16

2.6K 377 137
                                    

—Sunghoon, espera un momento. —puso ambas manos a la altura de los hombros del rubio y se separó lentamente. Sunoo se sintió totalmente descolocado al ver los ojos acuosos del rubio. Jamás había pasado por algo parecido y no sabía exactamente qué hacer.— Hey. ¿Estás bien? No te pongas así.

Un ligero sollozo se escuchó, alarmando de inmediato al pelinegro y es que no faltaban los chicos metiches que se metían en situaciones que no le correspondían.

—Sunghoon, por favor, cálmate. Nos están viendo, no hagas eso. —susurró cerca de él, tomándolo del brazo.

—Es que yo ya no quiero ser así, yo quiero cambiar p-por ti. —sorbió de su nariz y lo miro fijamente.

Las mejillas de Sunoo se encendieron con un fuerte color carmesí. No entendía cómo podía decir esas cosas tan a la ligera.

«De seguro lo hace siempre.» su subconsciente le respondió. Dejándolo levemente decepcionado porque podía ser muy cierto y él quería tenerlo como amigo.

Sunghoon solo estaba jugando.

—Uh, lo harás, sé que podrás. Pero no lo hagas por mí, sino por ti mismo. —comentó suavemente. Sunoo iba a decirle algo más, pero la campana pegada en lo alto de una columna, lo alteró. ¡Iba a llegar tarde!

Soltó el agarre que tenía en Sunghoon y acomodó la correa de su mochila.

—Yo tengo que irme, hasta luego. —habló rápidamente, para luego irse corriendo.

El rubio intentó tomar su mano, pero ya era muy tarde. Sunoo ya se había ido.— Me gustas, me gustas mucho. —bisbiseó quedo y algo triste.

Park se limpió las pequeñas lágrimas de sus mejillas con la manga de su chaqueta y algo cabizbajo y con desgana se fue al salón donde le correspondía la clase de Literatura. No tenía ganas de nada que no fuera ir a su casa y dormir hasta quitar los estragos en su corazón. Al menos solo le faltaba dos horas y podía largarse al olvido por todo el fin de semana.

—Me odio. —murmuró enojado consigo mismo.

꒰ ・ ・ ・ ꒱

Sunoo descansaba plácidamente en su adorada cama, ni bien terminaron las clases se dirigió a su apartamento y avanzó algunas tareas hasta las once de la noche.

Luego de ello, sintió que sus ojos ardían producto del sueño que se colaba por su organismo. No lo dudó mucho y luego de darse una relajante ducha, se acomodó entre sus sábanas. Asegurándose que podría hacer las tareas mañana ya que sería sábado.

Sin embargo, no contó con que su celular sonara insistentemente en la mesita de noche. El pelinegro gruñó disgustado y muy a su pesar tuvo que reincorporarse hasta tomar el móvil en su mano. Sus ojitos se expandieron entre sorprendido y molesto.

—¿Quién puede llamar a la 1:50 de la madrugada? —murmuró, jurando mandar a volar a quién sea que había interrumpido sus preciadas horas de descanso.— ¿Aló?  —dijo con la voz algo alzada.

¿Es usted un tal Sunoo?el pelinegro tuvo que alejar el móvil de su oreja porque aquel tipo había gritado y de fondo podía estar seguro que se escuchaba música a un volumen alto y realmente exagerado.

—¿Quién es?contraatacó, no reconocía la voz del otro tipo y tampoco quería arriesgarse a darle su identidad.

¿Conoce a Park Sunghoon, verdad? Soy uno de sus amigos.

—¡¿Qué?!  —frunció el entrecejo claramente confundido.— Si esto es una trampa o una broma de mal gusto, les aseguro que-

¡No, no, no! Por favor, tiene que creerme. Sunghoon es mi amigo y hoy con un grupo fuimos a beber. Ahora está demasiado ebrio y no quiere moverse de su sitio. Solo dice: Sunoo, Sunoo y más Sunoo.

—¿Cómo diablos consiguió mi número?

Busqué en el celular de Sunghoon y lo tenía agendado. Así que preferí llamarlo, quizás usted le haga cambiar de parecer.

—¿Agendado? —Sunoo estaba totalmente seguro que nunca le dió su número de teléfono a Sunghoon. Lo pensó mejor. Jungwon. El pelinegro gruñó por lo bajo, ya luego le reprocharía a su amigo por haberle dado su número telefónico.— ¡Ah! ¡Es demasiado tarde! Lo lamento pero-

Se lo pido, por favor. Yo necesito volver a mi casa pero no puedo dejar a Sunghoon aquí. Es demasiado necio que no quiere ni moverse.

Sunoo cerró los ojos tratando de pensar las cosas bien.

Sabía que se arrepentiría después, pero tampoco podía dejar solo al extraño rubio, su consciencia no lo dejaría en paz.— Dios. Está bien, voy para allá. Envíeme la dirección por mensaje.

Ya mismo. ¡Gracias!

Y sin más, Sunoo tuvo que levantarse para quitarse el pijama y ponerse ropa que evite hacerlo temblar de frío cuando salga a la calle. En un par de minutos le llegó el dichoso mensaje, tomó su billetera y junto a su celular emprendió camino.

Solo esperaba a que Sunghoon se recuperara, le iba a dar una reprimenda por ser tan irresponsable.

꒰ ・ ・ ・ ꒱

Cuando Sunoo bajó del taxi, jamás espero ver lo que justamente ahora está viendo. Rápidamente pagó y se dispuso a caminar hacia las afueras de aquel local, donde Park Sunghoon estaba nada más ni nada menos que en el techo de un automóvil estacionado, gritando y totalmente ebrio hasta por los poros.

—¡Kim Sunoo, me gusta! ¡Me gustas mucho, maldita sea! —gritaba fuertemente, maltratando sus cuerdas vocales.

Y Sunoo, bueno él no sabía ni cómo cubrirse el rostro totalmente sonrojado.

—¡Hola! ¿Eres Sunoo? Dime que sí. —un chico moreno, mucho más alto y de marcados hoyuelos al sonreír por verlo, se puso frente a él.

—Yo, uhm, sí soy yo.

—Un gusto, mi nombre es Jay. —le extendió la mano y el pelinegro correspondió al saludo.— ¡Gracias por venir! En serio, ya no sabía cómo hacer para calmarlo, estuvo llorando hace más de una hora y justo ahora se puso a gritar.

El rubio seguía llamando la atención de todos ahí.

—¡Soy un tonto por ti, Kim! ¡Soy un total tonto! —tiró al suelo la botella de cerveza, haciendo que esta se rompiera en miles de pedacitos. El bullicio era insoportable.

—¿Siempre hace estas cosas? —preguntó Sunoo algo avergonzado.

—No, para nada. Simplemente bebemos, cantamos y reímos de nuestras anécdotas. Hoy nos invitó estando algo desanimado y ahora está así. Sunghoon tiene buena resistencia al alcohol pero cuando menos nos dimos cuenta se había excedido totalmente. No lo comprendo, intenté preguntarle pero no me dijo nada.

—¡Ah, nunca he lidiado con alguien así de ebrio! —su leve grito fue lo suficiente como para que Sunghoon pudiera identificarlo.

—¡Sun! —sus ojos se abrieron desmesuradamente y no dudó en intentar bajar.

—¡Mierda, se va a caer! —expresó el moreno con miedo, corriendo hasta el automóvil.— ¡Ya Sunghoon, espera! Toma mi mano e intenta bajar con cuidado.

En un par de segundos, ni bien el rubio pudo volver a tocar el suelo, fue apresuradamente hacia Sunoo con los brazos extendidos. Rodeando su cintura y pegando su rostro en aquel blanquecino cuello.

—Estás aquí~ estás aquí conmigo. —fue lo que susurró estando medio adormilado.

Sucker for you. ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora