𝐀𝐌 | Bucky no puede dormir por las pesadillas y Dannika sufre insomnio, ambos hechos concluyen en ellos dos encontrándose en la escalera de incendios de su edificio. De la casualidad surgen grandes cosas.
THE FALCON AND THE WINTER SOLDIER
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Dejar de nuevo mi hogar de infancia, fue mucho más sencillo esta vez, al tener que regresar a Nueva York para trabajar al día siguiente de Navidad. Robert y Dahlia nos prometieron venir de visita pasado Año Nuevo, ya que para esas fechas no podríamos viajar de nuevo.
Es un alivio que haya tenido que cumplir solo media jornada hoy, mi tiempo libre ya estaba ocupado por un viejo amiguito afelpado, aguardando en mi cama para recibir un par de remodelaciones. Antes de ello, tuve que hacer un par de paradas para obtener unos cuantos materiales y papel de regalo.
¡Pero ya casi acabo!
Y justo a tiempo, ya era pasada la media noche, por estas horas Bucky se asomaba por la escaleras de incendios, a veces se iba, a hacer lo que sea que hiciera en ese rato, y de regreso se detenía para charlar, otros días escuchaba el golpeteo en la ventana y entraba a mi departamento.
Pero la mayoría de las veces se trata de mí, afanada en la cocina, esperando que salga para invitarlo a degustar. Así pasa de nuevo esta noche, la tarta de ciruela ya está casi lista y él entra al interior de mi piso, me pregunta por las fiestas y sintiendo la calidez de hablar de mi familia, nos enfrascamos en una conversación relajada.
—La familia es importante, es bueno que estés bien con ellos.
—Definitivamente, no me puedo quejar —limpio los restos de tarta de mis comisuras—. Te quiero preguntar algo, pero no sé si es demasiado.
Se mueve incómodo en su asiento y traga grueso, pero me responde. — ¿De qué se trata?
—No es sobre la guerra ni nada de eso otro, lo prometo —aseguro antes que nada.
— ¿Sobre qué es?
—Es sobre tu familia, está bien si es demasiado.
—No, no —su ceño se frunce cuando hace una mueca, habla más alto—. Está bien. ¿Qué quieres saber?
— ¿Has pensado en ponerte en contacto? —él va a responderme, pero agrego para ser más explícita—. Sé que muchos de ellos ya no están —perder gente te vuelve experta en tocar estos temas con puros eufemismos—, pero... ¿Qué hay de los hijos de tu hermana o sus nietos? ¿Nunca has pensado en contactarlos?
—Dos de los hijos de menores de Becca siguen vivos, uno de ellos se fue también con el chasquido —su manzana de adán se pronuncia y aprieta uno de sus puños, los suelta y su voz sale calmada—. Conozco sus nombres y algunos de sus nietos siguen en el país, pero nunca he pensado en hacer acto de presencia. No creo que sea buena idea.
Me gustaría decirle que lo entiendo, pero no hay manera que entienda el sentimiento de saber que todos los que amaste ya están muertos.
—Comprendo tus razones —le ofrezco una sonrisa de lado—. Si algún día quieres ayuda para escribirles o algo así, puedo conseguirte unas galletas deliciosas para acompañar, ¿sí?
