Capitulo 3 ❦ Socialmente Diferentes

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Las diez sirvientas compartiriamos una enorme habitación, una puerta daba a un pasillo con una salida del palacio pero no de los terrenos de este y la otra era para ingresar al palacio desde un gran pasillo que se separaba en dos para señalar caminos distintos. Uno de ellos guiaba a los baños donde fuimos todas, había unas muchachas ahí que nos limpiaron de pies a cabeza con una esponja que dejaba cada parte del cuerpo rojo y sensible al tacto, el agua casi ardía, no ayudaba en nada a las heridas que habían dejado por la fuerza al cepillar nuestra piel pero admito que después de años de tener que aguantar el agua fría y aveces hasta sucia, esto no parecía tan malo.

Después de bañarnos y secarnos, nos enrollaron en toallas blancas, nos dieron unos zapatos y nos hicieron volver a la gran habitación, la señorita Fleur estaba ahí de pie esperando por nosotras, habian unas bolsas a sus pies.

- Aquí están sus uniformes, dense prisa - todas nos acercamos a las bolsas y comenzamos a sacar las prendas

Observaba a las chicas, todas parecíamos tener una complexión similar asique los uniformes nos quedaron bien, era una camisa blanca con un listón negro al cuello y un vestido negro que nos cubría hasta los tobillos, unas medias blancas y ropa interior.

Nos paramos en linea cuando todas terminamos de vestirnos, teníamos las manos cruzadas delante de nosotras y la cabeza gacha.

- Ahora les mostraré sus deberes, se dividirán en grupos al final del día - la señorita Fleur avanzó y todas le seguimos el paso.

Fue por el pasillo contrario a los baños que era otro que se dividía en dos, ella dobló a la derecha y siguió caminando sin aligerar el paso.

Llegamos a la cocina del palacio, era enorme y había mucha gente cocinando y moviéndose para todos lados.

- ¿Cuántas necesitas Mickel? - preguntó la señorita Fleur, un hombre se acercó a nosotras, usaba un traje blanco que no tenía una sola mancha, era alto y algo gordo, sus mejillas estaban sonrojadas y su boca era como una gran línea recta, sin expresión alguna

- Dos señorita Fleur - respondió, su voz me pareció algo agradable, me recordó algo al amable hombre del mercado que me daba más alimento del que debería

La señorita Fleur señaló a las dos últimas chicas de nuestra fila y las dejó en la cocina, nosotras seguimos avanzando.

Al salir de la cocina llegamos a un gran salón, era tan espacioso que en mi poca comprensión del espacio que usaba no lo pude comparar con nada, tal vez cercano al tamaño del mercado pero lo dudaba. Habían unas sirvientas como nosotras limpiando cada esquina del gran salón y cada decoración cuidadosamente, una de ellas tenía un uniforme diferente, más azulado y casi similar al de la señorita Fleur, nos vio y se acercó a nosotras.

- Justo a tiempo señorita Fleur - dijo ella con una expresión de cansancio - necesito cuatro chicas - dijo con seguridad mientras nos miraba de pies a cabeza

- Claro Tiara - respondió la señorita Fleur con una sonrisa, señaló a dos que estaban antes que yo y otras dos que estaban de las últimas, ahora yo era la última en la fila de cuatro que quedábamos

Después de dejarlas en el salón continuamos nuestro camino, llegamos a un pasillo distinto a los demás, lo cubría una enorme alfombra roja con diseños blancos en los bordes, llegamos hasta unas escaleras que debimos subir hasta llegar al segundo piso del palacio pero se veía que se podía seguir subiendo, avanzamos y por las grandes ventanas de cristal pude ver el hermoso paisaje de la ciudad, nunca la había visto desde esta altura. Toda la belleza quedaba oculta al nivel del suelo, solo veía charcos de agua sucia, ratones y basura, ahora sólo veía el cielo azul, los árboles con sus hojas cambiantes y diversos colores de distintos tejados, era cautivador.

En cuanto volví a la normalidad las chicas ya habían avanzado hasta llegar a otro corredor, trate de alcanzarlas pero tropecé con alguien que apareció desde un pasillo del lado contrario, caí al suelo, mi cuerpo tembló, estaba en el palacio y pude haber tropezado con cualquier persona, entre ellos, príncipes y emperadores. Me levante lo más rápido que pude, sacudi la falda del vestido y estire mi brazo para ayudar a quien hubiera tirado, mis ojos no estaban listos para tal belleza.

Era la mujer más hermosa que habia visto en toda mi vida, su cabello rubio caía liso y grácil desde su nuca hasta su cintura, su ojos azules eran igual al cielo que acababa de ver, su piel tan blanca y tersa, el sol entró por la ventana, la iluminó de pies a cabeza, parecía un angel, tuve que pestañear varias veces para salir del trance, ella tomó mi mano y me llamó la atención lo ligero de su peso, pude levantarla muy fácilmente e incluso tuve miedo de usar demasiada fuerza, su piel que debería estar cálida estaba fría al tacto, no entendía, su vestido se veía de alta calidad y hermoso, imaginaba que debía ser una mujer importante en el palacio, entonces porque se veía tan demacrada.

- Gracias - dijo ella, su voz tan aguda y baja al mismo tiempo, como un susurro, fue como una canción de cuna para mis oídos

- Disculpe...- dije - fue mi culpa...la hice caer, lo siento mucho...

- Tranquila - respondió con una sonrisa

- ¡¿Que haces?! - la señorita Fleur se acercó corriendo hacia nosotras, baje mi cabeza y cruce mis manos frente a mi cuerpo, mis hombros naturalmente se elevaron y cerré mis ojos con fuerza, rezando por no haber cometido un error muy grande - Señora Rosella...¿Se encuentra bien? ¡Tú, niña! - me grito - disculpate con la señora Rosella ahora mismo

Voltee nuevamente hacia la mujer que había tirado y abri mis ojos.

- Lo siento mucho Señora Rosella, disculpeme por favor - casi me arrodillo en el suelo, el miedo impedía que mi rostro se sonrojara de vergüenza

- Esta bien pequeña - de nuevo sonrió y me hizo alzar la mirada - debes ser nueva en el palacio - asentí - entiendo, es normal estar nerviosa, me paso lo mismo mi primer día aquí, respira hondo y da un paso a la vez, adiós señorita Fleur y...

- Soy Adelia, Adelia Blessing - acarició mi rostro suavemente y siguió su camino

La señorita Fleur suspiro y se limpio el sudor de la frente.

- Me vas a volver loca niña, camina - la seguí nuevamente pero la curiosidad no me dejo olvidar a la señora que acababa de ver

- Señorita Fleur - me miró como quien mira a un insecto pero entendía que acababa de cometer un error

- ¿Qué quieres? - preguntó

- La Señora Rosella...¿Qué es ella en el palacio? - la señorita Fleur me miró y suspiro otra vez

- Ella es una concubina y no cualquiera, es la favorita del emperador asique aléjate de ella, si cometes un solo error con ella...bueno...acabas de cometer uno, me pregunto que te hará...

Traque saliva, nuevamente estaba aterrorizada por lo que podría pasar, era mi primer día en el palacio y ya había arruinado la única oportunidad de acatar el consejo que el hombre que me trajo me dio, ahora si temia por mi futuro.

Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz AdeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora