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El sábado había llegado demasiado rápido para el gusto de Sunghoon. Bueno, no es como si hubiera estado ansioso durante la espera, no claro que no. Quizás era más por los nervios anticipados que sabía que tendría justamente cuando lo vea en la tarde.

Lo único que sinceramente Sunghoon esperaba es que no se comportara tan tonto como suele ser cada vez que está cerca de Sunoo.

— ¡Hey, bro! Creí que ya no vendrías. —habló Jake con el entusiasmo que lo caracteriza.

El rubio detuvo su motocicleta en la playa de estacionamiento fuera del gran centro comercial. Bajó y se acercó a su mejor amigo que yacía recostado en una columna.

— Hola, Jake. —ambos chocaron sus manos e hicieron puño en forma de saludo.— ¿Sunoo aún no ha llegado?

— Sunoo y Jungwon dirás. —reafirmó con una sonrisa burlona.

— Sí, sí, ellos. —quiso hacerse el desinteresado, pero nadie sabía que su corazón latía tan fuerte como si le fuera a salir del pecho.

— Pues, Jungwon me acaba de escribir diciendo que tardarían un poco. Ya sabes, Sunoo no puede salir con facilidad del edificio.

— ¿Edificio?

— Donde actualmente se queda a vivir. —explicó con calma.— El edificio tiene varios apartamentos que son exclusivamente para los becados y algunos estudiantes que quieren alquilarla para mayor facilidad de ir a la universidad

— Entiendo. —bien esa era una gran información que necesitaba guardarla en su cerebro.

— Oh. ¡Aquí vienen! —dijo con una gran sonrisa sincera. Sunghoon que estaba de espaldas tuvo que girar con levedad su cuerpo. Ok, quizás no fue una buena idea.

¿Cómo iba a dejar de mirarlo ahora?

Jake se fijó rápidamente en su amigo y apretó los labios para no reír estruendosamente. Prometió que para la próxima traería un gran balde por si a Sunghoon se le diera por babear. Uno nunca sabe y más vale ser precavido.

— Cierra la boca o entrarán moscas. —le susurró burlón.

El rubio cayó en cuenta de las palabras de Jake y sacudió levemente la cabeza.

«Vamos, concéntrate»

Aún faltaban algunos metros para que Jungwon y Sunoo se acercaran a ellos, pero mientras más centímetros se reducían, más se aceleraba el pulso de Sunghoon.

Kim Sunoo se veía precioso, corrección, mucho más de lo que el rubio creía posible. Su cabellera negra estaba escasamente rizada y gracias a la presencia de la luz del sol, tenía un brillo especial. Su rostro, que para Sunghoon era totalmente el de un ángel; tenía leve maquillaje, realzando su belleza natural. Llevaba unos aros largos en sus pequeñas orejas que le daban aquel toque delicado y perfecto.

No, no, Sunghoon creía que aquel pelinegro era demasiado para alguien común y corriente.

¿Cómo diablos iba a hacer para que se interesara en él?

— Sunghoon. —escuchó a la lejanía y sintió como le daban un codazo sin fuerza ejercida.

Cerró los ojos con fuerza para después volver a abrirlos.

¿Cómo es que ahora todos estaban rodeándolo y mirándolo como si fuera un extraterrestre?

Sunghoon carraspeó algo cohibido.

— ¿Estás bien? —la suave y levemente preocupada voz de Sunoo hizo que sus orbes fueran a parar hacia él.

— Uh, sí, no te p-preocupes. —pudo responder con dificultad. Maldición todo estaba yendo mal.

Sucker for you. ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora