XVII - Mordaza y Cadera

810 61 13
                                    

Vegetta despertó al no sentir el cuerpo de su novio en la cama, se incorporó un poco y se fijó que ya era de día. Pensó que tal vez había bajado a preparar el desayuno, pero cuando se puso en pie con la intención de salir de la habitación, escuchó ruidos provenientes del baño. Frunció el entrecejo y cambió su rumbo.

Se encontró a Rubius con la cabeza en el inodoro, vomitando entre gemidos ahogados. Cuando le vio acercarse hizo un gesto cansado y se limpió la boca con una toalla que tenía en la mano; Vegetta se inclinó detrás de él y acarició su espalda con suavidad para transmitir un poco de apoyo. 

-¿Lograste dormir algo?- el oso negó con la cabeza mientras volvía a limpiar su boca y tiraba de la palanca del baño. 

-Pareciera como si el bebé estuviese enojado conmigo y no deja que me duerma. Cada vez que regreso a la cama, siento la necesidad de volver al instante- acarició su vientre mientras dejaba caer su cuerpo hacia atrás, sobre el firme pecho de Vegetta.

-Te prepararé un baño caliente y tal vez eso te ayude a relajarte- Rubius asintió con la cabeza y sintió como los brazos de su novio pasaban por debajo de sus hombros y lo levantaban con facilidad.

-Me sentaré sobre la cama un momento mientras lo preparas, ayúdame a salir de aquí por favor- uno de los brazos de Vegetta se colocó en su espalda y pasó el otro debajo de sus piernas para levantarlo del suelo. Lo llevó así a la cama y el oso se dejó caer boca arriba sobre ésta, esperaría en esa posición que baño estuviese listo. Nunca se había sentido tan débil y cansado cómo ese día, no se esperaba que estar embarazado fuera tan molesto. 

El baño le relajó más de lo que esperaba, especialmente porque Vegetta había tallado su espalda con cariño, sin mencionar las dulces y atentas caricias que había recibido. Pronto se encontraba calmado y con un extraño apetito enorme; aunque tenía miedo de comer y volver a sentir las náuseas. 

-Sólo toma la medicina que te dió la doctora y estarás mejor. Puedes decirme que quieres comer y yo me encargaré de hacerlo una realidad- los ojos del oso brillaron con emoción mientras le daba una lista muy loca de lo que quería comer. Vegetta sólo abría cada vez más los ojos ante semejante pedido, sólo esperaba encontrarlo todo en el pueblo.

-Bien, iré al pueblo por todo esto, mientras tanto intenta dormir un poco- el guerrero de ojos violetas se puso en cuclillas frente al oso y depositó un beso en su vientre. 

-Más te vale que no le causes más problemas a papá, se bueno y ayúdale a dormir porque lo necesita- Rubius sonrió enternecido ante la tierna  acción de Vegetta y acarició sus cabellos con dulzura. 

Caminaron juntos hasta la puerta de la muralla y se despidieron con un corto beso; Rubius observó la figura de su novio desaparecer en la distancia. Sonrió con ternura y se sintió feliz de tenerlo a su lado, en ese preciso momento se sentía la persona más afortunada del mundo. Se dio la vuelta con la intención de regresar al interior de la mansión, pero antes de dar un paso una figura vestida de negro apareció frente a él.  

Frente a la puerta de Vegetta dos figuras vestidas de negro vieron como Rubius caía al suelo, inconsciente. Uno de ellos sacó un sobre rojo de entre sus ropas y lo pineo a la puerta con un cuchillo dorado. La otra figura levantó el cuerpo del oso con facilidad y se acercó a uno de los chocobos negros que los acompañaban. Minutos después se alejaron hacia el sur sin intercambiar ni una sola palabra.

*****

Luzu se abrazó con más fuerza al cuerpo frente a él y hundió su rostro en el pecho, el característico aroma de Lolito invadió sus fosas nasales y no pudo evitar restregarse. La mano en su cintura afianzó el agarre y la pausada respiración de Auron pegó contra su cuello causándole un placentero escalofrío. Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios, era uno de esos momentos que le gustaría extender para siempre, estaba tan a gusto. 

RubiusBowl MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora