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Vale, una cosa antes que nada, enserio, NUNCA, PERO NUNCA OS MUDEÍS, ¿sabéis el sufrimiento de llevarlo todo tú?

Hace meses que me quería ir de mi casa para entrar a la universidad, pero..., tenía que viajar a otro país a estudiar cosa que mi madre me negó rotundamente.
Me costó convencerla y aquí estoy, en el campus de mi ahora universidad la cual tendré que estudiar tres años.
Llevo una semana completa para deshacerme de estas malditas cajas de cartón, parece que nunca se acaban.

Termino de acomodar las cosas que van en el escritorio y miro como el resultado final no quedó tan mal.

Estiro mi espalda hasta que siento como cruje y me doy la vuelta para ir al baño a ducharme, estaba agotado y tenía que ir a clases.
Genial, que ilusión socializar con gente que no conozco. Nótese el sarcasmo.

Eran las 7.39h, quedaban exactamente treinta y un minutos para entrar a clases.
Me duché lo más rápido posible y cogí lo que había preparado la noche anterior.

Iba a correr a la cocina pero me pegué una bofetada mental; no tengo cocina aquí, es algo a lo que debería de acostumbrarme, aunque si tuviera cocina tampoco la usaría porque quemaría el cuarto entero.
Y todo porque no sé cocinar, mi padre es cocinero pero por lo que veo yo no tengo ese don de hacer que la comida sea comestible.

Salí de la habitación y llegué a las puertas de ese gran edificio, era mucho más grande que las universidades de mi ciudad.

Las personas parecían conocerse y eso es algo que me dio un poco de ansiedad, no me gustaba ser el nuevo.

En el camino noté que estaba llevo de vida, tanto de personas como de vegetación, mirara donde mirara había árboles y césped.
Entré al edificio después de admirar la decoración antigua que residía en sus puertas y me dirigí a la primera puerta que encontré y por suerte era la de secretaría.

—Perdone... —la mujer que estaba se dio la vuelta, parecía alguien amable y joven— ¿Me podría decir dónde se encuentra la dirección?

—Claro joven, está en el edificio de atrás, al entrar verás una puerta a la derecha donde pondrá dirección.

—Gracias —sonreí y repitió el mismo gesto.

Me dirigí a donde ella me indicó, la verdad es que desde la parte delantera solo se veía un edificio pero ahora que veía la parte de atrás me daba cuenta que en total eran tres y un campo de fútbol bastante grande junto a una pista de atletismo.

En el campo de fútbol había personas corriendo, supongo que será el equipo de esta institución.

Llegué a la puerta y llamé pero nadie respondió, volví a llamar y está vez si escuché un "pase".

Cuando entré me fije en la mujer que se acomodaba el vestido para levantarse de la silla, la miré, ella solo me sonrió y salió de allí dejándome a solas con el director.

—Buenos días joven, ¿quiere algo?

Esa pregunta hizo que elevará mis cejas, es obvio que quería algo porque o si no no me hubiera molestado en venir.

—Si, me envió un correo hace unos días para que pasará a por mi horario ya que hubo problemas con la matrícula y tuve que cambiarla.

—Cierto. ¿Es Oliver Mcloth? —asentí— La próxima vez debería leer bien antes de darle a enviar, las matrículas son algo serio para estar jugando con ellas —Asentí, no podía creer que por un simple error estuviera echándome la culpa de todo, cuando es la misma página web la que no esta bien configurada— Bien ahora que esta todo solucionado, hay otra cosa que queria comentarte, tendrás que escoger un club, por lo que veo pareces tener bien físico, ¿fútbol?

•°MI PEQUEÑA PERDICIÓN°• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora