Solté una carcajada.

— No soy cualquier ruso, vete por favor.— espete.

— No me iré porque se que aún me amas.

No me jodas.

— Vete. — espeté señalando la puerta.

Ella se acerco más a mí e intento besarme, pero eso no funciono porque no la deje.

La sostuve de las manos — Vete de aquí, no me interesas, te metiste con alguien más estando conmigo, eso no esta bien.

— Solo experimente, pero es que yo te extraño. — hizo un puchero.

Está castaña jodida me da dolor de cabeza.

— Vete y no vuelvas.

Sin dame cuenta ella estampó sus labios con los míos, la separé a la fuerza — ¡BASTA! — alce la voz — ¡Estoy harto de ti, vete!

Resopló y tomó su bolsa, se fue, regresé hastiado a mi habitación.

Maldita castaña yo no se porque se vuelven tan así.

Ella me engañó y yo no soportó eso, la dejé porque no es sano y no es que no me guste experimentar, lo que no me gusta es compartir lo que es mío cuándo yo se lo puedo dar porque se mi capacidad de follar, por eso odio que me engañen.

Solo quería que Laura llegara, me pone feliz que consiga trabajo por ella, se lo difícil que han sido estos pocos meses, el tener que aguantarme, el que este encerrada, me siento mal por decirle que aún el juicio está en pie cuando no es así, se que es egoísta de mi parte pero no la quiero dejar porque se siente bien tenerla aquí, el que sonría por cualquier cosita, el que le guste mi comida y se siente bien no estar solo, aún que se que mis actitudes no son las mejores.

Se escuchó otra vez la puerta.

— ¿Eres tú Laura? — pregunté alzando la voz.

No contestó pero se escuchó el azote de su puerta.

Si es ella.

Y molesta.

Suspiré y me aventé a la cama.

Suspiré y me aventé a la cama

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MI DULCE SALVACIÓN © (2) (¡Completa!)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora