Narra Alonso:
Me desperté por el agua que cayo en mi cara, abrí los ojos, el estúpido de Alfredo me había despertado.
-Alonso, apúrate te quedaste dormido -río.
-¿Qué hora es? -me tape de nuevo con la sábana.
-7:56 am.
-¿¡Qué!? -grite.
Me levanté inmediatamente de la cama y saque del armario unos jeans, una camiseta verde y por último mis tenis Nike color blanco. Con todo esto en la mano me dirigí al baño lo las rápido posible e hice mi aseo personal.
Luego de unos minutos salí de este, Alfredo estaba sentado en su cama.-¿Nos vamos? -pregunto.
-Eso no se pregunta -sonreí.
Bajamos las escaleras con nuestras mochilas en los hombros, Alfredo tomó las llaves de su auto.
Nos demoramos unos ocho minutos en llegar a la escuela, Alfredo se estacionó y bajamos rápidamente. Empezamos a correr por los pasillos hasta que la
secretaria nos llamo.-¡Villalpando y Rodriguez! -grito.
-Estamos en problemas -susurro Alfredo para nosotros dos. Nos dimos vuelta ya que estábamos de espalda, y
sonreímos amablemente para la secretaria.-¿Nos llamo? -pregunte.
-Por algo nos paramos, idiota -río Alfredo.
-Están castigados -dijo la secretaria.
-¿¡Por qué!? -gritamos al unísono.
-Primero llegan tarde... -la interrumpí.
-¿Nos va a castigar por llegar tarde?
-Déjeme terminar joven Villalpando -me fulmino con la mirada-Segundo porque están corriendo por los pasillos, debieron pasar a la oficina primero a
que dirigirse al salón de clases.-Entonces, ¿cuál será nuestro castigo? -pregunto Alfredo.
-Quedarse en la sala de castigados durante las jornadas de clases, después que terminen estas se podrán ir -sonrió.
-¿No vamos a tener receso? -bufé.
-No, ahora síganme -empezó a caminar. Alfredo y yo nos pusimos un poco alejados de la secretaria pero la estábamos siguiendo.
-La sala de castigo es la peor -susurro Alfredo enojado.
-¿Por qué? -pregunte.
-Ya verás. La secretaria paró de caminar y abrió una puerta, nos miro y apuramos el paso hasta que entramos
a la sala de castigo.-Espero que les vaya bien, adiós.
Mire la sala, todos estaban lanzando papeles, algunos durmiendo y chicas pintándose las uñas, maquillándose o leyendo revistas.
-¿Dónde nos sentamos? -Alfredo de cruzó de brazos.
-Allá -señale los dos puestos de al fondo.
Caminamos hasta llegar a ellos, coloque mi mochila en el respaldo de la silla y me senté.
-¿Qué hacemos ahora? -fruncí el ceño.
-Dormir -río Alfredo.
-¿Quienes son ellas? -pregunte señalando discretamente a unas chicas que nos estaban mirando.
-Son del tercer año, ignóralas.
Pasaron unos minutos y las chicas nos seguían mirando, me sentía un poco incómodo. De la nada ellas se empezaron a acercar a nuestros puestos que se encontraban al fondo,
apreté el brazo de Alfredo para que se "despertara".