12 Un café y unos muertos más

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Eran exactamente las cuatro de la tarde cuando en una cafetería se encontraba Mary junto con Laura hablando cosas de mujeres y uno que otro tema sobre los casos que se han estado presentando. Para muchos de los hombres que estaban ahí ya sea por trabajo o solo por degustar de un buen café, solían acercarse a estas dos mujeres que solos les daban el avión, ninguna les hacía caso.

Mary estaba enfrente de Laura y al otro extremo de ese local, en una mesa que estaba en la banqueta, estaban otras tres mujeres, y la mujer que le daba la espalda cuyo cabello era rizado, era la mujer que Mary estaba vigilando y la razón por la cual ellas estaban ahí, aunque Laura tenía la idea que estaban esperando la llegada de un hombre para vigilarlo, en otras palabras, espiarlo.

Mary le seguía la plática a Laura que no se callaba, y al mismo tiempo tenia puesto sus ojos hacia aquella mujer que le seguía dando la espalda. La joven pudo identificar la otra mujer que estaba frente de aquella que estaba vigilando. Una chica de cabello lacio y corto, de ojos grandes y saltones.

—...Entonces yo le dije a Gustavo que no...

Laura seguía platicando y Mary no le ponía la mínima atención, pero en la plática le surgió la idea de quien era Gustavo, ¿Un amigo, un posible novio o un amante? Pero Mary nunca lo iba a saber ya que sería la última ida a tomar algo con la detective que parecía un cotorro cosa que nunca previno ya que en las juntas suele ser muy, pero muy seria, directa, seca y un poco humorística.

En aquella mesa que Mary no le quitaba la mirada, se acercaba una mesera con una charola con las respectivas bebidas de las chicas. Al parecer dos ellas ordenaron una bebida grande y una, la mujer que le daba la espalda, le dejaban una bebida más pequeña. Para Mary se le hizo raro, pero no se asustó ya que un día su amigo Tom le había comentado que Venus no solía tomar mucho café.

—Buenas tardes a todos, hoy quisiera presentarle una pequeña banda que nos tocara unas hermosas canciones—en todo el local se escuchaba una voz de una mujer, cosa que todos los presentes le volteaban a ver—Con un ustedes, los galácticos.

Mary al igual que los demás aplaudían antes que uno de los músicos dedicara unas palabras y el nombre de la canción.

—Gracias, y nuestra primera canción será Historia de amor.

Los clientes volvieron a aplaudir y estos comenzaron a tocar, sonándose primero una guitarra.

—Después te sigo contando—informó Laura, que se acomodaba para ver bien a aquella banda, donde una mujer comenzaba a cantar.

No todos veían a la banda, pero no negaban la entrada de esa hermosa canción a sus oídos, y entre esas personas estaba Mary y las tres chicas de la otra mesa que estaba al otro extremo del local.

Las tres mujeres seguían hablando y riendo, al parecer la charla entre ellas era más de mujeres que la de Mary con Laura, que prácticamente fue un desahogo y un deseo sexual. El grupo terminaba de tocar Historia de amor y comenzaba otra titulada Abrázame.

Mary estaba ahí viendo a las mujeres, pero en su mente tenía otra imagen donde estaba ella con su novio, cosa que fue provocada por las canciones que eran tocadas por el grupo. A Mary le afectaba estar en el Senado, tan solo de no ir a ver a su novio, de abrazarlo, de besarlo. Estar en el Senado era muy pesado y no solo para ella, sino que, para todos los agentes e integrantes. Por desgracia, Mary fue arrastrada por Tom. El Sanado para ella no existía, no estaba en sus planes, pero la amistad con Tom hizo que el Senado la absorbiera, la preparara y la mandara a proteger a personas o a lugares que corrían peligro.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora