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El clima de aquella tarde favorecía para la ocasión. Sunghoon decidió llevar a Sunoo una vez más, en su motocicleta,dándole el casco para que este pudiera protegerse en cualquier caso.

El rubio no podía borrar la sonrisa que tenía plasmada en su rostro, jamás pensó que podía sentirse así de feliz.

Sunoo simplemente se abrazó a él, rodeando su torso y observando como todo a su alrededor parecía quedarse quieto ante la rapidez en la que Park manejaba. Nunca antes se había subido aun vehículo individual como ese, pero la sensación era tan fresca y le hacía sentir tan libre que poco a poco empezaba a gustarle.

Unos minutos más faltaron y Sunghoon logró estacionar la moto frente a un pequeño local de heladería. Hace poco había ingresado y tanto la atención como la calidad del producto fueron buenas.

— Llegamos. —habló con suavidad, esperando a que Sunoo bajara primero.

El pelinegro se sacó el casco y murmurando un gracias se lo volvió a entregar a Sunghoon, quien quedó embobado al ver la carita preciosa que Sunoo poseía.

Kim decidió no sacar sus lentes, después de todo no eran tan necesarias ahora que no habían clases de por medio.

— ¿Sunghoon? —preguntó, topando su mirada accidentalmente con la del rubio. Se avergonzó al darse cuenta que estaba observándolo fijamente.— Sunghoon. —volvió a pronunciar, tocando levemente su hombro.

— Uh, yo... —rápidamente parpadeó y moviéndose con nerviosismo, logró caerse de la motocicleta de la que no se había tomado la molestia de levantarse.

— ¡Dios! ¿Estás bien? —preguntó con preocupación. Yendo hasta su lado y poniéndose de cuclillas.

— S-sí, estoy bien, estoy bien. —fue lo único que pudo responder al sentir a Sunoo demasiado cerca de él. No podía evitarlo, el pelinegro lograba descolocarlo por completo.— Ah, soy un tonto. ¿Verdad?

— Claro que no. —negó levemente con la cabeza, un acto completamente tierno para el rubio.

¿Podía derretirse ya?

Sunghoon sentía el dulce perfume que emanaba Sunoo, su angelical rostro estaba tan cerca que lo único que anhelaba era besarlo con lentitud y ternura.

Suspirando con profundidad logró sonreírle levemente, siendo correspondido de manera instantánea y algo apenada. Sunoo sintiendo la tensión, logró levantarse, acomodando su mochila y tomando cierta lejanía al fin.

Sunghoon volvió a bajar la mirada, tratando de calmar los leves nervios y no seguir comportándose de manera tan rara.

— Yo creo que eres muy lindo así. —respondió con voz baja y cuando Sunghoon se reincorporó a su lado, solo volvió a sonreírle.

— Gra-cias. —logró pronunciar y torpemente colgó el casco en el manubrio de la motocicleta.— Mejor avancemos. —rodeó la cintura de Sunoo pero sin tocarla exactamente, y con su otro brazo indicó el lugar.

El pelinegro fue el que abrió lentamente la puerta, haciendo que un timbre que yacía colgado en el marco, sonara de manera linda. Sunghoon contempló un par de segundos más el precioso rostro de Sunoo y luego se alejó dándole más espacio, señalando esta vez alguna pequeña mesa del lugar.

Rápidamente una jovencita vino a atenderlos, con una amplia sonrisa y un envase con servilletas adentro.

— Muy buenas tardes para la hermosa pareja. —comentó con alegría. Haciendo que los rostros de ambos se sonrojaran efusivamente.

— N-no, disculpe. —intentó hablar Sunoo.

— No se preocupe, aquí respetamos a los clientes porque ellos son nuestra prioridad.

Sunghoon jamás creyó que hubiera más oportunidades para sentirse así de avergonzado. Carraspeó levemente y trató de sonreír, el pelinegro solo tendió a bajar la mirada hacia la mesa.

— Supongo que, gracias. —respondió.— Queremos pedir algo ya, por favor.

— De acuerdo, no se preocupen. ¿Les doy una carta o ya tienen en mente lo que quieren?

— Ah, espere. Sunoo. —tomó con cierta delicadeza una de las manos que el pelinegro tenía en la mesa, solo para poder llamar su atención.— ¿Quieres alguna carta?

— Sí, me parece bien. —habló sintiéndose cohibido. No podía evitarlo.

La joven al escucharlo fue rápidamente a la caja principal, tomando dicha hoja y entregándola a Sunoo.

— Tomen su tiempo, volveré en el primer llamado. —hizo una leve venia y se fue a atender otra mesa.

— De verdad lo siento, pero ella... —se limitó, no sabía que más decir. Lo último que deseaba era incomodar al pelinegro.

— No te preocupes, la nena no sabía nada. Simplemente dejemos ese tema. —el rubio asintió más aliviado.

— Y bueno. ¿Qué vas a pedir?

— Algunos precios están elevados, optaré por algo simple. —respondió mientras leía la carta, haciendo un pequeño mohín.

— ¿Qué? —Sunghoon frunció levemente el ceño.— No hay problema en eso. Yo fui el que invitó y yo me encargaré de pagar. —sonrió levemente.

— Es muy lindo y amable de tu parte, pero n-no puedo aceptarlo.

— ¿Por qué?

— Uhm, solo pienso que es demasiado.

— No es nada. —dijo con rapidez.— Yo... yo pago por esta vez y en o-otra ocasión lo haces tú. ¿Qué te parece? —Sunghoon sabía que se estaba arriesgando a un posible rechazo, mas nada perdía intentándolo.

Sunoo bajó la hoja y lo miró unos instantes. Sabía las intenciones con las que había dicho aquello.

«¿Una salida más?» —pensó.— «¿Sería algo bueno?»

— Solo recalco si así tú lo quieres. —agregó, con un pequeño ápice de esperanza. ¿Cuánto no daría por tener más salidas con Sunoo? Ni siquiera Park podía contarlo.

"Las oportunidades suelen darse solo una vez en la vida." —recordó a Yang.

— ¿Te parece bien? —Sunoo observó aquellos profundos y brillantes orbes almendrados. ¿Cómo negarse ante una mirada tan preciosa?

— Entonces que así sea. —respondió, para luego sonreír ampliamente. Mostrando sus pequeños y adorables dientes a la par que su rosada encía. Un aspecto totalmente adorable que alteraba los latidos de Sunghoon.

— ¡Gracias! —no ocultó su emoción, esbozando una gran sonrisa.

«Tiene un eyesmile tan especial»

— A ti por esto.

— No te vas a arrepentir. —habló con felicidad genuina.

— Ya empiezo a creer que no lo haré. —concluyó.

Sunghoon volvió a mirarlo con adoración, todo él picaba en ansiedad por querer abrazarlo fuertemente.

— ¿Y entonces que pedirás, Sun? —titubeó un poco.— ¿P-puedo decirte así?

— Claro, no veo el problema. —volvió a tomar la carta.— Por hoy solo quisiera una porción de helado de chocolate y fresa.

— ¿Son tus favoritos?

— Es lo que más amo en este mundo. —bromeó, sonriendo levemente.

— ¡Bien! —levantó la mano, llamando la atención de la jovencita.

— ¿Y cuál es el tuyo?

— Todo el mundo ama el chocolate y pues yo también. —se encogió de hombros con diversión.— Aunque también adoro el de lúcuma y vainilla. Ah, ya se me está haciendo agua la boca, voy a pedir ahora mismo.

Park agitó más su mano y Sunoo sonrió con ternura ante su comportamiento, sumando a que notó que las manos de Sunghoon eran totalmente diferentes a las suyas.

Estaba seguro que sería una buena tarde.

Sucker for you. ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora