Capítulo 28: Animal herido

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Después del gran berrinche, el señor Lao miró a sus hombres, quienes lo observaban sin decir alguna palabra y el chico que había recibido los golpes, yacía en el piso junto a otro de sus compañeros. Empezó a caminar lentamente para recoger el saco que había dejado tirado en algún lugar de esa fría bodega. Subió a su auto y condujo sin rumbo fijo durante horas y por su mente cruzaban miles de pensamientos, pero sobre todo, las ideas más descabelladas para poder retomar el control de la naviera. Llegó a su casa dentro de la zona más exclusiva de la ciudad entrando por el garaje donde dejó estacionado su auto.

Con cierta nostalgia pero sobre todo enojo miraba algunas pinturas que adornaban el corredor... algunos otros accesorios demostraban toda la opulencia en la que había vivido desde hacía tanto tiempo y en realidad, no quería perder el estatus que actualmente tenía. Con mucho esfuerzo había logrado sacar su carrera en relaciones comerciales y había logrado entrar trabajar a uno de los conglomerados más importantes en la industria naviera. Sin embargo, la facilidad con la que se podían hacer ciertos negocios había consumido su ambición rápidamente y en cierta forma, su mayor logro había sido ganarse la confianza de un joven heredero inseguro al que había convertido en un simple peón para sus propios intereses.

De su esposa y sus hijos no había rastro... toda la casa se encontraba en silencio y completamente a obscuras... recorrió una a una las habitaciones solo para darse cuenta que lo habían abandonado después de la última discusión. A decir verdad, no había mucho que rescatar de la relación con su esposa... la cual se deterioró poco después de que el señor Liu se retirara de la naviera, así que cuatros años después... las cosas entre ellos eran completamente un caos y ni qué decir de la relación con su hijo adolescente... un chico sumamente inteligente al que no logró convencer para que lo apoyara.

Suspiró con desgana al mismo tiempo que abría la puerta del estudio... casi de forma mecánica llegó hasta el escritorio, donde abrió uno de los cajones y sacó sus documentos personales... identificaciones, pasaporte... libros de cuentas de banco así como algunos fajos de billetes. Debajo de todo ello estaba el sobre que contenía la clave de la caja fuerte. La tomó y se acercó a uno de los cuadros que se encontraban a la izquierda, lo retiró para encontrarse con el tablero digital de la caja fuerte.

Soltó una carcajada al verificar que había unas cuantas huellas digitales sobre los números... así que sin perder más el tiempo marcó la contraseña correcta... al abrir la pequeña puerta encontró menos dinero del que había guardado la última vez y por otro lado, faltaban algunos lingotes de oro así como las joyas más caras de su esposa.

-Nada tonta... te llevaste lo más valioso...- susurró.

Al cabo de unos minutos, regresó sobre sus pasos y buscó en uno de los estantes, un maletín en el que cupiera lo que quedaba dentro de la caja fuerte. Una vez que terminó, dejó el maletín sobre el escritorio y guardó sus documentos personales. Salió del estudio, fue directo a su habitación... al abrir la puerta encontró algunas prendas tiradas por todo el lugar. No podía esperar otra cosa... conocía tan bien a su omega que había tomado lo estrictamente necesario para poder marcharse de esa casa... seguramente, los papeles del divorcio no tardarían en llegar junto con la demanda de la pensión alimenticia para sus hijos.

Tardó un poco en reaccionar... al final caminó hasta el vestidor y el escenario era muy similar a lo que se veía en la recámara. Buscó una maleta mediana para guardar algunos conjuntos de ropa, zapatos así como prendas interiores. De pronto la voz de su ama de llaves lo sobresaltó.

-Señor... buenas noches...

La miró despectivamente de arriba abajo, como si la estuviera analizando y esperando un comentario burlón respecto de la situación.- Qué tienen de buenas?.- preguntó con cierta molestia.

REGRESA A MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora