Capitulo 5 ❦ Mal Inicio

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Hacia frío esta mañana. Ya habían pasado semanas desde que llegué al palacio, dejé de contar cuando pasó un mes, no es que esperara que algo pasara pero creo que deje de hacerlo porque me conforme con el destino que había llegado a mis manos. Era una sirvienta sin voluntad propia en el palacio imperial.

Mientras lavava a mano cada prenda de todas las sirvientas del palacio pensé en mí vida antes de esto, no era tan diferente, trabajar, comer y dormir, se repetía cada día, la única diferencia que resultaba en un cambio agradable era el hecho de que al menos no sufría una violencia innecesaria, más o menos.

Desde el accidente con la concubina favorita del emperador nadie del palacio quiso tenerme a su servicio, todos me rechazaron asique la señorita Fleur se vio obligada a darme un trabajo en solitario, el día de hoy fue lavar las prendas sucias. Antes de esto había sido retirar la maleza, limpiar las fuentes en los jardines del palacio, cepillar a los caballos, limpiar los establos, cuidar el invernadero que era gigante, casi del tamaño de la casa en la que solía vivir.

De vez en cuando miraba las ventanas del palacio, no encontraba miradas empaticas a la situación de los demás, tal vez es que la gente que vive aquí no mira hacia abajo, no tienen la necesidad de hacerlo, solo miran hacia arriba, superiores. Estornude fuertemente, trate de rascarme la nariz y quedo algo de jabón en mi rostro, era molesto, este irritaba mis manos y hacía lo mismo con mi rostro.

No prestaba ninguna atención especial a nada hasta que escuche como algo interrumpía la dirección del viento, entonces un gran estruendo sono junto a mi, me hizo caer sobre el agua de la impresión, lo que empeoró mi frío. Mientras trataba de sacar el jabón de mis ojos sentí como unas manos se posaban en mis hombros.

- Tranquila, tranquila...- era la voz de un hombre, sonaba joven - déjeme ayudarle...- sentí como pasaba una tela suave por mis parpados y mi rostro - ya esta...

Abri mis ojos y lo primero que pensé fue.

- Un ángel...- salió como un susurro de mis labios, su sonrisa al escuchar esto me encandilo aún más, su cabello rubio casi cubría sus ojos que eran de un hermoso azul, como el cielo despejado, su piel era tan clara y hermosa, parecía hecho del mármol más fino y caro del mundo, parecía que sobre sus labios se había posado un pétalo de rosa para después caer y sólo dejar un leve color rojo en ellos

Escuche unos pasos bulliciosos que me molestaron. El ángel se levantó y se oculto entre los arbustos que rodeaban los distintos jardines del palacio, ahora me encontraba en el jardín trasero, el más alejado.

- ¡Señorita! - escuche que alguien me grito

Me voltee, eran dos guardias reales, reconocía sus uniformes, no eran como los que había visto la primera vez en el palacio, eran de un nivel más bajo, simples guardias que vigilaban entradas y salidas dentro del palacio, aun así, me levante y sonreí, ya había cometido muchos errores, mejor tratar de agradar a la gente.

- Caballeros - hice una pequeña reverencia, no muy exagerada, solo en señal de respeto, seque mis manos en mi delantal blanco que igual estaba algo humedo

- ¿De casualidad vio a alguien pasar por aquí? - me preguntó el guardia mientras trataba de recuperar el aliento, sonreí y apreté mis labios

- ¿Algo más específico que me pueda decir? - no quería pensar que buscaban al ángel por ser algún tipo de criminal dentro del palacio pero si lo fuera no se hubiera detenido a ayudarme y desperdiciar el tiempo - la señorita Fleur estuvo aquí hace un rato y...- vi la montaña de ropa que aun me quedaba por lavar - algunas sirvientas...

- ¿Vio a su alteza real el príncipe Velkan? - de nuevo apreté los labios y entrecerre mis ojos

- Lo siento...temo que desconozco la apariencia de su alteza - no era mentira, no miraba los diversos cuadros colgados por todo el palacio de la familia Imperial, en parte porque ya casi nunca estaba al interior

- Su alteza es rubio, de ojos azules, alto...- era el ángel que acababa de caer del cielo, mis mejillas se sonrojaron por la vergüenza - ¿Qué sucede? - me pregunto el guardia al ver mi sonrojo

- Hace mucho frío aquí afuera...el viento congela mi rostro - dije - temo que no he visto a su alteza...aunque...- vi al arbusto, entre hacer enojar a unos guardias y molestar a su alteza - creo que escuche unos pasos...por allá - apunte a la vuelta del palacio, camino a los establos

Ambos guardias salieron corriendo hacia donde apunte, allá se encontrarían con más gente que seguro les señalarian otras direcciones.

- De nada...- susurre mientras los vi alejarse - que maleducados - susurre para mi misma

Mire el arbusto y el ángel de levanto, tome cada punta de mi vestido mire hacia abajo e hice una reverencia.

- Su alteza real príncipe Velkan - salió de entre los arbustos, observe sus botas negras, observe cada detalle de su elegante traje azul y blanco con botones dorados, hasta llegar a su hermoso rostro, tuve que contener el aire

- Gracias - me dijo, me miró por unos segundos, esperaba que no se diera cuenta - ¿Qué sucede? - preguntó y costaba más contenerlo

- Discúlpeme su alteza - me voltee respire profundo un par de veces y contuve la sonrisa que se formaba en mi rostro, después de unos segundos ya me sentía en control, volví a mirarlo y aclaré mi garganta - tiene...unas hojas...en su cabello...su alteza...

El abrió sus ojos, se volteó y comenzó a sacudir su cabello, aproveche esto para reír en voz baja, no me burlaba de él pero pasar de un ángel a un vago me dio algo risa.

- De acuerdo...¿Mejor? - preguntó con una sonrisa, no pude evitar sonreír de vuelta

- Si su alteza, se ve inmaculado - hice otra reverencia y me volvía a agachar en el suelo para lavar las prendas que había dejado tiradas

- ¿Te hacen lavar la ropa con este frío? - pregunto él, en lo personal no es como si este trabajo me pareciera desconocido o cruel, ya lo había hecho millones de veces antes con climas mucho peores

- Alguien debe hacerlo su alteza - respondí

- Lo siento...creo que por mi culpa mojaste toda tu ropa - dijo, mire mi vestido y por supuesto, mis mangas chorreaban y todo mi pecho estaba cubierto por una capa de humedad que bajaba hasta mi falda

- No es problema su alteza, no es su culpa - respondí mientras seguía cepillando la ropa

Se quedó en silencio, supuse que ya se estaría llendo y entonces sentí como una calidez se extendía por mí espalda y mis hombros, había dejado su chaqueta de muy alta calidad sobre mi, entre en pánico.

- ¡Su alteza...! - comencé pero el me hizo callar poniendo su dedo sobre mis labios

- Volveré por el...tranquila...- me guiño el ojo y siguió su camino hacia los jardines de rosas

En verdad era incapaz de entender a las personas de este palacio, al comienzo me pareció que el hombre que me trajo me advertía cuidarme de todos ellos, después de conocer a la señorita Fleur sentía que estaba punto de morir de miedo a cada segundo, pero después conocí a la concubina que a pasar de haber chocado contra ella me pareció bastante amable y dulce además de hermosa, el príncipe también me parecío comprensivo y gentil, aunque el capitán de la guardia si que daba miedo. Todas estas personas me confundían.

Me levante por un momento y me aleje de la muralla del palacio, quería ver de nuevo las ventanas nuevamente sin rostro a la vista, me sentí algo decepcionada, hasta que en una ventana del segundo piso pude reconocer el rostro gentil de la concubina Rosella, sonreí al recordar la forma tan amable en que se dirigió a mí y me aconsejo, fue solo una oración pero me dio fuerza, aun así, como los otros ella no miraba hacia abajo, seguí el curso de su mirada hasta los jardines de rosas, su ventana estaba justo sobre donde yo estaba, algo me hizo sentir incomoda y al comprenderlo cerré mi propia boca con mis manos, no emití sonido alguno, el príncipe estaba en la habitación de la concubina favorita del emperador.

Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz AdeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora