Tom había llegado a la biblioteca que estaba ubicada en la plaza universidad en el centro, donde se encontraba con Camila en la puerta del recinto. Al entrar, una señora le pidió unos datos, cosa que Tom no llenó al presentarle una tarjeta negra con letras plateadas.
Camila solo vio como la mujer hacia caso omiso al llenado de datos para ir abrir otra puerta para que ellos no dejaran sus pertenencias al entrar. Camila siguió a Tom que caminaba con sigilo y sin hablar. En medio del pasillo, Camila pudo observar como hoy en día las bibliotecas no eran tan visitadas como en años anteriores, y las personas que estaban ahí sentadas solo eran personas de la tercera edad.
Tom se detuvo exactamente en el medio de aquel gran salón volteándose a la izquierda donde comenzaba a poner atención a los libros que estaban en aquella gran pared.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó Camila en voz baja.
—En un momento lo veras.
Tom siguió caminando hasta llegar a unas escaleras para subirlas y continuar caminado por el estrecho pasillo que había en la parte superior. Al llegar de nuevo a la mitad de aquel gran estante, se detenía y comenzaba a mover seis libros, uno de arriba, uno de abajo y dos de cada lado. Agarraba los libros, uno por uno así sacándolos por completo y después volviéndolos acomodar.
Camila se recargaba en el barandal al ver como los libros de aquella zona dejaban salir gotas de agua que se iban comunicando con otros libros hasta hacer un gran espejo que los reflejaba. Camila se sorprendió al ver las olas que el espejo dejaba escapar al momento que Tom lo tocaba con un solo dedo.
—¿Qué es esto?
—Una entrada.
Tom introdujo su mano y después todo su ser, desapareciendo por completo y dejando a Camila sorprendida y sola.
—¿Tom?
De la nada, en aquel espejo salió una mano indicándole que siguiera caminando. Camila no estaba tan segura de hacerlo, pero a tanta insistencia de aquella mano, decidió a caminar hasta adentrarse por completo.
—Mi cabeza—dijo Camila con una mano en la frente.
—Cosas de principiantes—decía Tom, que abría una puerta de madera.
Camila volteó hacia atrás y pudo ver como aquel espejo desaparecía haciéndose una sola gota, dejando un muro seco y viejo. Al voltearse pudo observar una puerta de madera que daba paso a una oficina iluminada por la luz que brindaba las antorchas que estaban colgadas en la pared.
—Es mejor que entres—decía Tom haciéndole una seña para que pasara primero.
—¿Qué es todo esto?
—Es mi oficina—respondió Tom mientras cerraba la puerta bajo llave.
—Tom, ¿Qué es todo esto? —insistía la joven.
—Algo que no serás parte.
—¿Por qué no? —preguntaba Camila viendo los cuadros que tenía Tom en una de las paredes.
—Porque no...
Tom era interrumpido por un sonido de una puerta que aparecía. Y alguien la estaba tocando.
—¿Y esa puerta?
—Perdona, no es nada—respondió Tom, que también volteaba a ver la puerta—Te decía que no puedes estar, ya que no estas preparada.
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Oscuridad
FantasyEn nuestro mundo hay mucho misterios de la cual no conocemos. En la ciudad de Guadalajara hay una historia que no todos saben, solamente aquellos que pertenecen a dichas sectas. La secta u organización que controla y protege, esta en peligro al ver...