4 Otra oportunidad

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Al finalizar la junta con el forense, el detective Cesar junto con su compañera Laura tenían la mirada perdida, sin rumbo. Al parecer los resultados de los cuerpos no era lo que esperaban, todo apuntaban que el caso iba hacer un fracaso y por desgracia la ONU comenzaría a presionar sin tener resultados claros. Para Cesar era otro caso sin resolver, pero la desgracia no lo dejaba solo, porque si él fracasaba, el estado también y la fiscalía comenzaría una de sus peores épocas y sobre todo su jefa que comenzaría a pagar una pena que estaba destinada a no sobrevivir.

Los dos detectives caminaron al estacionamiento para subir al auto e irse. Durante este pequeño traslado, Laura comenzaba a bombardear a su superior con preguntas que por desgracias no tenía las respuestas en ese momento. Cesar, por su parte solo le contestaba que no sabía nada de lo que ella quiera saber, sin embargo, la mujer siguió insistiendo para que él soltara una respuesta, aunque sea una palabra, pero la respuesta siguió siendo "no sé".

—Si ellos no tienen las respuestas y tú tampoco, ¿Quién va a tener todas esas respuestas?

El detective antes de entrar al auto miro por completo a su colega que también estaba ahí, con la puerta abierta, preparada para entrar, y respondió.

—El Senado.

—¿Qué?

—Pero no todo el senado, sino alguien en especificó, a alguien que le hace falta al senado—explicó el detective—El joven Tom.

La tarde se aproximaba y la salida de la universidad era inevitable entre todos los estudiantes de distintas carreras. Los maestros aprovechaban el puente para dejar una que otra tarea para que sus alumnos estuvieran entretenidos los días: sábado, domingo y lunes. Días que iban a descansar todos los alumnos. Para el joven Tom era la oportunidad para ponerse al corriente de las tareas, trabajos y proyectos que debía y sobre todo para los exámenes que cada día más estaban más cerca.

El ultimo profesor se puso de pie y comenzó a borrar el contenido que había escrito en el pizarrón, dando a conocer que las clases y la jornada de clases estaba llegando a su fin. Los alumnos comenzaron a cerrar sus libretas, acomodar sus bolígrafos, lápices, calculadoras y sus mochilas. Las mujeres sacaban sus pequeños espejos para ver sus rostros y maquillar aquello que le faltara, otras solo se acomodaban el cabello mientras que los hombres se levantaban para ir a tirar la basura y aprovechar para acomodarse sus mochilas en la espalda.

—Ya tenía ganas de volver a ver esos rostros de alivio—decía el profesor, que también guardaba sus cosas.

—Y esperemos que sea así, porque eso de estar en línea como que no es lo mejor—comentó una mujer de cabello largo color castellano, con ojos grandes de color café.

—Ya sé, difícil aquel año.

No todos los alumnos estaban atentos a las historias o platicas que solía hacer el profesor, pero ninguno negaba que era buen profesor y que sabía explicar y sobre todo que te ayudaba en todo con respecto a la materia o fuera de ella.

—Bueno jóvenes, ya se pueden retirar, que tengan un buen puente, hagan sus tareas temprano para que tengan la tarde libre y sobre todo la noche.

— ¡Eh profe! —decía un alumno.

—La noche es para espectáculos.

—Y más con una chica a un lado—agregó Tom con una voz seria.

—Eh Tom—decía otra mujer de cabello largo y grandes cachetes.

—Es la verdad, con un puro en una mano y con la otra sosteniendo una bella dama.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora