23/DYLAN

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Observé a Oliver de lejos, esta era su lucha, por lo que ensayó tantas veces. 
Miré por detrás de las cortinas viéndolos bailar y aunque creí que sería un desastre por el poco tiempo que llevan, he de decir que la danza me hizo perder la vista de todo lo que había alrededor, no había nada más a parte de ellos y la música.

El sonido del teléfono me hizo salir de aquel  sueño en el que me estaba metiendo.
Era hora de irse, no lo vería terminar pero estaba seguro de que pasarían esta fase.

Salí lo más rápido que pude y me monté en el coche de James, lo primero que tenía que hacer era llegar a mi casa y devolverle el coche a él para coger mi moto.

La moto en la cual tuve el accidente, la Ducati panigale V4 de color negro.
La había llevado a arreglar después de salir del hospital y ahora estaba como nueva.
Hacia tiempo que no la cogía y ya era hora de estrenarla de nuevo, la echaba de menos.

Llegó a su garaje y aparcó el coche. No podía tardar más tiempo, James le esperaba arriba.

—Ryan —Escupí cuando lo vi junto a James—. ¿Qué haces en mi casa?

—Dylan será mejor que te sientes —Ryan se levantó serio y miró a James para luego volverlo a mirar—. Tengo algo serio que decirte y no te va a gustar.

—¿Qué ha pasado? No te andes con rodeos, no tengo tiempo para tus mierdas.

—Tus padres han tenido un accidente.

—¿Por qué no se me ha informado antes? —dije furioso agarrándolo del cuello—. ¿Cuándo a sucedido?

—Esta mañana temprano, tus padres iban de camino al cementerio.

—Mierda —dije dándome cuenta de que hoy debía ir con ellos para ver la tumba de mi hermano—. ¿Están muy graves?

—Me temo que si, me dijeron que lo más seguro es que no sobrevivirán, aunque podría pasar cualquier cosa.

Le tiré las llaves del coche a James y salí de mi casa dejándolos allí. Debía ir al hospital.

No tardé más de quince minutos, ir en moto era mas rápido que ir en coche por el simple hecho de que podías adelantar a los coches sin entorpecer.

Aparqué la Ducati y corrí hacia el edificio buscando a una enfermera.
Llegué al mostrador y había una mujer mayor en el ordenador.

—¿Sabe dónde está el señor Bernens y la señora Hans? —pregunté rápidamente sin respiración—.

—¿Eres familiar? —asentí y la mujer me dio un papel para rellenar— en ese caso tendrá que rellenar esta hoja, sus padres...lo siento mucho pero llegaron muy graves y es mejor que se ponga en lo peor.

Solo rellené la hoja lo más rápido posible e ignoré a la mujer, se que su intención era buena pero mi mente solo pensaba en mis padres. Si morían mi única salida que tenía la perdería, sin ellos sería yo quien tendría que ocupar su lugar como el siguiente en la línea sucesora. Sería el jefe.

Antes de irme la señora me indicó la habitación donde se encontraban y aunque lo escuché a lo lejos pude llegar sin ningún problema.
El médico salía de la habitación cuando llegué y sus noticias no fueron muy positivas.

—¿Señor Bernens? —maldito apellido—. Lo siento mucho pero no pudimos hacer mucho por su padre, falleció hace cinco minutos, le doy el pésame.

Se acercó y posó la mano en mi hombro apretando un poco. Su intento por consolarme fue nulo, no sirvió por el simple hecho de que no pensaba con claridad. Mi padre estaba muerto.

•°MI PEQUEÑA PERDICIÓN°• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora