Extra 2 - Paternidad - Final

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Silent Hill era un pueblo que contaba con una población muy pequeña, no cualquiera llegaba con la intención de quedarse, y los pocos que se aventuraban a visitarla no permanecían ahí por mucho tiempo. Había un par de razones para ello, en primer lugar por la complicada ubicación, y en segundo lugar por la mala fama que se había ganado, todo gracias a que la mayoría de sus habitantes eran brujas. 

Lolito notó el ambiente pesado desde el momento en que pasó por el gran cartel que decía: "Bienvenidos a Silent Hill". No sólo por la espesa neblina que lo cubría todo, sino también por las miradas curiosas que le dedicaban mientras caminaba por las calles del pueblo. Todos parecían sorprendidos de ver a un forastero, así que lo evitaban de forma muy obvia, y después de un rato se dio cuenta de que le sería muy difícil encontrar un lugar para pasar la noche. 

Suspiró por enésima vez y se fijó que su teléfono tenía poca carga, aunque lo que más deseaba en ese momento era una cama cómoda para poder descansar, porque había sido un viaje muy agotador. La poca comida que había llevado se le acabó después del desayuno y su estómago rugía por el hambre, así que también tenía que ocuparse de eso. 

El cansancio y el dolor en sus pies lo hizo detenerse frente a una banca de madera negra muy desgastada, sudando como loco gracias al clima tan húmedo. No estaba en buena forma y si alguien se metía con él no podría defenderse, así que no pudo evitar preguntarse si lo mejor sería regresar a la cabaña de la amiga de Auron y pedir posada ahí. Y estuvo a punto de hacerlo, sino fuera porque a su olfato llegó el tentadir aroma a comida recién hecha, y al buscar con la mirada el origen, vio a una mujer vestida toda de negro saliendo de un desgarbado edificio de madera, que a lo lejos lucía como un restaurante.

Sonrió aliviado, no estaba seguro si lo dejarían entrar, después de todo los habitantes del pueblo ni se habían portado amables con él desde que había llegado, pero valía la pena intentarlo. Así que, se puso de pie, tomó su mochila, y caminó decidido hasta la puerta del lugar. Pero antes de que pudiera abrir, una mano se posó sobre la suya con fuerza y lo hizo ponerse a la defensiva al instante. 

-¿Lolito?- el pelirrojo abrió los ojos con sorpresa, y por un momento tuvo dificultad para reconocer al hombre frente a él. Pero después de unos segundos, pudo distinguir la inconfundible mirada de su ex-novio. 

-Mangel…- tuvo que aguantar el repentino peso del contrario cuando este se abalanzó sobre él y lo abrazó con mucha fuerza. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron, y la verdad se había olvidado de lo que se sentía ser abrazado por él; sin embargo, no rechazó el contacto.

-No puedo creer que estés aquí, pensé que después de dejar Karmaland nunca te vería de nuevo- Lolito no dijo nada, pero después de unos segundos de incómodo silencio, deshizo el abrazo sutilmente.

-Perdona, no quería abrumarte, es sólo que es un alivio ver un rostro familiar después de tanto tiempo. Aunque me gustaría platicar un rato contigo, ponernos al día de cómo están las cosas en Karmaland, tal vez incluso saber porqué estás aquí. Podemos entrar al restaurante, venden el mejor plato de costillas que he probado en varios pueblos a la redonda- Mangel parecía genuinamente ilusionado por su encuentro, aunque para el pelirrojo estaba resultando algo incómodo. Después de todo, las cosas entre ellos no habían terminado muy bien.

Al final Lolito terminó aceptando la invitación a comer, se estaba muriendo de hambre y al parecer Mangel era bien recibido por los locales, así que eso era una ventaja. Además, tenía que enfrentar a su ex-novio en algún momento, y ya que el destino los había juntado en ese lugar, podría aprovechar el momento.

El restaurante estaba casi vacío, a excepción de una pareja de ancianos que se encontraban en una mesa del fondo, no había nadie más. Aunque en ese momento Lolito sólo pudo sentirse agradecido por el suave aroma a comida, y la refrescante sensación del aire acondicionado ahí dentro. Así que se acomodó en una suave butaca y pidió una cerveza para acompañar el plato de costillas que Mangel había sugerido; acto seguido sacó una cajetilla de cigarrillos de su chaqueta, y prendió uno sin pensarlo mucho.

RubiusBowl MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora