Capitulo 9 ❦ Herida

49 10 0
                                    

- No te muevas, no tienes permitido llorar ni emitir sonido alguno - dijo Blanche

Mordi mis labios para contener lo que sabía podría salir de mis labios.

- Que esto sea una lección - procedió Crystal - las mujeres con mala educación deben ser castigadas...

Con mis manos juntas y mirando hacia arriba Blanche dejo caer en mis manos el agua hirviendo, casi instantáneamente quemo mi piel y podría jurar que sono como cuando dejas caer aceite en una sartén caliente, fue doloroso pero no podía hacer nada, cerre mis ojos con fuerza mientras luchaba por mantener mis manos en el mismo lugar pero todo mi cuerpo temblaba, mordí con más fuerza mi labio y pude saborear la sangre, apretaba hasta los dedos de los pies, esto dolía demasiado, más que el frío en mi cara, más que el piso sobre el que dormía antes, más que el hambre, más que todo.

- No vuelvas al palacio de Flores...- susurro Crystal en mi oído - verte es como ver basura...me molesta - sonrió - llevate esa agua de aquí en tus manos, no la dejes caer hasta salir del palacio...adios - dijo volviendo a sentarse

- S-s-si...S-se-S-señora...- dije temblando, estaba asustada y adolorida

Aún así me las arregle para llegar a la puerta, para entonces el agua ya estaba a temperatura ambiente, aunque no estaba cien por ciento segura de si todavía podia sentir bien eso con mis manos, veía como estaban rojas, lucían como carne cruda.

- Señorita...- escuche a un guardia pero en cuanto la puerta se cerró a mi espalda deje caer el agua y chille apretando los dientes

Sentí la nieve bajo mis rodillas, había caído producto del dolor.

- ¿Esta bien? - me pregunto el otro guardia

Yo respiraba pesado y rápido, tratando de no llorar aunque era una tarea casi imposible.

- Si...- me las arregle para murmullar - estoy bien...- me levante del piso lleno de nieve y corrí lejos del palacio de Flores

No voy a llorar. No les voy a dar la satisfacción de mostrarles mi dolor o sufrimiento.

Llegue al centro del hermoso jardín cubierto de blancura, había una fuente congelada y me senté en el suelo junto a ella, no lloraba pero no dejaba de apretar los dientes, era demasiado doloroso y no sabía que hacer, no sólo físicamente hablando, tampoco sabía qué hacer con mis emociones, sentía dolor y rabia, tristeza y remordimiento, sufría.

- ¿Te encuentras bien? - escuche esa hermosa voz que me ayudó a superar mis días en el palacio

Me levante de golpe e hice una reverencia. Fue como ver a un ángel de invierno, su hermoso rostro blanco iba perfecto con la nieve pero contrastaba con su capa, cubría completamente su cuerpo y era de un rojo intenso, parecía una rosa andante.

- Señora Rosella - dije

- ¿Estas bien? - me volvió a preguntar

Traté de simular una sonrisa.

- Por supuesto, agradezco su preocupación - respondí

Se acercó a mí, y tomó mis manos, en cuanto lo hizo no pude simular el dolor.

- Dios mio...¿Que sucedió? - no quería decirle la verdad, seria demasiado vergonzoso

- Se me cayó una olla en la cocina...- respondí - y...tenia agua hirviendo...fui tonta...por favor no quiero quitarle mas de su tiempo

Trate de irme pero ella soltó mis manos y envolvió mi cuerpo con su capa, me acuno junto a ella.

- Tus labios están blancos pequeña...y estas temblando sin parar...- negué rápidamente con mi cabeza pero en cuanto menciono el frío no pude hablar, sentí como todo mi cuerpo se congelaba

Se me acabo la fuerza de voluntad y casi caigo al suelo nuevamente pero la señora Rosella me sostuvo en sus brazos y me guió de vuelta al palacio imperial, entramos por otra puerta trasera en el jardín y subimos al segundo piso, vi dos guardias de pie en la puerta de la habitación hacia donde nos dirigíamos, sus uniformes se me hicieron muy extraños, eran de un rojo vino muy hermoso, no eran como los de los otros guardias. Ellos nos miraron por un segundo y abrieron la puerta.

No supe que decir al entrar, era un cuarto enorme, tenía una cama con un cobertor color calipso y diseños de flores blancas con un hermoso dosel trasparente, habían muebles de color madera clara por toda la habitación, hasta un diván, mis ojos fueron al hermoso tocador de tres espejos de color blanco, era maravilloso. Era la habitación de alguien de la realeza.

- Siéntate - me dijo mientras apuntaba al diván

- No quiero ensuciar...- respondí - mi uniforme esta cubierto de tierra y nieve...

Ella me observó.

- Pero la capa esta limpia...siéntate sobre ella - sonrió y se dirigió a un closet alejado del diván

Me senté y mire a mi espalda, esa era la ventana desde donde el príncipe había saltado. Mis ojos viajaban por cada detalle del lugar hasta que la señora se sentó a mí lado.

Dejó un gran platón de porcelana blanca en la mesa, lo lleno de agua y le dejó caer líquidos de colores de unos frascos pequeños que había traído del closet, escapó un singular aroma a hiervas que me hizo recordar los campos de flores en los que solía correr cuando era pequeña.

Tomó mis mano y las sumergió en el agua, pensé que me dolería asique hice una mueca pero en cuanto el agua tocó mi piel suspiré de alivio.

- Que bien se siente...- susurre como si no lo hubiera podido evitar

- Perfecto - respondió - son hiervas curativas...ya veras como no sentirás dolor alguno para mañana...

Comenzó a desenrollar lo que parecía ser un vendaje, tomó nuevamente mis manos después de unos minutos, las seco con mucho cuidado y después enrollo mis manos en el vendaje blanco, yo solo observe sus delicados ojos, parecía que una ligera sombra gris cubría sus párpados, sus pestañas eran largas y negras, era una mujer tan hermosa.

- Listo - dijo ella

Salí del trance y mire mis manos, estaban envueltas muy cuidadosamente, apenas si me dolía ahora.

- Muchas gracias - dije bajando la cabeza

- Esta bien...- respondió ella - ¿Ahora si me dirás que te paso?- me quedé en silencio hasta que escuché dos golpes en la puerta - adelante...

Entró una sirvienta con un carrito, no me dedico una segunda mirada, dejó en la mesa galletas y pasteles en bocados pequeños junto con una tetera y dos tazas.

- Debería retirarme...- mencioné pero la señora Rosella se volteo y sonrió

- ¿Qué es lo que te preocupa? - preguntó

- La señorita Fleur...- debía avisarle que me corrieron del palacio de Flores

- No te preocupes, le dirán que estas conmigo...- tomo la tetera y sirvió té en ambas tazas - entonces...¿Que sucedió?

Se notaba algo insistente con el tema y aunque no quisiera responder al menos le debía algún tipo de explicación.

- No le caigo muy bien a una de las damas de compañía de la señora Crystal...-respondi - y bueno...le falte el respeto, sin intención por supuesto, pero merecía una reprimenda asique...- eleve mis manos haciendole entender a que me refería y las dejé caer

La observe pero su expresión no cambió, sólo me miró y volvió a sonreír.

- Toma algo de té...- asentí y tome la taza con ambas manos

En estos breves momentos había entendido que no ganaba nada con decirle que no a nada de lo que me dijera asique solo me bebo el té en silencio y después de unos minutos me retire, con su permiso por supuesto.

Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz AdeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora