Extra 1 - Bebés - Parte 1

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Auron levantó la vista del libro que leía y sonrió disimuladamente al darse cuenta que Luzu seguía luchando con su "proyecto secreto". Llevaba meses con eso y le parecía encantador ver cómo se frustraba cada día más, porque las cosas no estaban saliendo como se esperaba.

-Me rindo- tuvo que apartar la vista cuando Luzu se puso de pie y pasó a su lado tratando de ocultar entre su sudadera lo que había estado haciendo. Auron no dijo nada, sabía por experiencia que cualquier comentario le costaría una semana en la habitación de huéspedes. 

-Es la tercera vez esta semana que dice lo mismo- Lolito se acomodó mejor sobre las piernas del psicólogo, había estado fingiendo que tomaba una siesta para no incomodar a Luzu. 

-En verdad quiere terminar su proyecto antes de que nazcan los bebés- Auron dejó a un lado el libro que leía antes y llevó una mano a los cabellos rojos de su novio. 

-Intente ofrecerle mi ayuda ayer, pero dijo que no la necesitaba. Aunque la verdad es que no creo poder hacerlo mejor, de entre los tres él es el más hábil con las manos- ambos rieron. 

-¿Crees que estará decepcionado si resulta que ninguno de los dos…- Auron guardó silencio, ahora que lo pensaba no habían tenido esa conversación con Luzu, más que todo porque el castaño desviaba el tema cada vez que lo mencionaban. 

-Tal vez deberíamos preguntarle, que opina en realidad, si le molestaría o no- el psicólogo asintió, faltaba muy poco para el gran día y deseaba entender mejor los sentimientos del más reservado de sus novios. 

Rubius estaba sentado en una cómoda silla de mimbre mientras tomaba el sol, se encontraba en la terraza de la habitación de Vegetta y llevaba un par de horas ahí

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Rubius estaba sentado en una cómoda silla de mimbre mientras tomaba el sol, se encontraba en la terraza de la habitación de Vegetta y llevaba un par de horas ahí. La verdad es que el calor no era de su preferencia, pero desde hacía dos semanas que su cuerpo le exigía sentarse en ese mismo lugar a ser bañado por los cálidos rayos solares. Suponía que era algún tipo de antojo raro, algo así como cuando casi salía a oler el pasto que crecía cerca de la casa de Auron, o cuando insistió que quería nadar en el lago cerca del pueblo porque ahí el agua era más fresca. Al parecer sus hijos no tenían gustos convencionales.

-¿Almorzarás?- la voz de Vegetta lo hizo salir de su letargo y lo volteó a ver, sus ojos violetas le miraban con esa expresión de amor que lo hacía sentir relajado; aunque esos últimos días las cosas estaban algo tensas entre ellos. 

-No tengo hambre- trató de ser sutil en su tono de voz, aunque gracias a los eventos de las últimas semanas era difícil no hablar con fastidio. Sólo esperaba que Vegetta no empezará con el típico regaño de siempre, porque sino las cosas se podían poner feas.

-No desayunaste, sabes que tienes que comer, los bebés necesitan…- bueno, era de esperarse, así que se puso de pie molesto y entró a la habitación sin dejar que su novio terminara de hablar. Aunque al ver la cama hecha un lío y la maleta que se llevaría al hospital abandonada a un lado, le regresó la desesperación de siempre y no pudo evitar decir sus frustraciones al aire.

RubiusBowl MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora