XI

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Dos meses habían pasado velozmente. En Estados Unidos, un invierno demencial atravesaba las calles. En Irlanda, el sol se asomaba con un brillo singular y varias veces se deslumbraban arcoíris.

Mia había iniciado su especialización en gerencia gastronómica, era una de sus próximas metas y lo estaba logrando. Su motivación era grande y quería continuar con ello. Stephen siempre fue su ejemplo a seguir. Desde muy joven trabajo como mesero, estudio y ahorro dinero para crear su restaurante.

Mia se levantaba y salía a trotar, era el único ejercicio que podía hacer, no era muy disciplinada. Desayunaba, se bañaba, se vestía con su uniforme y se iba a su primer trabajo. En la panadería trabajaba dos horas, ganaba buen sueldo y propinas. Regresaba a su apartamento y tomaba sus clases virtuales, esto le ayudaba muchísimo, ya que no debía correr para desplazarse hasta la universidad, quedaba muy lejos. Almorzaba y se dirigía rápidamente a tomar el metro, se bajaba en la quinta estación y caminaba las mismas seis manzanas para llegar justo a tiempo. Allí la recibía Stephen con una gran sonrisa.

- Llegas justo a tiempo, como siempre.

- Ya sabes que me gusta ser puntual- ella sonrió.

- He contratado a una chica para que te ayude como mesera. Solo debes brindarle una pequeña capacitación por una semana.

- ¿Enserio? ¡Eso es fantástico!

- Cualquier cosa me comentas.

Su vida andaba de la mejor manera, pero sabía que algo le faltaba. Barry le daba un mensaje y de cierta manera le alegraba el día, pero ya no los tenía. Trataba de distraerse, acompañaba a Page a las exposiciones de arte e iba a los almuerzos dominicales de su familia, allí compartía con ellos y le alegraba un poco el corazón. En las noches meditaba todo y sabía que ya era momento de hablar con él.

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Por el contrario, la vida de Barry había estado algo decaída. De niño le platicaban de una gran chica, a la cual conocería y se convertiría en su novia, él creía haberla encontrado y se sentía muy mal al saber que la perdería. Lo sucedido con Mia había sido su culpa total, debió advertir el comportamiento de su madre, siempre era muy reacia a ese tema y trataba a los demás de muy mala forma. Pero Emily sí lo sorprendió por completo, nunca había sido así y eso le molestaba.

- Barry, hola- ella lo observó arrepentida.

- Emily.

- Yo quería disculparme, sé que lo que hice estuvo muy mal y me arrepiento de eso. Por eso quisiera que Mía y tú vinieran a cenar en mi apartamento.

- No lo sé Emily, no creo que sea lo correcto.

- Por favor, no puedes negarte.

- Básicamente puedo después de lo que hiciste.

- Me estoy disculpando ¿Sí?

- Ok, yo hablaré con ella. No prometo nada.

- Ok, te quiero, lo sabes. Los espero el fin de semana.

- Adiós Em.

Está situación lo tenía entre la espada y la pared, por un lado, estaba su familia y por otro estaba Mía, quería estar bien con ambos bandos, pero le parecía imposible. Hasta aquel día en que recibió la llamada.

- Hola...

- ¿Quién habla?

- Tan pronto me olvidaste.

- ¿Mia?

- ¿Cómo estás?

- Mia - sonrió- ¿Eres tú?

- Hola Barry.

- Llevó esperando esto hace tiempo, bueno, me refiero a que es bueno escucharte- habló nervioso.

- Sé que debes preguntarte porqué te llamé.

- Estás en lo correcto.

- Yo lamentó mucho sí me desquité contigo o te traté muy mal por lo que sucedió en Irlanda, pero supongo que entenderás cómo me sentí y no quería vivir con aquella humillación.

- Mia, no, no debes disculparte por eso. La culpa fue mía, debí advertirte de la actitud de mi madre. Ella es muy celosa y delicada con ese tema, siempre ha querido que Emily sea mi novia, pero eso no va a suceder jamás.

- Te he echado de menos.

- Y yo a ti, no sabes cuánto.

- Supongo que lo mismo que yo.

- Y yo que pensaba que tú eras el Polo Norte- se burló.

- Oye -se quejó.

- Antes de que hablemos sobre otra cosa, quería decirte una cosa. Emily me ha hablado ayer y me contó que estaba muy arrepentida, nos ha invitado a cenar a su apartamento. Sí no quieres ir, házmelo saber.

- Supongo que está muy arrepentida... Iremos.

- ¿Segura?

- Sí, todo estará bien.

- De acuerdo, es el fin de semana, así que llegaré el viernes a tu apartamento. Te invitaré a cenar.

- No.

- ¿Qué?

- Yo te llevaré a un lugar especial.

- Está bien. Te quiero, Mía.

- Y yo a ti. Te espero con ansias.

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Pasaron los días y llegó aquel fin de semana esperado por los chicos, estaban más que emocionados por su reencuentro y tenían tanto por decir que cuando se vieron se fundieron en un beso apasionado.

- ¡Por fin, mi hermosa, Mía! - él la levantó y la abrazó con fuerza- Te extrañé muchísimo.

- Estás más musculoso.

- Te tengo una gran noticia.

- A ver, te escuchó.

- ¿Recuerdas la audición? He ganado un papel para una película muy importante.

- ¡Felicidades! ¿Dónde grabarán?

- ¡En Estados Unidos, me mudaré aquí! - la abrazo.

- No lo puedo creer...

- Ya no tendremos relación a la distancia y compartiremos más ¿Qué dices?

- Ven aquí. -le devolvió el gesto y le brindo un pequeño beso- Desde ahora todo cambiará, así es.

Mistakes- Barry KeoghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora