Era el fin del primer día. Todas las sirvientas que habíamos llegado nos reunimos en el pasillo antes de entrar a la gran habitación donde dormiriamos todas juntas, quería decir que estaba agotada pero este trabajo se parecía mucho a todo lo que hacia en la casa de los Villianese, solo que a mayor escala, asique a pesar de que me había agotado, no era lo suficiente como para caer al suelo, al ver el rostro de las demás chicas tenía la idea de que todas habíamos llevado una vida similar.
La señorita Fleur llegó y entramos después de ella a la habitación, había una enorme caja de madera en la esquina del cuarto y sobre ella otra bolsa gigante de tela.
- Aquí están sus camas - dijo señalando la caja - y aquí sus pijamas...tienen media hora para estar listas y en la cama, cuando vuelva no quiero ver a ninguna de pie...- ella salió y todas fuimos a la caja
La abrimos, sacamos los colchones y las sábanas, las ordenamos todas en una fila en el suelo y nos pusimos los pijamas, doblamos los uniformes, los dejamos junto a donde irían nuestras cabezas, cuando paso la media hora ya estábamos todas acostadas. La señorita Fleur entró.
- Bien chicas, descansen, volveré mañana a despertarlas - dijo apagando el fuego de las lámparas y cerrando la puerta
Podía ver la luz de la luna entrando por el gran ventanal que se encontraba cerrado, los árboles se movían por el viento que corría en el exterior y escuchaba como las chicas respiraban profundamente.
El silencio se vio interrumpido por un pequeño chillido, un suspiro profundo seguido de un sorbeteo de nariz, me levante de la cama y seguí el chillido. Una de las chicas estaba llorando aovillada en su cama, mi corazón se apretó por su triste situación. No le hable solo acaricie su espalda sobre la sabana sin verla, estuve ahí un rato hasta que destapó su rostro y me abrazo, seguí acariciando su espalda mientras la rodeaba, no dijimos ni una sola palabra, lloraba en silencio mientras yo mordia mi labio para no emitir ningún sonido, el miedo que este desconocido lugar me provocaba me impedía decir nada.
Llegó la mañana y la señorita Fleur nos despertó a todas golpeando un bastón contra el suelo de roca lisa, todas nos levantamos de inmediato.
- Vistanse, hoy se les enseñarán modales - su mirada se dirigió a mi - Dios sabe que lo necesitan - salió de la habitación
- Creo que la hiciste enojar - dijo una chica a mi lado
- Temo que si - respondí antes de dirigir mi vista hacia ella, cuando nuestros ojos se cruzaron ella me sonrió amable
- Hola, soy María - dijo extendiendo su mano hacia mí
- Adelia - respondi devolviendo el apretón de manos, su mano era muy pequeña y delgada, más que la mía, su cabello negro corto hasta sus hombros pero con unos rizos muy definidos que enmarcaban su delgado rostro lleno de pecas, una combinación inusual
- Gracias - susurro - por lo de anoche...lo necesitaba
Dejamos ir nuestras manos y nos vestimos en silencio, parecía ser que era la chica a la que había consolado anoche, aunque no lo hice con la intención de que fuera amable, solo pensé que si fuera al revés me gustaría que alguien me consolara.
Cuando la señorita Fleur volvio a entrar nos guió a todas por los pasillos del palacio, llegamos a una habitación algo más grande que en la que dormíamos y había una mujer ahí, no la reconocí al principio pero parecía la misma mujer que había estado en el gran salón ayer que se dirigió a la señorita Fleur con más confianza que los demás.
- Señorita Tiara - dijo Fleur haciendo una pequeña reverencia la cual fue respondida de igual manera por la otra mujer
- Señorita Fleur - se quedaron de pie una junto a la otra observandonos - es necesario, para todo buen sirviente, saber cómo dirigirse a los demás
- Hoy les vamos a enseñar como dirigirse a todos, desde otros sirvientes hasta a su majestad el emperador...- retomo la señorita Fleur
Pasamos toda la mañana aprendiendo formas de hablar, los títulos que debíamos usar si es que y con algo suerte, teníamos la oportunidad de ver a la familia Imperial, como hacer una reverencia y más, la verdad había sido útil pero más para saber quienes estaban en el palacio.
- Las concubinas de su majestad - había dicho Fleur - si bien no tienen un cargo como tal, son muy respetadas en el palacio, están casi al nivel de los príncipes, deben conocerlas con cuidado - trague saliva en cuanto lo mencionó, yo ya había conocido a una de las concubinas pero lo había arruinado - hacen una reverencia y se dirigen a ellas con sumo respeto, pueden dirigirse a ellas como señora...al emperador no le gusta que las llamen de otra manera, al menos no en su presencia
Cada explicación solo me ponía mas nerviosa, me recordaba que no estaba en cualquier lugar.
- Hay dos príncipes actualmente viviendo en el palacio - dijo la señorita Tiara - El príncipe Amadeus II Renestmens y El príncipe Velkan Renestmens, lo dudo pero sí llegarán a encontrarse con ellos se debe hacer una reverencia tomando su vestido y doblando las rodillas, se les dirigirán a ellos como su alteza real
- La princesa no vive actualmente en el palacio - retomo Fleur - la primogénita de su majestad se caso con el Rey Frederick II en el extranjero por lo que no viene al palacio seguido pero cuando lo haga se deben dirigir a ella como su majestad la Reina de Dresmontes y a su esposo deben dirigirsele como su majestad el Rey de Dresmontes
Estabamos llegando al punto culminante, los puestos más altos del imperio.
- La emperatriz - comenzó la señorita Tiara - Norbella Renestmens, se deben dirigir a ella como su majestad Imperial, si es que tuvieran la oportunidad de hablar, deben esperar a que ella les autorice a dirigirle la palabra, no olviden jamás su posición - finalizó ella
- Nuestro emperador, Nerfeous I Renestmens - prosiguio Fleur - la persona con el más alto rango de nuestro gran Imperio, deben evitar dirigirse a él a menos que muestre intenciones de hablar con ustedes...
- Y aun así - interrumpio Tiara - deben esperar a que les autorice a responder y en casi de que si lo haga...
- Se dirigen a él como su Majestad Imperial, emperador de Leastmontus Nerfeous I Renestmens - concluyó Fleur
De alguna manera el aprender la etiqueta para dirigirme a la familia Imperial solo me provocó deseos de no encontrarme con ninguno de ellos, de solo pensarlo se me revolvía el estómago.
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Las Tres Emperatrices, Primera Emperatriz Adelia
De TodoElla lo perdió todo, sus padres murieron dejándola sola en el mundo, su familia adoptiva decide venderla al palacio imperial para tener algo de dinero, en lugar de deprimirse ella decide dar el máximo para sobrevivir en el palacio y logra conocer a...