20 La carta

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Mario iba siguiendo a Mary que a la vez estaba siguiendo a Tom que seguía caminando muy molesto ante la situación de Rebeca. Los tres a pesar que tenían una pequeña distancia entre ellos seguían caminando ante un pasillo que llevaba a unas salas comunes, entre ellas la sala que estaban en la mañana viendo las noticias sobre el hospital.

Mary le hizo una seña a Mario para que éste parada de caminar, para esperar a que Tom diera la vuelta y se metiera a una sala común dando el portazo como señal de enojo.

—Tu ve a la pequeña sala mientras que yo voy y hablo con Tom—le dijo al joven.

—¿Y qué voy hacer mientras hablas con él?

—No lo sé—le dijo a su amigo levantando sus hombros—Hm, mira—la joven se asomó de nuevo hacia aquel pasillo para asegurarse que Tom estuviera adentro, una vez visto la puerta que Tom cerró con demasiada fuerza se volvió a su compañero—Al parecer Tom se metió a la sala de lectura...

—Sala que se adueñó...

—Hm, si, esa... Según mis vagos recuerdos, Tom tiene un comic o siempre deja algo para leer cerca de la puerta, entonces al momento que entre agarro la primera cosa que vea y te lo paso ¿Va?

Mario sin ninguna escapatoria aceptó.

Mary comenzó a caminar hacia aquella puerta, tocó más de dos veces hasta que Tom le había abierto. En primera instancia, Tom no quería ver a nadie y mucho menos escuchar explicaciones o algo por el estilo, sin embargo, Mary terminó diciendo que no estaba ahí como una agente o como la persona que fue por Venus, sino que estaba ahí en cuestión de amigos, como los viejos tiempos cuando Tom le contaba sus cosas, sus sospechas, sus problemas al igual que ella le contaba a él.

Mario escondido para que Tom no lo viera solo escuchó el portazo y un ruido de un objeto liguero que caía al suelo, un comic. Mario con delicadeza se agachó y rejuntó el comic de Tom. Al tocarlo y verlo detalladamente pudo comprobar lo que decían los rumores sobre el cuidado que el joven le daba a sus libros y comics. Tom era una persona en cierta parte rara, según los rumores eran que el joven, cuidada demasiado sus libros a tal punto que nadie podía tomar uno y llevárselo a leer, según él, los libros no se deben prestar y mucho menos regalar porque en el momento que se regalan, están dando algo de ti, una parte de tu alma, y si ese libro va para una persona que te gusta, sería la forma más original de mostrarle los sentimientos que tienes hacía dicha persona, es por eso que a Tom era muy difícil verlo regalar un libro o prestarlo.

Mario con el comic en la mano, se iba a sentar a una sala que indicaba el fin de ese pasillo y daba comienzo a la zona de las oficinas, como la de Tom, Daniel, la del Juez, entre otras. El joven comenzaba a ver el comic sin chiste, y se preguntaba qué era lo que le veían a ese tipo de revistas o literatura, sin embargo, se sorprendía en tener un objeto de Tom, ya que desde que entro ahí al Senado, sabía que no debía que entrar a ciertos lugares, y entre esos sitios estaba la oficina de Tom, la sala común de Tom que se había adueñado, tampoco podía entrar a su habitación ni a sus demás oficinas. Además de los sitios tampoco podía sentarse en los sillones del joven que estaban en la biblioteca o en ciertos lugares incluso en el comedor que se tenía en el Senado. Otra cosa que esperaba ver era como Tom comenzaba a cancelar ciertos planes tan solo de ver el Baseball de las grandes ligas. De por sí ya los cancelaban por ver sus partidos de Basquetbol y el futbol americano, ahora que se podía esperar con el baseball.

Mario, sentado a la espera de la salida de Mary comenzó a leer el comic, que poco a poco le comenzaba a llamar la atención, los detalles de los dibujos, los diálogos y la trama. En el momento que el joven llegó a una página donde había un chico y una chica se le vino a la mente la situación por la cual estaba pasando Tom y la razón por la cual Mary estaba hablando o escuchándolo.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora