Capitulo 12 ❦ Establos

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Camine lentamente evitando la mirada de los hombres, todos me parecían intimidantes, no eran nada similares a los guardias con los que solía encontrarme y entablar conversación, la principal diferencia recaía en que los hombres que estaban en el campo iban a la batalla y no sólo servían de guardias del palacio, había oído historias en el palacio de Flores.

Nuestro ejército era conocido por ser el más letal del continente pero eso es hoy en día.

Hace unos trecientos años éramos un pequeño país con un rey, el que fue conocido como Osirnos Renestmens, el país en ese tiempo formaba parte de un gran imperio que estaba del otro lado del mar conocido como Liberrial, el rey Osirnos, insatisfecho con el poder que tenia y las pobres condiciones en las que el país se encontraba formó un pequeño ejército de solo hombres, el fue conquistando pequeños pueblos alrededor de nuestro país para después negociar con un país vecino, Generistias. Osirnos se caso con la hija primogénita del rey de Generistias, que en aquel entonces no formaba parte de ningún tratado con ningún país, era más bien una colonia independiente pero con muchos hombres y una fuerza militar ya conocida, resulta que la idea de Osirnos de conquistar las pequeñas colonias era nada más para impresionar al rey de Generistias, que amaba el conflicto y había sido incapaz de tener varones, vio en Osirnos la oportunidad de extender su poder asique obligó a su hija a contraer matrimonio con él, para su desgracia fue asesinado, nunca se supo quien había sido aunque siempre se ha creído que fue Osirnos, para de esa manera usurpar el poder rápidamente y volverse rey en ambos países. Con el gran ejercito que había logrado formar comenzó a conquistar grandes países dentro del continente que en ese tiempo pertenecían al imperio Liberrial, comenzó con los países pobres, aquellos que opondrian menor resistencia para después atacar a aquellos que se sabía estaban disconformes con el imperio, unieron fuerzas a través de matrimonios forzados con el restante de hijas del fallecido rey de Generisrias y tratados de comercio, así en pocos años ya había conquistado la mayoría de los países dentro del continente y se las arreglo para expulsar al imperio. Después de unos años de conquista se declaró que todo el territorio ganado seria conocido como el nuevo y gran imperio de Leastmontus y se le declaró como emperador Osirnos del imperio Leastmontus, el unificador, los libros de historia lo plasman como un líder nato y con un gran poder de persuasión, lograba que cualquiera se uniera a él, muy distinto a lo que fue su hijo y sucesor, el emperador Mastias.

- ¿Qué hace aquí señorita? - esa voz masculina me trajo de vuelta al presente, era un hombre de cabello canoso con bigote y barba frente al establo

- Me enviaron a alimentar a los caballos...- dije insegura, sabía que la señorita Fleur se había quedado sin ideas sobre a dónde enviarme y esto fue lo único que se le ocurrio

- Entiendo - dijo el hombre, abrió la puerta que hizo un chirrido horrible, sentí la mirada de los hombres pero la ignore - adelante

- Gracias - dije

El hombre se quedó afuera pero dejó la puerta abierta, supongo que el sonido fue demasiado alto y distrajo a los soldados asique no lo volvería a hacer. Comencé a alimentar a los caballos, parecían acostumbrados a la gente desconocida.

Llegue al último corral donde había una cabello gigante, era enorme y de un negro profundo, sus ojos parecían ser color carmesí, antes de que pudiera acercarme relincho y parecía querer atacar asique retrocedí, volvió a calmarse. Entonces no estaba acostumbrado a los desconocidos a diferencia de los demás, aún así me preocupaba que no comiera nada, me quedé de pie frente al animal lo más tranquila que podía, me seguía mirando como si fuera a morderme en cualquier momento, me quite el abrigo y eleve mis mangas, con mi mano saque una porción del alimento y la acerque al caballo, comenzó a olisquear aunque manteniendo su distancia, yo solo me quedé quieta en mi lugar para darle la oportunidad de acercarse un poco más, después de unos minutos comenzó a comer de mi mano.

- Eso es...- susurre - buen caballo...- tome la cubeta de alimento y esta vez la sostuve para que comiera de ella, comence a acariciar su cabello

Ahora si parecía amigable como los demás.

Estaba tan concentrada acariciando a aquel hermoso corcel, ahora su pelaje negro me parecía mas similar al cielo nocturno que a cualquier otra cosa, que no había notado que había alguien más conmigo, solo vi como un brazo largo cubierto por una armadura se extendía sobre mi cabeza y acariciaba al caballo que se dejó de inmediato, al voltear vi que era el capitán Enrick Fursman.

- Capitán...- dije asiendo una reverencia

- ¿Qué hiciste? - me preguntó cortante y con un tono frío

- Disculpe pero no entiendo su pregunta - respondí

- Este es mi caballo, Rem...- me pareció un nombre bastante sonoro y adorable para tal colosal animal - no se deja alimentar ni tocar por otros asique...¿Que hiciste? - volvió a preguntar

- Tal vez no lo intentaban lo suficiente - respondí

Nuevamente hice una reverencia y me retire.

Los caballeros seguian entrenando, me preguntaba si se estarían preparando para una guerra, desde que tengo memoria no han habido disputas en el imperio pero tal vez solo soy una ignorante, después de todo vivo dentro de los muros que los poderosos crean y el conocimiento esta limitado para aquellos que no pueden costearlo.

Llegó la noche y con mi abrigo sobre mis hombros me asome por la puerta que daba al jardín, no vi al príncipe, tal vez se había arrepentido y no deseaba ayudarme más, lo que sería totalmente comprensible pero no pude evitar decepcionarme.

Salí de igual manera para respirar un poco de aire fresco antes de que pasara el invierno y entonces escuche los arbustos moverse, los observe hasta que de ellos salió de un brinco el príncipe del único imperio en este contienente, sentí algo de vergüenza ajena y decepción pero no importaba.

- Te tomaste tu tiempo - me dijo sonriendo

No lo digas, no lo digas, no lo digas. Me dije a mi misma.

- Disculpe su alteza, tengo horario de sirvienta...osea que trabajo todo el tiempo...- pues lo dijiste

El silencio de su alteza me provocó cierto gusto amargo pero valió la pena, supongo.

Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz AdeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora