VIII - Sexo Telefónico

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Tres días pasaron en los que Vegetta no pudo regresar del Erebus, él y sus otros dos acompañantes habían avanzado demasiado y ahora el regreso se les estaba dificultando. Las comunicaciones con Karmaland eran casi imposibles, pero habían logrado mandar el mensaje de que estaban bien pero no regresarian en un par de semanas, por lo menos. 

Rubius llevaba encerrado desde que había recibido la noticia, la última persona con la que había tenido interacción era con Auron. Y de sólo recordar que por ese encuentro había declinado la oferta de Vegetta de ir al Erebus con él, hacía que se sintiera tan culpable. Y no era como que no confiara en las habilidades de Vegetta, pero ese lugar estaba lleno de bichos raros que podrían lastimarlo seriamente.

No podía hacer nada más que esperar, pero la espera era tan difícil que hasta había estado tentado de llamar a Auron, quería saber cómo estaba llevando la separación, quería saber si estaba igual de preocupado por Luzu. Pero algo le decía que hablar con el psicólogo no era buena idea, porque sólo faltarían un par de palabras para convencerlo de otro encuentro como el de antes.

Observó su teléfono por un buen rato, había alguien más a quien podía llamar, alguien con quien no había tenido interacción desde la reunión y con el que prácticamente había terminado. Fargan también estaba perdido en el Erebus; así que podía ser un buen amigo y llamar a Willy para preguntarle cómo la estaba pasando. 

Estuvo a punto de marcar cuando el rostro de Vegetta le hizo detenerse. Cerró los ojos con fuerza y lanzó el aparato a un lado, su cabeza era un mar de confusión y no sabía qué hacer para apaciguarlo. Había cometido tantos errores, con Auron, con Willy, con Luzu; sentía una punzada de culpabilidad de sólo recordarlo, no podía seguir tomando malas decisiones.

Lo mejor era dormir, ya luego ocuparía su mente con algo, aunque dormir hasta que Vegetta regresara no era tan mala idea. Era un oso después de todo, hibernar era muy fácil y podía hacerlo por semanas. Sólo tendría que ir poe mucha comida, pero eso sería fácil, parecía un buen plan.

Y casi se había decidido a salir al pueblo por provisiones, cuando el sonido de su teléfono le hizo sentarse y buscarlo, si milagrosamente era Vegettita quien lo llamaba no quería perderse de esa conversación. Pero a su mente sólo llegó la decepción cuando vio el nombre de Willy brillando en la pantalla. Apretó el aparato en su mano sin contestar, la llamada se cortó luego de un rato sólo para empezar a sonar de nuevo. Al parecer no se iba a dar por vencido…

-Hola- escuchó un suspiro del otro lado de la línea. 

"Por un momento pensé que me estabas ignorando"

-Eso intentaba pero no sabes cuándo rendirte- una risita poco común por parte de Willy le hizo incorporarse un poco en la cama, algo no estaba bien. 

"¿Sabes que me encanta de ti?, siempre logras alegrarme el día. Escuchar tu voz es suficiente para sacarme de mi agujero de miseria" después de esa frase escuchó el sonido inconfundible de una botella. 

-¿Estás bebiendo?- otra risa, seguida de un trago de la botella.

"Te necesito tanto en este momento, cada vez que pienso en tu blanca y cremosa piel me pongo duro" Rubius se sonrojó ante esa confesión, y no pudo evitar soltar un profundo suspiro. 

-Fargan estará bien, tiene a Vegetta y a Luzu para protegerlo. Deja esa botella y duerme un poco- esta vez escuchó el sonido de una botella rodando por el piso. 

"Él nunca ha logrado afectarme como tú, no puedo vivir sin ti. Te deseo tanto en este momento" el oso suspiró de nuevo.

-Es sólo deseo sexual, se que quieres a Fargan más de lo que puedes admitir. Pienso que la razón por la que estás así es porque lo extrañas a él- Willy lanzó una carcajada del otro lado de la línea. 

RubiusBowl MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora