Alan y Dylan corrían de un lado a otro de la mansión, los padres se habían ido de viaje y la niñera estaba cansada de ir detrás de los niños.
—¡Dylan ya estas mayor para este tipo de juegos! —gritó por decima vez en el día—. ¡Alan!
Alan reía mientras que su hermano esquivaba a la niñera. Su hermano era el ejemplo a seguir cuando estaban sus padres, un niño bueno y educado. Le gustaba leer, estudiar y no se metía en ningún problema. De mayor sería el chico perfecto. Alan era el rebelde de los hermanos e incitaba al hermano cuando no estaba sus padres a ser igual que él. Quería que su hermano se divirtiera y no estuviera siempre encerrado en su cuarto, así que aprovechaba estos momentos para pasar tiempo con él.
—¡Corre Dylan! —Alan fue tras su hermano y lo agarró de la mano para correr hacia el jardín—. ¡No nos atraparas!
Llegaron al jardín, demasiado grande. Estaba lleno de flores y huertos de su madre.
Alan corría y miraba hacia atrás de vez en cuando para ver si les seguía persiguiendo hasta que no vio una maceta y tropezó con ella haciéndole caer al suelo.
La flor se cayó al suelo y la maceta se rompió en pedazos. Él chico al levantarse no notó un trozo de cerámica afilado que había saltado de la ahora maceta rota la cual penetró en la piel fina del hermano de Dylan creándose una herida profunda.—¡Alan!
Dylan se acercó asustado al ver toda la sangre que salía del brazo de su hermano, llamó a la niñera y está vino corriendo.
Tuvieron que llevarlo al hospital, le tuvieron que poner unos 6 puntos, al llegar a la casa se fue a su cuarto sin rechistar con los ojos enrojecidos de llorar.
A las pocas horas los padres de los chicos llegaron del viaje tras recibir la noticia de su hijo menor. Al entrar en la casa la madre se acercó a la niñera y sin pensarlo dos veces le abofeteó.—Te quiero fuera de mi casa ahora mismo —su voz era autoritaria y sin vacilación la niñera asintió.
La mirada de la madre fue al cuerpo de su hijo mayor que se encontraba acurrucado en el sofá mirando la escena.
—Dylan ven aquí —fue una orden directa y el chico acató su orden.
—¿Qué ha pasado? —preguntó el padre con las manos en forma de puños—. ¿No tenías que cuidar de tu hermano? ¿Qué le hiciste?
—Estábamos...Jugando y entonces... —el niño apenas podía hablar, las lágrimas salían de sus ojos sin poder detenerlas—. Tropezó y rompió la maceta de porcelana...
—¡¿Qué hizo qué?! —dijo la madre gritando mirando hacia su jardín—. ¿Cuantas veces os dije que no juguéis en el jardín?
Se agachó a su altura y lo sacudió fuertemente mientras le gritaba. Dylan lloraba, no sabía que había hecho mal porque nunca le había pasado, nunca le habían reñido hasta entonces.
Su padre se acercó a él y lo agarró fuertemente del brazo para tirarlo al suelo.—Aprenderás la lección por las malas —su padre sacó una pequeña navaja que llevaba encima y la acercó a su brazo—. Si tu hermano sale herido, tu saldrás herido el doble, ¿entiendes? —De su boca solo salían llantos, no sabía que estaba pasando—. ¡No llores! Te he dicho que si has entendido.
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•°MI PEQUEÑA PERDICIÓN°•
Teen FictionUn chico nuevo decidido a cumplir su sueño de entrar en UNIÓN DE DEPORTES Y DANZA , una competencia donde solo entran los mejores , no dejará que nadie lo trate de menos y dará todo de sí para conseguir lo que quiere. Un popular que sólo piensa lle...