- ¿Qué significa esto? - aunque me había preparado mentalmente para esto aun me molestaba y sería ganas de llorar - ¡Te dije que tuvieras cuidado con el uniforme! - la señorita Fleur me regañaba por el estado de mi ropa, no dudaba que pasaría después de todo ahora mi falda negra tenía un agujero por el que se veía la capa inferior blanca, era muy notorio - ¿Qué haré contigo? - decía mientras apretaba su entrecejo con dos dedos y suspiraba
- Lo siento...- comencé pero levanto su mano y me detuvo
- No te des vueltas por el palacio solo...solo quedate en el jardin y ve a alimentar a los caballos - asentí en silencio
Camine al jardín y fui nuevamente a los establos.
- Buenos días - le dije al hombre en la puerta, el sonrió
- Buenos días - me respondió mientras abría la puerta
Al entrar el único que se mostró emocionado era el mismo caballo negro al que había alimentado de los últimos ayer.
- Hola...¿Ahora si te agrado? - ahora hablo con caballos
Avance alimentando a los caballos hasta llegar a él, acerque la cubeta a su boca y comenzó a comer.
- Ahora entiendo, te gusta que te mimen - ahora que lo notaba la puerta del establo no había sonado el día de hoy al abrirse
- ¿Tú de nuevo? - escuche a mi espalda
Hice una pequeña reverencia.
- Buenos días capitán Enrick - el solo hizo un ademán con su cabeza
- Veo que te agrada mi compañero...- su voz aun me parecía intimandante y bueno, en realidad todo de él daba una sensación de poder asesinarte con sus manos
- Rem es un buen caballo, creo que sólo quiere que lo mimen...- respondí acariciando al corsel
- Un corsel de batalla que es mimado se volverá débil - ahora si me estaba enojando
- Entonces, tal vez, no deberían usarlos para ir a la batalla ¿No cree? - respondí de inmediato
- Si tuviera otra opción no lo haría, como dije, Rem es mi compañero...- comenzó a acariciarlo, tal vez lo había malinterpretado
- Entonces si le importa...me alegro - deje el balde de comida en su lugar y me retire
El sol calentaba más que otros días y veía como de a poco la nieve se derretia, ya pronto sería primavera, extrañaba ver las flores y el verde de los arbustos del palacio. Estaba en el jardín hasta que vi que que dos carruajes se acercaban, venían del palacio de Flores, reconocí a los guardias que venían a pie y los salude solo con mi mano desde lejos, ellos con una sonrisa me devolvieron el saludo.
Bajaron las concubinas de su majestad del carruaje, la señora Crystal y la señora Tatiana con sus correspondientes damas de compañía, me escondi antes de comprobar que la última en bajar era Blanche, estaba detrás del muro viendo como sonreían y hablaban entre ellas en el exterior.
- ¿A quien espías? - salte en mi lugar, era nuevamente el capitán que veía con preocupación pero no por mi, si no por mi comportamiento sospechoso
- No es lo que cree - respondí de inmediato, casi sentí el sudor cayendo por mi frente - espere...me pone nerviosa - dije tratando de recuperar el aliento
- ¿Disculpa? - pregunto él
- Si, recuerdo cuando se presentó y recordando eso sumado a mi sospechoso comportamiento me da miedo que me mate o algo...- acepte de inmediato
- Si me explicas no habrá necesidad - suspiré de alivio
- No estoy espiando, más bien estoy evitando - dije mientras de nuevo me asomaba, todas las mujeres ya habían entrado y suspiré de alivio nuevamente
- ¿Evitando? - mire mis manos que apoyaba en la muralla, eran casi imperceptibles pero ahí estaban, unas líneas algo más oscuras que mi color de piel habitual, las cicatrices no desaparecen
- A las concubinas, no les caigo muy bien...- casi me voltee los ojos a mi misma - tampoco a las damas de compañía...al fin que no le caigo bien a nadie
- Entiendo - dijo de inmediato
- ¿Entiende que no le caiga bien a nadie? - dije riendo
- Entiendo que no les agrades a las concubinas - el se alejo unos pasos pero antes de irse se volteo por última vez - no les gustan las mujeres hermosas...- con esas última palabras se fue
Me sonroje, que bueno que se había ido si no hubiera visto como me ponía como tomate, nadie me había dicho directamente que era hermosa, no alguien del sexo opuesto y tampoco de esa manera tan segura, me golpee la cara un par de veces para superarlo y me quedé en el jardín.
Mientras veía el jardín desde la puerta trasera escuché como la ventana del segundo piso se abría, debía ser la señora Rosella y la misma se asomo, miró a lo alto y en un suspiro bajo su mirada, nuestros ojos se encontraron, como si no hubiera podido evitarlo ella sonrió, se me apretó el corazón, era tan hermosa, pestañe un par de veces y recordé que tenía que hacer una reverencia, la hice.
- Buenos días...- me dijo ella, como había tanto silencio pude escucharla sin necesidad de que elevará su voz
- Buenos días señora Rosella - dije - se ve muy hermosa el día de hoy...- que vergüenza, por qué lo dijiste
- Tu también te ves muy hermosa - esta vez mis mejillas se sonrojaron y ella me vio, sonrió hacia mi - sube...
- ¿Eh? - salió de mis labios
- Ven a mis aposentos - mire hacia todos lados tal vez no me lo decía a mi - Adelia - recuerda mi nombre - te hablo a ti...sube
Si pudiera saltar todo y llegar a su habitación lo haría, entre de inmediato al palacio, evite correr pero caminaba muy rápido hacia sus aposentos y a mitad de camino me encontre con la señorita Fleur que hablaba con las concubinas, bueno no se si "hablar" fuera la palabra correcta, más parecia que le daban órdenes.
- ¡Tu! - casi grito la señora Crystal, yo me acerque e hice una reverencia
- Señora Crystal, señora Tatiana - dije
- Tú ve por el agua para el té - pude sentir la sonrisa diabólica en sus labios y mis manos por un segundo ardieron, como si reviviera lo que pasó
- Lo siento...pero la señora Rosella me ha solicitado primero - respondí levantando la mirada - permiso...
Pero antes de que pudiera continuar Crystal me tomo del brazo y me arrojó al suelo.
- ¿Quién te crees para desobedecerme? - vi cómo levantaba su pierna para pisarme, cerré los ojos esperando el dolor pero no sucedió, en cambio se escucho otro par de tacones acercándose
- ¿Y quien te crees tu para pasar sobre mis órdenes? - esa voz, era la voz de la señora Rosella, levante la mirada y ahí estaba, cómo era que con solo estar de pie despedía un aura tan digna.
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Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz Adelia
AcakElla lo perdió todo, sus padres murieron dejándola sola en el mundo, su familia adoptiva decide venderla al palacio imperial para tener algo de dinero, en lugar de deprimirse ella decide dar el máximo para sobrevivir en el palacio y logra conocer a...