Capítulo 11: Entrenando fuera del lugar

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—Un buen tiempo sin verte, Helleans —saludó Light mientras sonreía con un rastro de malicia.

—A pesar del poco tiempo que tenemos conociéndonos, presiento que me pediras algo malo —respondió Helleans mientras su rostro se oscurecía.

—Para nada amigo, solo quería ver como iba tu progreso —se rió Light.

—Pues, ya empece a formar mi núcleo de mana, mi progreso va rápido gracias a varias cosas las cuales no te comentaré —comentó Helleans —¿Y tu como va...

Helleans abrió los ojos de repente y después observo con mayor detenimiento a Light. Helleans se dio de cuenta que Light ya había despertado su núcleo de mana lo cual lo sorprendió mucho.

—¿Ya despertaste tu núcleo de mana? —dijo sorprendido Helleans.

—¿Como te diste cuenta? —También Light se había sorprendido por la gran percepción de su amigo.

—Gracias a Snow, tengo una mayor afinidad a la hora de sentir y ver el mana. Por los momentos, solo puedo ver como el mana entra de una forma mucho mas fluida y pura que antes, ademas de dirigirse a una bola en medio de tu pecho quedándose impregnada allí.

—Supongo que Snow es la voz en tu cabeza —sospechaba Light, Helleans al instante asintió—. Bueno, desperté mi núcleo hace unas semanas atrás, y es por esa razón que te llamé. Necesito un favor tuyo.

—Lo sabia —respondió rápidamente Helleans mientras seguido de eso soltaba un suspiro—. ¿Que necesitas?

Light le explicó lo que pensaba hacer para seguir practicando su uso de la magia. Light no le contó mucho a Helleans de que el era un maestro elemental, solo dijo que había aprendido a usar magia de fuego y que quería ir al bosque a entrenarla.

—Tu rareza sigue aumentando, y de paso, estas loco — argumento Helleans en respuesta a su progreso e ideas.

—Oh vamos, solo necesito una daga de mas o menos 30 centímetros.

Helleans suspiro y luego dijo:

—¿Y que pasó con la espada que te ganaste en la lucha del festival?

—Mi mamá lo tiene guardada y no quiero arrebatársela a escondidas y levantar sospechas.

—Esta bien, lo intentare. ¡Pero no te prometo nada! —Aceptó Helleans.

—Que buen amigo tengo —se alegró Light mientras se reía y golpeaba la espalda del pobre Helleans.

—¿Desde cuando somos amigo? —Fue lo último que dijo Helleans antes de irse para su casa junto a su padre.

En la mañana siguiente, Helleans apareció con una daga de 30 centímetros exactamente. La funda donde estaba guardada la daga era de color rojo y tenia bordados dorados, cuando Light la desenfundo, pudo notar que la hoja era tan brillante y plateada que incluso el se veía reflejado.

Light soltó un silbido por lo hermosa que era la daga.

—¿De dónde sacaste esta hermosura? —Pregunto Light.

—Mi abuelo me lo regaló el año pasado, no lo uso y no me interesa mucho por lo que lo tenia guardado y luego pedí permiso para regalarlo.

—¿Y aceptaron así de fácil? —Preguntó Light sorprendido.

—Para nada, tuve que persuadir a mi abuelo diciendo que es para el futuro del pueblo, lo cual aceptó eso. Tampoco dije que para ti, así que estas seguro.

—Vaya abuelo —se rió Light.

—Por cierto, ten cuidado, según mi abuelo y mi padre, hay una bestia salvaje que entra en los rangos —advirtió Helleans.

La Unión De Los ReinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora