La sala
En medio de aquella sala oscura estaban sentados dos jóvenes en frente de una chimenea, ambos jóvenes estaban platicando con la mirada clavada en el fuego, el joven tenía en su mano un vaso con whisky mientras que la joven solo tenía sus manos en sus piernas.
La mujer veía la forma en que el fuego consumía la madera mientras que en su mente estaba deshaciéndose de los pensamientos que estaba teniendo y sobre los problemas que últimamente han salido, sin embargo, no todos sabían que los problemas eran por parte del hombre que mostraba su rostro serio mientras tomaba su bebida.
—Todavía no puedo creer que este aquí de nuevo—dijo el joven después de darle un trago a su bebida.
—Créelo, aunque me sorprendes que hayas ido aquella escuela después de tantas cosas.
—La escuela, las historias—dijo el joven, que levantaba su vaso para mirarlo mejor—Al final de cuentas creo que solo fueron cosas de mi mente, cosas que yo inventé.
—¡Cuidado! Mi amigo no hubiera dicho eso.
—Mujer, es la verdad, al final de cuentas fueron cosas inventadas por mí.
—No lo creo, ¿Y sabes por qué? —la joven esperaba una respuesta, pero al no tenerla prosiguió—Porque mi amigo, ósea tú, me contabas cada situación que pasaba, por muy cursi que fuera tú me lo contabas, y recuerdo muy bien que siempre había una pequeña sonrisa que me decía más que mil palabras.
—Los días pasaron, los meses, ya no supe nada de nada, sin embargo, yo pedía por ella, para que todo estuviera bien—reconoció el joven—Pero al final de cuentas fue culpa mía.
—Lo único culpable que tienes es que yo esté aquí—la joven soltaba una pequeña risa—No me esperaba que el resultado de escuchar tus aventuras fuera este—la joven apuntó hacia el suelo, haciendo referencia al lugar—En eso sí que eres culpable.
—Después me hacen ir a esa escuela para que terminara siendo un maestro—el joven le volvió a dar otro trago a su bebida—¿Maestro? Hazme el favor, pobre mujer, no sabe en la que se metió.
—Lo sabe muy bien, además, la niña ha pasado por muchas cosas y que mejor que tú para que le enseñes.
—¿Yo? ¡Por favor!
La joven volteó a ver a su amigo que estaba mirando su vaso mientras movía su cabeza de izquierda a derecha lentamente.
—Yo no sé nada mujer, sobreviví, esa es la realidad, pero no estoy preparado para ayudarla y mucho menos enseñarla—dijo el joven volviéndose hacia su amiga—Mejor le hubieras enseñado tú. ¡Tú hubieras sido su maestra!
—¿Yo?, ¡No cual! —dijo su amiga que levantaba su mano y después la bajaba recargándola en el bracero del sillón—Te recuerdo que yo estoy aquí por ti, tú me trajiste aquí y tú te fuiste muy cómodo—recordó su amiga, que regresaba su mirada la chimenea—Ahora, yo no tengo tanto poder como el que tú tienes, yo contra apenas veo cosas y ni siquiera sé si realmente es algo.
—¿Y lo demás?
—Lo demás si, pelear, saber interpretar ciertos textos, entre otras cosas, si las he dominado.
—Ves, hubieras sido su maestra—volvió a lo mismo el joven, que veía a su amiga que lo negaba con la cabeza—Tengo miedo de muchas cosas, además, no sé si esta vida sea el camino correcto para la mujer.
—Todos tenemos miedo, y sobre su camino, ella sola se dará cuenta de eso, solo enséñale y ya luego ella vera si es su vida o no.
—Tan solo que reconozca que la mente es peligrosa.
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Oscuridad
FantasyEn nuestro mundo hay mucho misterios de la cual no conocemos. En la ciudad de Guadalajara hay una historia que no todos saben, solamente aquellos que pertenecen a dichas sectas. La secta u organización que controla y protege, esta en peligro al ver...