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— Y, entonces... ¿Te parece ir al cine esta noche? —preguntó Sunghoon, disfrutando del fresco viento de aquella tarde.

No importaba donde podría estar, estando al lado del pelinegro todo se veía más bonito y agradable.

Simplemente perfecto.

Sunoo lo miró por un par de segundos, sonriendo brevemente, para luego poner su atención en el cachorro que caminaba al frente suyo, el pelinegro tenía la correa levemente sostenida, dejando que el animalito se moviera donde quisiera.

— Me encantaría —sus ojitos brillaron de manera preciosa.—, pero no puedo dejar al cachorro tanto tiempo. —hizo un inconsciente puchero.— Hemos estado saliendo varias veces durante estas últimas tres semanas, Sunghoonie.

El rubio enrojeció levemente, escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón y mirando sus zapatillas mientras seguían caminando. A pesar de que Sunoo le había puesto ese sobrenombre hace ya varios días, seguía alterando su corazón de manera indescriptible.

Escuchar aquello salir de los hermosos belfos de Sunoo, solo lo dejaba cohibido y descolocado.

Sí. Park sabía de sobra que había caído profundamente.

— Uh, sí, cierto. —alargó la frase con algo de pereza.— Lo hemos descuidado un poco. —esbozó una pequeña sonrisa.

Sunoo solo tendió a corresponderle con otra sonrisa, una más amplia y totalmente sincera.

— A lo mejor llevo mi laptop y descargo un par de películas que estoy seguro que te gustaran.

— Suena bien, pero nada de-

— Ciencia Ficción. —interrumpió.— Eso ya lo sé. —El pelinegro no pudo evitar apreciarlo con la mirada. Las semanas habían pasado y con ellas los días en que Sunghoon pudo congeniar de una manera casi perfecta con Sunoo.

Entablaron más conversaciones interesantes y amenas, dejando que la confianza empezara a ascender. Pasaban agradables momentos juntos en el receso, así como Sunghoon siempre esperaba a Sunoo para llevarlo a la universidad y así mismo dejarlo en su apartamento cuando las clases culminaban.

El pequeño cachorrito se había convertido en una parte especial e importante para ambos, uniéndolos -si es que era posible- cada vez más. Compartían ciertos gustos y, si no, se ponían a platicar sobre ellos. Descubriendo que en las ideologías diferentes de cada uno, encontraban algo interesante y atrayente.

Encajando de manera única.

Estaba más que claro todo y Sunghoon solo esperaba el momento perfecto para decírselo a Sunoo.

— De acuerdo. Volviendo a mi apartamento te esperaré con algunos snacks. —comentó el pelinegro.

— Yo traeré las sodas. —culminó plenamente feliz.

Sunoo tomó entre sus manos al cachorro.— Entonces será mejor volver.

— Tienes razón. —el rubio se acercó al más bajo. Acarició sutilmente la cabeza del pequeño y miró fijamente a Sunoo.— Debo irme, volveré a eso de las 8:00pm, después de todo mañana es sábado.

Kim asintió convencido y como siempre, esperó para recibir el suave beso de Sunghoon en su coronilla. Cerrando los ojos y disfrutando del cariño que profundamente sentía cada vez que Park hacía aquello.

Sunoo también lo sabía, y ya no hay marcha atrás.— Nos vemos luego. —amor, pensó Sunghoon con unas grandes ansias de poder decírselo libremente.

꒰ ・ ・ ・ ꒱

El pelinegro trataba de acomodarse el cabello húmedo, producto de una reciente ducha. Puso en orden sus libros en el escritorio y luego observó al pequeño cachorro.

— Bien, es hora de que duermas Maeumi —habló con dulzura, sosteniendo al pequeño para acomodarlo en la camita que junto a Sunghoon compraron especialmente para él.

Unos toques se hicieron presentes en la puerta, Sunoo se reincorporó ansioso, sabiendo muy bien quién estaba afuera.

Lentamente giró la perilla y en efecto, ahí estaba el rubio, con una bella sonrisa reluciendo en su rostro.

Tenía puesto un conjunto de ropa deportiva que aunque debería de quedarle holgada, estas prendas se adherían de manera perfecta en ciertas partes de su trabajado cuerpo.

— Hola Sunghoon-ah. —dijo con simpleza, apegándose al marco de la puerta para que este pudiera pasar.

El rubio quitó la mochila de sus hombros y ni bien entró fue recibido por un par de ladridos agudos y sumamente adorables. Dirigió su mirada hacia abajo, sonriendo al notar que el cachorro se alzaba y sus dos patitas delanteras estaban posadas en su pie izquierdo.

— Hola bebé —habló tiernamente, poniéndose de cuclillas y cargando a Maeumi. Sunoo sonrió ante la imagen tan dulce y tomó la mochila de Park, llevándolo a la cama y sentándose ahí.

— Espero hayas traído buenas películas. —dijo con entretención. Abriendo la mochila con paciencia. Sunghoon dejó que el cachorro reposara en uno de sus brazos y con cierto cuidado se levantó hasta sentarse al lado de Sunoo.

— Estoy seguro que van a gustarte. —aclaró suavemente, besando la frente del pelinegro con calidez.— Ve sacando las cosas, parece que Maeumi me ha extrañado mucho durante estas horas.

El pelinegro asintió y se dispuso a acomodar todo.

Realmente sería una desvelada agradable viendo películas en la cama. Llevó la laptop cerca al pateadero junto al six pack de sodas de lata. Se levantó nuevamente para esta vez traer las dos bolsas mediana de snacks.

— Ven dame a Maeumi. —estiró sus manos, obteniendo al cachorrito.— Ahora sí, pon alguna película.

Sunoo se quitó lentamente los zapatos, acomodándose en la cama y sentándose en forma de flor de loto, colocando a Maeumi en la abertura que había entre sus piernas.

— Listo, ya casi empieza. —comentó Sunghoon. Quitándose las zapatillas y acomodándose mejor en la cama.

Sunoo sonrió, sintiendo como sus mejillas se ruborizaban brevemente al notar que Park se sentaba detrás de él, reposando su espalda en el respaldar de la cama y poniendo los bocadillos cerca de ambos. Sus piernas se rozaron con timidez ahora y los brazos de Sunghoon rodearon sutilmente su fina cintura.

— Maeumi ya se durmió. —susurró el pelinegro, volteando levemente su rostro para ver al rubio, pero no tomó en cuenta que tan cerca estaban.

Sunoo sintió como su corazón latía fuertemente, perdiéndose en aquellos preciosos orbes almendrados, tan profundos y brillantes. Sunghoon sonrió, abrazando la cintura del pelinegro y acercando su rostro al adverso.

Su mirada no reflejaba nada más que un amor puro e inmenso como la constelación de las estrellas.

Y pasó. Por segunda vez se fundieron cálidamente en un suave beso. Acariciando los labios contrarios con parsimonia y una bella danza acompasada que hacía que sus corazones golpearan frenéticamente contra sus pechos.

Maravilloso. Mágico. Un simple contacto que generaba un dulce deleite.

Separaron sus rostros lentamente, sonriendo al instante, uno más tímido que el otro.- Veamos ahora la película, Sun. -susurró Sunghoon, besando la sonrosada y caliente mejilla del pelinegro.

Sucker for you. ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora