Capitulo 17 ❦ Noche En Desconcierto

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- Es cierto...- me decía la señorita Fleur - a mi también se me había olvidado...

- Entonces es cierto...debo quedarme en el palacio de Flores...- ella asintió

- Es la tradición, las concubinas y sus damas de compañía de quedan en el palacio de Flores, la única excepción es la concubina Rosella...- esto no se ve nada bien

Seguro van a poner cosas en mi cama, seguro que no me van a dejar dormir, tal vez qué cosas me hagan si me ven ahí desprotegida.

- ¿No puedo quedarme con las sirvientas? - pregunté, no quería ser una molestia y tampoco creía ser especial pero temia seriamente por mi seguridad si me quedaba en el palacio de Flores

- No, lo siento...- malditas tradiciones

- Entiendo, entonces me retiro...- hice una reverencia y camine hacia la salida trasera al jardín

Cerré la puerta a mi espalda y solo observe, ya no había rastro de nieve, al fin estaba iniciando la primavera y los jardines del palacio de llenarían de hermosas flores de todos colores, ansiaba ver ese paisaje. Mire la ventana de la habitación de la señora Rosella, esta se abrió y vi como el príncipe se asomaba. Nuestros ojos se encontraron, observe hacia todos lados, no se escuchaba nada asique le hice una señal para que bajara, lo hizo.

- Su alteza príncipe Velkan - hice una reverencia

- Adelia - dijo, levante la vista de inmediato ¿sabía mi nombre? - creo que debo felicitarte - continuó con una sonrisa - Rosella me contó que ahora eres su dama de compañía...

- Así es su alteza - por eso sabia mi nombre, la señora Rosella se lo había comentado

- Me alegro por ti - por ahora lo único bueno de ser dama de compañía es que puedo estar con la señora Rosella pero fuera de eso nada más

- Muchas gracias su alteza - respondí

- Rosella me dijo que le gustó mucho tu obsequio - asentí repetidamente, yo también estaba feliz de que le hubiera gustado

- ¿Le comento algo sobre la flor? - pregunté - ¿Le gustó? ¿Cree que le vaya a ser útil? La señora Rosella me comentó que es para aliviar el dolor asique espero que no la necesite...- no quería que ella sufriera ningún dolor, el príncipe comenzó a reír

- Tranquila, ella está muy feliz, normalmente solo recibe obsequios por compromiso o imagen asique está contenta de que alguien solo hubiera pensado en que le gustaría y se lo obsequiara tan honestamente

Suspiré de alivio.

- Me alegro mucho - creo que sonreí, me hace feliz que la señora Rosella apreciará mi regalo

El príncipe me sonrió y acarició suavemente mi cabello, mi corazón no se aceleró, de hecho todo lo contrario, sentí una tranquilidad que nunca antes había sentido, una calidez que se extendía por todo mi cuerpo.

- ¿A donde te diriges? - me preguntó y me saco del momento de ensueño que solo había sucedido en mi imaginación

- Al-al...palacio de Flores - respondí

- Entiendo, que pases buena noche Adelia...- el retomo su camino, dándome la espalda sin esperar respuesta

- Que pase buena noche...Velkan...- me sentí avengonzada de inmediato y me encamine hacia el palacio de Flores tratando de bajar el rubor de mis mejillas

Cuando pase junto a la fuente que estaba en medio de ambos palacios comencé a sentirme nerviosa, mis manos sudaban y temblaba de pies a cabeza, no deje que eso me impidiera seguir adelante.

Y entonces llegué, estaba a solo unos metros de la entrada, respire profundo y dejé salir el aire, vi a los guardias que siempre estaban vigilando y me acerque a ellos.

- Buenas noches - dije haciendo una reverencia

Ellos se me quedaron mirando como si estuvieran viendo una aparición.

- Eh...- fue lo único que salió de la boca de uno de ellos, lo observe, tal vez no me reconocían

- Soy yo, Adelia...tal vez no sabían mi nombre - me reí nerviosa - estuve aquí hace algunos días...salí corriendo...

- No, si la reconocemos...- se miraron y yo tampoco entendía lo que pasaba

- Disculpe es que...- comenzó el otro

- Las damas de compañía no suelen saludar...ya sabe - en eso quede aún más confundida

- ¿Es contra las reglas o algo así? - pregunté, ambos negaron con la cabeza - entonces esta bien, que mal educadas son...- susurre, ambos rieron

- ¿Va a quedarse aquí desde hoy? - me pregunto uno de ellos

Mire el palacio y no pude sentir tranquilidad, me daba más la sensación de ser un lugar embrujado, en cualquier momento saldría alguien con un cuchillo y me cortaría la garganta.

- Creo que no...- dije suspirando - que miedo...

- ¿Y donde dormirá? - preguntó el más alto de ambos, tenía una mirada amable y se veía preocupado, él otro se veía algo más joven pero curioso con la situación, sus ojos tenían un brillo especial, como si todavia se asombrara con todo

- No lo se...- me di la vuelta para irme pero antes de hacerlo me voltee - me di cuenta de que nunca les pregunté su nombre...

- Yo soy Linno - se presentó el mas joven - soy guardia desde hace poco asique por favor tengame paciencia...- entre qué dijo eso el más alto lo golpeó levemente en la cabeza

- Soy Jissue - se presentó con autoridad - trabajo como guardia del palacio de Flores desde hace diez años asique no se preocupe, este niño no cometerá errores en mi turno...

Sonreí a ambos.

- Un placer haberlos saludado Jissue y joven Linno, que tengan una noche sin problemas - camine de regreso al palacio imperial

Observe hacia todos lados, donde podría dormir, tal vez podría colarme en la cocina, no, me verían, a veces se pedían bocadillos hasta entrada la mañana, en alguna habitación, no sabía su había alguna, me senté en la fuente y cuando volví a fijar la mirada en el palacio vi el invernadero, al que nadie entraba salvo cuando caía la tarde a regar y revisar las plantas.

Me acerque escondiendome entre los arbustos y entré al invernadero sin hacer ruido, por las plantas el lugar estaba cálido asique no necesitaría una manta, solo debía buscar donde acomodarme en el piso, ya estaba acostumbrada, estos meses en el palacio he dormido bastante mas cómoda en comparación a estos últimos diez años asique no sería problema volver a hacerlo.

Me quite la capa superior del vestido y la deje en un lugar donde no se ensuciaria, repetí lo mismo con varias de mis capas de ropa, hasta llegar a la penúltima y así me recosté en el suelo cerca de una flores con aroma tranquilizador, mirando el cielo estrellado a través del cristal.

Mis ojos lentamente se cerraron y mi mente divago entre todo lo que había leído hoy y las historias que mi madre me leía, se sintió acogedor.

Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz AdeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora