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Cuando sucedió el primer chasquido todo el mundo se vino abajo. El planeta entero estaba de luto, madres perdieron a sus hijos, hijos perdieron a sus padres. Ni siquiera con las dos guerras juntas hubo tantas viudas. Nuestro planeta avanzaba sin una pierna y un brazo, apenas sosteniéndose, todos nuestros doctores, enfermeras, oficiales, nuestros vecinos, todos los que conocíamos habían perdido al menos a una persona.
En las noticias los organismos internacionales se movilizaron para contener a los que quedábamos, para ofrecerle algún consuelo a la parte de la humanidad que aún existía, hasta parecía por momentos que esperaban que el mundo siguiera como si nada. Entonces veías las noticias y las calles llenas de velas y recordabas que no era así.
Con el segundo chasquido vino una gran ola de esperanza y jubilo, que arrasó con todo, no siempre para mejor. Con un par de años de trabajo el mundo se restructuró y con el regreso de los nuestros, el mundo tuvo que reformarse de nuevo. Pero hay muchas cosas que no se hablan ahora, aunque muchos volvieron, no todos regresaron para vivir y la vida tampoco era como la recordaban.
En las semanas posteriores al chasquido los índices de suicidios alcanzaron la cúspide, aumentando exponencialmente enfermedades como la depresión. Nunca la salud mental fue tan importante como en ese oscuro momento de la historia. Podías encontrar un centro de ayuda en cada vecindario y por un frágil periodo de tiempo no importó tu color de piel, tus creencias, ni tu religión, solo eras una persona más que perdió a las personas que amaba.
Era razonable, por primera vez todos tuvimos algo en común. Éramos millones de personas tratando de encontrar consuelo.
Me sentía así mismo, desconsolada en este momento, con todos esos recuerdos frente a mí que se arremolinaban en mi mente y no me dejaban tener paz. Las fotografías, la ropa vieja... Todo.
Amo a mi familia. Pero ahora me asfixiaba estar en mi hogar, ellos y yo éramos en la mayoría, solo fantasmas de las personas que fuimos alguna vez y apenas estábamos lamiéndonos las heridas.
No puedo detener las lágrimas y a medida mi visión se nubla, el nudo en mi garganta es cada vez más pesado. Dejo las fotografías en la orilla de la cama, con sumo cuidado, tomo la caja y la pongo de regreso a la esquina la habitación. Decidida a buscar siquiera una pizca de calma, abro la ventana de la recamara y me siento en el alfeizar, respirando un poco de aire fresco.
Trato en enfocarme en mi respiración, pero no logro otra cosa más que dejar salir pequeños sollozos.
—Esto es ridículo —mascullo para mí misma, tratando de calmarme.
La sien me palpita y trato de retener otro sollozo cubriendo mi boca con mi mano.
Y me duele mucho, volviendo a eso días, viendo a mi madre llorar todas las noches al escuchar las pesadillas que tenía la pequeña Dahlia, o en esos feos días cuando se despertaba con el sueño entumeciendo sus sentidos y preguntaba inocentemente si papá y Robert ya habían regresado, yo aprendí a llorar en silencio. Mi hermana mayor, Katherine se encerró en sí misma, apenas nos dirigía la palabra. Y solo quería tratar ser invisible, que mamá dejara de perder peso, Katy volviera a sonreírnos y Dahlia dejara de esperar que volvieran mi papá y mi hermano mayor.
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A.M. ✦ Bucky Barnes
Fanfiction𝐀𝐌 | Bucky no puede dormir por las pesadillas y Dannika sufre insomnio, ambos hechos concluyen en ellos dos encontrándose en la escalera de incendios de su edificio. De la casualidad surgen grandes cosas. THE FALCON AND THE WINTER SOLDIER ...