6 Una mañana en clases

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En efecto, el joven Tom recibió el mensaje de Mary donde le indicaba la hora y lugar donde se comenzaría la investigación, cosa que al joven no le gustó mucho, ya que era cerca de aquella escuela donde se conocieron, y donde el porcentaje de volver a ver aquella mujer era demasiadamente alto sobre todo con el horario que se citaron.

Tom estaba sentado en su sala donde tenía en su mano derecha un libro y en la otra un vaso con whiskey, bebida que le daba un trago cada cinco o seis minutos. En aquella sala estaba decorada por luces, una sala pequeña, un escritorio, un gran librero prácticamente una biblioteca y algo que no podía faltar, una barra donde Tom tenía todas sus bebidas. Aquel piso se encontraba debajo del piso donde estaba su departamento, donde dormida, jugaba, comía y recibía los pocos amigos que solía tener.

El joven pasó al piso de arriba, que relativamente era el tercero. Caminó directamente a la cocina donde comenzó a beber más de lo que ya estaba tomando, abrió botella tras botella, comenzó a mezclar cuanta cosa quiso y al último fue a su habitación. El joven todo confundido y con una botella en mano, se dejó caer a la cama, perdiéndose en un mundo de sueños.

Tom despertaba dando las ocho de la mañana, hora que para él era muy raro levantarse sobre todo los días sábados, y más cuando eran días después de haber tomado demasiado. El hombre salió de su habitación dirigiéndose a la cocina, lugar que tenía lleno de botellas vacías y llenas. El joven se puso enfrente del refrigerador para tomar algo de comida ya preparada para luego calentarla, pero para su desgracia no tenía ningún platillo ya preparado, para eso, Tom vio el reloj que tenía colgado en una pared dándose cuenta que no tenía tiempo para cocinarse un platillo, ya que tenía que verse con Mary y los demás a las nueve de la mañana.

Tom regresó a su habitación para meterse a bañar, pero antes de eso, el joven dejaba todo preparado en su cama, la ropa, su calzado, su reloj y sobre todo sus puros, algo que no podía faltar. Los minutos pasaron y Tom ya estaba abrochándose las agujetas enfrente de la puerta, listo para partir.

La ciudad de Guadalajara seguía con el mismo rol de siempre, las personas iban y venían, los locales de comida ya estaban más que listos para recibir clientes mientras que otros locales e instituciones apenas se preparaban para abrir, sin embargo, para la escuela de inglés donde se citaron para comenzar la investigación ya estaba abierta desde muy temprano.

—¿A qué hora llegara Tom? —preguntó el detective Cesar, que no dejaba de ver su celular—Ya van hacer las nueve con cinco minutos y él todavía no llega.

—Calma detective—decía Mario, que se recargaba en la pared de la librería que estaba enfrente de aquella escuela de inglés.

—¿Por qué mejor no van y entran a preguntar por el joven? —sugirió Mary.

—El trato era que si Tom...

—El trato, el trato—interrumpió Mary—Tom va a venir y si no fuera así, tu y yo no estuviéramos aquí.

El detective Cesar no le quedó de otra que aceptar e irse adelantándose a las preguntas con los empleados de aquella escuela.

—Mary, Tom si va a venir, ¿verdad? —Mario preguntaba una vez que los detectives hubieran entrado a la escuela.

—Eso espero—respondió con poca seguridad.

—¿Qué te comentó?

—Hmm, nada—respondió Mary con sus ojos medio cerrados.

—¡Qué! —Mario se llevaba su mano a la frente.

—Solo me hizo una seña—decía Mary, que también se recargaba en la pared—Solo cerró un ojo—confesó con hilo de voz.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora