EPÍLOGO - Tacones y Antifaz

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Creo que he pasado por mi fuerte dosis de karma estos últimos meses. Aunque para ser honesto, no puedo negar que muchas de las cosas que pasaron las merecía, algunas veces la vida te da lecciones que te ayudan a enderezar el camino y apreciar lo que tienes. 

Han pasado ocho meses desde que supe de la existencia de mis bebés, y aunque las circunstancias de su concepción no fueran las ideales, siempre estaré agradecido por ellos. Creo que este nuevo entendimiento de la vida me llevó a decidirme por no hacer la prueba de paternidad, es mejor si todo viene de sorpresa. 

Quiero tratar de arreglar los pedazos de mi vida que se rompieron el día en que Nieves me capturó. Quiero dejar los arrepentimientos atrás, mi psicólogo dice que es bueno soltarlos poco a poco. Aunque creo que lo único que nunca podré olvidar es cómo mi actitud tan infantil lastimó un corazón tan dulce como el de ella. Aunque sí que me gustaría poder volver en el tiempo y ver su encantadora sonrisa por última vez, la sonrisa que usaba siempre a mi lado. Es lamentable pensar que esa sonrisa se fue cuando mis palabras, dichas sin pensarlo, hirieron su frágil corazón. 

Willy y yo hablamos ayer, después de la terapia de Fargan. Recordamos buenos momentos, y eso fue muy bueno para mi cansada consciencia; aunque debo admitir que es extraño hablar con él sin la tensión sexual que siempre nos rodeaba. Pero me alegro que él al fin haya conseguido definir sus sentimientos por Fargan, espero que sean tan intensos comos los míos por Vegetta. Ambos merecen una segunda oportunidad, y se que ese loco búho volverá a caminar muy pronto. 

Su hilo de pensamientos se rompió cuando Kira se restregó entre sus piernas, así que cerró el cuaderno de pasta morada que tenía entre sus manos y lo dejó a un lado junto con un lapicero del mismo color. El sol se estaba poniendo en el horizonte y los bebés le pedían alimento con urgencia, era increìble la cantidad de comida que podía devorar en un día desde que estaba embarazado. No pudo evitar sonreír ante el pensamiento. 

-Cuando sonríes de esa manera me dan ganas de tomarte entre mis brazos y besarte hasta que me pidas que pare- el oso sonrió más ampliamente y volteó para perderse en esos ojos violetas que lo volvían loco. 

-Pues no se que estás esperando- extendió sus brazos y Vegetta se acercó para acomodarse entre ellos, se besaron con la misma pasión y ternura de siempre. Se habían prometido que nunca dejarían que sus besos fueran flojos, porque querían vivir cada uno como si fuera el último.

-Puedo apostar lo que quieras a que dejaste de escribir porque tienes hambre- Rubius se separó un poco y le regaló una sonrisa. Vaya que lo conocía bien. 

-Pues como por tres, así que siempre tengo hambre. Y hoy me muero por una hamburguesa triple con queso- Vegetta frunció el entrecejo y negó ligeramente.

-Ya sabes lo que opino de la comida chatarra, no te ayuda a ti ni a los bebés- un puchero se formó en los labios del oso al escuchar esas duras palabras. 

-No seas tan estricto amor, sino tus hijos tendrán cara de hamburguesa triple con queso- Vegetta rodó los ojos y suspiró, Rubius supo con ese gesto que había ganado. 

*****

Luzu terminaba de preparar la cena con la mayor rapidez que podía, era un día especial y quería que todo fuera perfecto. Sonrió de sólo pensar en la cara que pondrían al ver lo que había hecho, estarían tan felices. 

-Debo admitir que me encanta la forma en que pones tu esfuerzo en hacer estas cosas. Eres adorable- Luzu se sobresaltó al escuchar la aterciopelada voz de Auron muy cerca de él y volteó para encontrarlo apoyado en el marco de la puerta. 

-Vaya, pensé que venias más tarde- el psicólogo se acercó, lo abrazó por la espalda y besó su cuello. El castaño cerró los ojos un momento para disfrutar del contacto.

RubiusBowl MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora