7 Estacionamiento

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Tom y Mary llegaron al estacionamiento que tenía forma de caracol que está ubicado en las calles Morelos y Contreras Medellín, un estacionamiento grande que llegaba a cubrir acaso una media cuadra. Al entrar, los jóvenes fueron detenidos al instante que quisieron tomar el elevador del estacionamiento. Un agente de la policía vial les detenía interponiéndose en su camino. Tom al principio no enseño ninguna credencial con la esperanza que el detective Cesar se apareciera, pero al paso del tiempo la esperanza se hacía nula a tal grado que Tom como Mary enseñaron sus ID del Senado, provocando que el agente de vialidad se sorprendiera y la vergüenza lo abrazara.

—Pase, pasen—decía el agente súper avergonzado y con su mano levantada hacia la derecha—Vayan hasta el sexto piso, solo que no podrán tomar el elevador.

—Está bien—decía Tom, que se guardaba su credencial.

El agente de vialidad los acompañó hasta donde estaba una cinta amarilla donde impedía el paso a los demás que no fueran parte de la policía o del Senado en casos extremos. El hombre levantó aquella cinta dejando pasar a los jóvenes que le agradecían y seguían con su camino.

—Cada día amo más mi credencial—comentaba Mary una vez que estaban alejados de aquel agente.

—Y te quejas de que te arrastre a todo esto—dijo Tom, que sacaba un pequeño puro desde un bolsillo de su gabardina—A veces estar en el Senado tiene sus ventajas.

—Pues tan solo para entrar a este tipo de casos.

Tom soltó una risa haciendo que Mary lo viera raro.

—¿De qué te ríes?

—Tu credencial tiene muchos poderes y entre ellos está el descuento a las entradas de los eventos culturales ya sean conciertos de música clásica, jazz, rock o para ir a ver una galería.

—¿Concierto de orquestas? —Mary vio que Tom asentía—Como si fuera a esos conciertos—agregó acomodándose su cabello.

—Pues vas a conciertos que no son de música—respondía Tom con una sonrisa.

—¡Oye!

—Tranquila, tranquila, también tienes descuentos en vuelos...

—Para que quiero boletos para viajar cuando tengo mis espejos mágicos...

—¡Nuestros! —interrumpía Tom dejando escapar el humo de su boca—A lo menos disfrutas estar en el Senado.

—No creas, a veces me cuesta trabajo ver las cosas paranormales—explicaba Mary, que manoteaba para quitarse el humo que Tom soltaba.

—Es cosa de práctica, a mí también me paso.

—¡Aja! Desde que te conozco y desde que me contaste todas esas cosas que veías y las cosas que pasabas, supe que no tenías y no tienes complicaciones para ver todo eso—explicaba Mary, que se agarraba del brazo de su amigo.

Los jóvenes siguieron caminando sin tomar el elevador, la cual lo hacía más pesado y a la vez no, ya que Mary y Tom podían platicar cosas que no involucraban el trabajo. Al llegar a la escena del crimen, vieron a los detectives recargados en el cofre de una camioneta de la SEMEFO, y a Mario que estaba hincado viendo el cuerpo más a detalle.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntaba Tom llevándose de nuevo su puro a la boca.

—Un hombre al parecer de unos 30 años y según su credencial es médico—informaba Laura mientras Mario seguía hincado junto al cuerpo—Y al parecer iba a ir a una fiesta.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora