No pensé que mi situación en el palacio pudiera empeorar pero el destino estaba decidido a probarme lo contrario.
Después de darme cuenta de que el príncipe había salido de la habitación de la concubina me obligue a guardar silencio, si alguien se enteraba podrían matar a la mujer que había sido tan comprensiva conmigo y no me gustaba esa idea, al mismo tiempo una de las sirvientas le dijo a las damas de compañía que habían visto al príncipe mostrándose extrañamente amable conmigo, por la situación del abrigo, asique ahora las damas de compañía se encargaban de hacer mi día a día un infierno ardiente, lo que me parecía irónico considerando la nieve que pintaba la ciudad en esta época del año.
Cuando me tocaba trabajar en el exterior del palacio, que era más seguido de lo que me gustaría admitir, podía divisar al príncipe Velkan de vez en cuando, parecía un hombre agradable, se reía con los guardias, saludaba a los sirvientes y sirvientas, hasta pasaba por la cocina aveces para saludar a aquellos que se encargan de preparar los alimentos del palacio, parecía bastante humilde, aunque su ropa tan cara decía lo contrario, tenía un aura de amabilidad que se extendía a su alrededor y una sonrisa única que derretida los corazones de todos.
- El día de hoy las damas de compañía de la concubina Cristal Gamelles te han solicitado - me dijo la señorita Fleur con un montón de arrugas en su frente
- ¿Sucede algo señorita Fleur? - le pregunté - ¿Se siente enferma? - ella suspiro ante mis preguntas, miró hacia todos lados, me tomo del brazo con suavidad y nos movimos a un rincón
- Escucha...- me susurro - no es un secreto que no les agradas a las damas de compañía...lo que de por si ya es un problema pero hoy la señorita que te solicito es...la señorita Blanche - ese nombre horrible, no pude contener la mueca que se formó en mi rostro - que bien que la recuerdes...escucha, aparte de ser una noble con título también es una dama de la concubina de su majestad Imperial, no puedes responderle ni actuar mal...debes contenerte y comportarte
Casi me dieron ganas de llorar por esta conversación, apreté mis labios fuertemente conteniendo las lágrimas de impotencia mientras apretaba mis puños.
- Si me esta recordando todo esto es porque sabe que ella me hará algo ¿Verdad? - pregunté, la señorita Fleur no respondío pero sus ojos lo hicieron, suspiré - esta bien...hare mi trabajo
Camine hasta el patio trasero, cruce el jardín de rosas marchitas por el frio y la fuente congelada en el centro de este, pasé de largo el invernadero de cristal hasta llegar al palacio de Flores, el hogar de las concubinas de su majestad Imperial. Por costumbre no se les permitía vivir bajo el mismo techo que al emperador y la emperatriz, la única que estaba fuera de esta tradicion era la señorita Rosella, el emperador le dio un trato especial teniandola en el palacio imperial.
El palacio de Flores era distinto en varios sentidos, tenía un leve color celeste en las murallas, como si solo le hubieran dado una pincelada de la pintura más clara, en épocas como la primavera está rodeado de flores de distintos colores, hay una pergola blanca a la izquierda del pequeño palacio, normalmente todas estarían ahí compartiendo pero el frío lo impedía, las dos fuentes que daban la bienvenida al palacio también estaban congeladas.
Habían dos guardias en la entrada y otros dos que rodeaban el palacio.
Mientras observaba aquel bello lugar que parecía sacado de un cuento de hadas cubierto de nieve blanca, respire profundo y deje escapar el aire que se vio blanco al salir de mis pulmones para acto seguido abrir las puertas.
Me recibió una mujer de gran estatura con un vestido verde oscuro que era como una capa sobre un vestido que quedaba oculto a la vista, su rostro no mostraba expresión alguna y su cabello negro en una coleta le llegaba hasta la cadera, me observó de arriba a abajo. Hice una pequeña reverencia.
- Señorita Adelia - me nombró - soy Victoria, la jefa de sirvientas del palacio de Flores
- Señorita Victoria - la nombre
- Fue solicitada aquí por una de las damas de compañía de la señora Crystal Gamelles - asentí - vamos
Subimos al segundo piso por la enorme escalera en el centro del lugar, escuchaba las voces de distintas mujeres hablando, no sabía cuántas concubinas tenía el emperador ni cuántas damas de compañía eran permitidas por cada una pero esperaba que no todas fueran tan malas como esperaba que fuera Blanche.
Llegamos al salón principal del segundo piso y me sorprendió un poco lo que vi. Habían al menos cinco mujeres rodeadas de un salón inmaculado, las cortinas que envolvían el lugar eran de un rosa pálido precioso y pulcro, cada mueble del lugar era de madera blanca mientras que los adornos eran de oro, las mujeres estaban sentadas en sillas alrededor de una gran mesa rectangular que se cubría de esquina a esquina con deliciosos dulces y pasteles. Al entrar todas me observaron y dejaron de reír.
Al ver la cabecera de la mesa divisé a una hermosa mujer de tez morena, su cabello negro caia liso hasta que en la punta de ellos se volvían en perfectos rizos, el hermoso vestido esmeralda que vestía resaltaba su prominente busto, sus ojos verdes se encontraron con los míos sin interés alguno, se volteo y siguió hablando con las mujeres a su lado.
Aunque no me observara hice una reverencia.
- Señorita Crystal Gamelles - alce la mirada y mis ojos fueron hacia la única persona de ese salón que seguía observandome Blanche, que estaba sentada a la derecha de la concubina, pareciera ser que se ganó su favor en solo algunas semanas
- Más bocadillos, ahora - dijo Crystal con un tono cortante, hice una reverancia y salí de la habitación
- Quiere mas bocadillos - le dije a la mujer que me había recibido, Victoria
Me guió por el pasillo hasta lo que parecía una pequeña puerta de metal en la muralla que estaba algunos centímetros sobre del suelo. Había una pequeña campana colgada junto a ella, Victoria la hizo sonar.
- Está campana avisa a la cocina que se requieren más alimentos, ellos tienen el horario en que se sirven que cosas asique solo debes hacerla sonar, esperas aquí hasta que vuelve a sonar y entonces abres la puerta de metal - ella me observó y suspiro - vuelve por el carro al salón ¿Dónde crees que llevaras todos los bocadillos? - asentí y volvi al salón
El volver ya ninguna de las mujeres se volteo a mirarme, recorrí nuevamente el salón con la mirada hasta que di con el carrito junto a un jarrón enorme que contenía una planta verde, casi no parecía que fuera invierno aquí dentro.
Fui hasta el y comencé a hacerlo andar pero tropecé y fui a dar al suelo.
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Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz Adelia
RandomElla lo perdió todo, sus padres murieron dejándola sola en el mundo, su familia adoptiva decide venderla al palacio imperial para tener algo de dinero, en lugar de deprimirse ella decide dar el máximo para sobrevivir en el palacio y logra conocer a...