Capitulo 15 ❦ Cambios

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En mi imaginación la señora Rosella parecía un ángel caído del cielo y rodeada por un hermoso halo blanco resplandeciente, había perdido la fe en la gente del palacio hasta que la conocí a ella.

- Yo le ordene ir a mis aposentos Crystal, controla tus malos modales...- le dijo a la señora Crystal, la señora Rosella solo sonreía mientras hablaba

- Tu...te crees tanto, a pesar de que ya ni vas a los aposentos de su majestad...estas olvidada, eres el pasado, eres...- tal vez que otra cosa fuera a decir pero la señora Rosella la detuvo en corto

- Y aún así, su majestad nunca olvida cada primavera nombrarme su favorita...- las facciones de Crystal y Tatiana se deformaron - debería traer a colación la ceremonia pasada ¿La recuerdas? - las mejillas de la señora Crystal enrojecieron más que las mías y podría jurar que se le veían las venas de la frente - estabas tan segura de que te nombraria su favorita y no se lo ocultaste a nadie y entonces...

- ¡Basta! - grito Crystal - es tuya...- me señaló

La señora Rosella se acercó a mí y me ayudó a levantarme.

- Mil gracias señora Rosella - hice una reverencia hacia ella

- Vamos a mi habitación Adelia - antes de seguir volteo hacia la señorita Fleur - señorita Fleur por favor envíe té y dulces a mis aposentos...

- Por supuesto - respondio la señorita Fleur haciendo una reverencia, creo que nadie más lo noto pero sonreía ligeramente hacia el lado y me miró, creo que estaba feliz de que la señora Rosella hubiera llegado justo a tiempo

Caminamos hasta su habitación que siempre tenía dos guardias en la entrada, en cuanto entramos la señora Rosella camino hacia el sofá y se dejó caer en el no sin antes dejar salir un enorme suspiro.

- ¿Se encuentra bien? - pregunté de inmediato

- Si, es solo que Crystal y Tatiana me ponen de mal humor...eso es todo - y a quién no...

- Entiendo, ya no debe tardar el té, si quiere lo puedo esperar afuera...- comencé

- No, ven - palmeo junto a ella - siéntate conmigo - creo que mi corazón se aceleró nuevamente en mi pecho, ella río - eres adorable...

Me senté junto a ella.

- Señora Rosella...- aclare mi garganta - tengo algo para usted...un presente por haberme ayudado con mis manos...

- No lo hice esperando algo a cambio - me respondió, apreté los labios, no quería que lo rechazará - pero...si es solo un obsequio, porque quieres regalarme algo, lo aceptaré con gusto...

- Entonces es un obsequio...- saque de mi bolsillo el trozo de tela y desenvolví la flor - para usted...

Vi como sus ojos brillaron, sus mejillas se enrojecieron y sonrió ampliamente, no tuve tiempo de reaccionar ante su abrazo. Sentía mis mejillas encendidas y no tuve el valor de devolver su afecto.

- Es maravilloso, hace años que no veía una flor de ensueño...- la tomó despacio de mis manos junto con la tela - es muy difícil de encontrar y dirán muy poco tiempo en la tierra, es increíble que encontraras una...muchas gracias

- ¿Flor de ensueño? - pregunte con curiosidad

- Así es, con esta flor se puede hacer un tónico que apasigua el dolor, en tiempos de guerra se usaba para que los soldados tuvieran una muerte pacífica e indolora...

- Que flor más compasiva...- dije

- Así es - se levantó y dejó la flor envuelta en la tela en el mismo closet de donde había sacado los líquidos curativos para mis manos - es una flor muy especial...- se sentó a mi lado, admito que sus ojos recorriendome de pies a cabeza me ponían algo nerviosa, pasó un rato antes de que me volviera a decir algo - ¿Sabes leer Adelia?

Lo pensé por un segundo, recordaba algo sobre leer, creo que recordaba que mi madre era maestra asique me enseñó a leer y escribir pero no estaba segura si recordaba, estaba fuera de práctica.

- Creo...creo que puedo leer pero...- ella sonrió y me acerco un libro que estaba sobre la mesa

- Intenta leer esto...- abrí el libro en una paguina al azar

- Creo que dice: y los d-dio-dioses...de la tierra y el mar...d-d-danz-danzaron...

- Tranquila, tomate tu tiempo, respira - su sonrisa era bastante cálida y me daba algo de tranquilidad

- De acuerdo, leeré desde el principio - reconocía las letras, ahora que daba más calmada podía recordar mejor, se me olvidaba que leer es algo natural, no sólo se olvida, se vuelve un instinto - dice: ...y los dioses de la tierra y el mar bailaron para dar la bienvenida a la diosa del sol, ilumina el camino de los viajeros en la penumbra, por los caminos de lo desconocido y dales calidez a los que mueren en el avasallador frío de Herioderes.. - ese nombre me pareció familiar - ¿Herioderes?...este libro... - vi la tapa

- Se llama La Profecía de el viajero y la estrella blanca...- mi corazón se encogió en mi pecho

- Polvo de estrellas que guían al reino de los cielos...y la diosa de la luna te sonríe...

- ¿Ya lo habías leído? - negué

- Creo que mi madre lo leía para mi...- ella tomó mi mano

- Nunca me ha gustado preguntar a las mujeres como tú sobre eso...siempre son historias llenas de tristeza, bueno...mujeres como nosotras...

- ¿Como nosotras? - no entendía - lo siento, creía que las concubinas eran...

- ¿De la nobleza? - asentí - bueno...yo solo era una sirvienta cuando llegue al palacio, igual que tu - negué de inmediato

- No puedo creer que alguna vez usted haya sido sirvienta...- mirándola parecía toda una dama de la nobleza, yo la miraba y era como ver a una princesa, un ser nacido de todo el privilegio que la nobleza podía darle, educación, riqueza, comodidad, tenía la imagen de serlo de pies a cabeza

- Lo fui, entre como una sirvienta al palacio porque mi familia era pobre, no teníamos que comer y nadie nos contrataba, asique la opciones eran pocas, o me casaba con alguien adinerado o me convertía en sirvienta - ella seguía sonriendo - decidí que era mejor trabajar en el palacio que pasar mi vida con alguien a quien no amaba, asique...al igual que tu fui comprada para trabajar aquí y se lo duro que puede ser, en especial siendo tan hermosa como tu - negué con mis mejillas sonrojadas

- No soy hermosa...

- Si lo eres, por eso Blanche te trata tan mal - otra vez negué

- Eso es porque mi primer día aquí le dije pretenciosa y entonces...- iba a seguir pero la señora Rosella me detuvo

- Ella es noble, sabe manejar a lo que ellos llaman, pobres envidiosos, si hubiera sido por un insulto creeme que no se tomaría el tiempo de hacerte la vida imposible - ¿en serio?

- Lo siento...pero lo dudo mucho - ella rio

- Si, se que es imposible de creer cuando no te lo dicen...y aquí a las damas de compañía y a las concubinas no les gusta que les recuerden que tienen competencia...y creeme que lo eres - acarició un mechon de mi cabello

- ¿Lo soy? - ella asintió

- Tu belleza se desperdicia y tu buen corazón también, desde hoy Adelia...eres mi dama de compañía...

La dama de compañia de la favorita del emperador.

Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz AdeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora