11 Un parque

1 0 0
                                    

Era de día y los parques estaban iluminados por el sol que a lo lejos lanzaba sus rayos de luz para que la vida surgiera. En uno de los cuantos parques de la ciudad metropolitana se encontraba un hombre delgado y de cabello lacio color castaño, debajo de un árbol, disfrutando de aquel día tan soleado y de un buen aire fresco y cariñoso. A lo lejos del hombre se encontraba una niña pequeña que contra penas podía caminar, y en frente de ella estaba las palomas que no se cansaban de picotear el pasto, que seguramente tenía más de una lombriz ahí escondida. El hombre estaba de pie muy atento a su entorno pudo observar a lo lejos una mujer que al estar muy cerca de él se percató de su corto y colorido cabello. Una mujer delgada con ojos grandes y de color.

—Los rumores se hicieron realidad—dijo la mujer antes de saludar al hombre que seguía cuidando aquella niña—Tenemos una oportunidad para atacar.

El hombre seguía sin ver y sin hablar con la mujer que seguía ahí a un lado de él, mostrándole una sonrisa.

—Y Tom por fin regresó.

Esas palabras, ese nombre, hizo que el hombre le quitara la mirada encima a la niña y la pusiera en el rostro de la mujer

—Con todo y espectáculo.

—Con todo y espectáculo—repitió el hombre sin ninguna alegría—Ese era parte del plan, que él regresara.

—Exactamente—suspiró la mujer viendo como su hermano se daba la vuelta y caminaba hacia el tronco del árbol para recargarse—Además de eso, tenemos el pase de nuestras vidas.

—Si al pase le llamas el rumor de sobre aquella mujer, déjame decirte que estamos perdidos.

—¿Cómo? —quiso saber la mujer con sus cejas arqueadas.

—Nosotros, como las otras organizaciones, no sabemos quién es aquella mujer que nuestro querido primo quiere y adora—explicó el hombre, que se acomodaba su cabello—Solo se sabe que la tiene protegida, pero ni mis informantes saben quiénes son las personas que Tom mandó para protegerla o cuidarla.

—Bueno, pero tenemos a la Liga...

—La liga, la liga—el hombre volvía a mirar aquella niña—Estamos dentro de esa organización, pero no nos da mucho como las otras.

—Más bien, no te da para que tu revelación sea exitosa, así que tienes que buscar por otras alternativas.

—Exacto, por eso estuve en contacto con los Borgia.

—¿Qué? Esa organización ya ni existe.

—Ante el Senado no, ante nosotros sí—corrigió el hombre lanzando una mirada seductora—Mira hermana, sabemos muy bien que prácticamente todos le tiene miedo al Senado, sin embargo, no los dejan de atacar o de vigilar, y entre ellos están La Liga del Nombramiento. Pero tanto tu como yo queremos más poder, queremos que esa familia y el Senado estén hundidos, y que no vuelvan a salir a flote como lo han estado haciendo.

—¿Entonces ya pertenecemos a los Borgia?

—Siempre has estado—respondió el hombre viendo como su hermana no entendía nada—Yo hice que esa organización volviera, además hice un pacto con Los Caídos.

—¡Qué, estás loco! —espetó la mujer con los ojos abiertos en par en par—¿Cómo se te ocurre?

—Era la única forma de hacernos de nuestra propia organización, sin embargo, estaré manejando la Liga, los Caídos y al Senado a mi gusto.

La mujer lo miró fijamente con los brazos cruzados.

—¿En serio crees que el Senado lo vas a manejar como tu desees, sabiendo que tenemos a Tom ahí, a nuestro primo?

—¿Quieres verlo acabado, sí o no?

La mujer hizo un movimiento afirmativo con su cabeza.

—Entonces no tienes nada de qué preocuparte—respondió el hombre, que seguía recargado en aquel tronco—Mientras él se mantenga oculto, protegiendo a sus seres queridos...

—No olvides a aquella mujer—interrumpió la mujer levantando un dedo.

—...A sus seres queridos, a esa mujer que de tanto se habla—continuó el hombre— Nosotros tenemos la libertad de hacer nuestros movimientos al aire libre sin necesidad de protegernos o de cargar con guardaespaldas.

—En eso tienes razón.

—Solo que nos falta una pieza para completar nuestro rompecabezas—el hombre se llevó su mano derecha al mentón.

—Ver quién es esa mujer que tiene a Tom tan alejado de la vida social—agregó su hermana, que caminaba hasta quedar en frente de su hermano.

—¡Exacto! —exclamó el hombre con grata alegría—Es ahí donde entras. Necesito que vayas y sigas a todos los agentes del Senado, en especial todos aquellos que suelen trabajar en conjunto con Tom. Y si llegas a ver a unos agentes que siguen o protegen a alguien, entonces esa persona será la famosa mujer que de tanto se habla en estas últimas semanas.

—¿Y voy a ir sola?

—No, claro que no—el hombre por fin dejó de recargarse mientras se esculcaba algo en sus bolsillos—Te van a acompañar ciertos hombres caídos, no quiero que pase algo.

—No pasará nada—aclaró la mujer, que extendía su mano para tomar el papel que su hermano le estaba dando—¿Y si llega haber un conflicto?

—Tú te vas y que los caídos peleen—contestó mientras caminaba hacia aquella niña que seguía corriendo sin cesar—Y si es Tom, pues invocas a alguien más poderoso.

—Ósea tú.

El hombre rio y agregó.

—No, a mí no, a un demonio.

—¿Qué? —explotó la mujer, que de inmediatamente le detenía el paso a su hermano—¿Un demonio? —cuestionó la mujer—¿Un demonio?

—No tiene nada de malo—respondió el hombre con una tranquilidad—Tom vera su suerte si llega a salir o si llega a ver a esa mujer, es mejor que muera por dentro a que alguien lo mate—la mujer solo movía su cabeza de un lado a otro—Es mejor que vayas partiendo y comiences la búsqueda—continuó el hombre—No queremos que el Senado se adelante.

—¿Más?

—Sí, más—respondió el hombre con un tono sarcástico—Y una vez ubicado los puntos débiles, que comience la cacería, y que todos caigan a donde pertenecen y eso incluye a nuestro primo, Tom—concluyó el hombre con una sonrisa grande y malévola.

La hermana se despidió de su hermano dándole un abrazo en aquel parque que poco a poco comenzaba a llenarse de gente, el hombre seguía ahí, junto a la pequeña niña que por fin se sentaba a descansar un poco. La mente del hombre hacia que no le pusiera atención a la niña que comenzaba a hablar, puesto que su mente lo mantenía concentrado en los planes que tenía para cazar a Tom y de quitarle unos objetos que lo proclamarían rey de los vivos y de la muerte.

—Que comience la caza—finalizó el hombre poniéndose de pie para después abrazar a la niña y comenzar a retirarse del parque. 

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora