3 /DYLAN

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Sentí una mano quitándome las mantas, me giré y con los ojos cerrados e intenté encontrar la manta para taparme pero era algo imposible.
Abrí los ojos molesto pero los cerré de golpe, mi madre había abierto la persiana.

—¿Podrías cerrarla? —pregunté estirándome.

Algo que me molestaba era que me despertara una persona que no fuera la alarma, odiaba que entraran a mi cuarto. Sabía que si ella no me hubiera levantado seguiría durmiendo pero estaba cansado de la noche anterior, me había quedado hasta tarde despierto. Madrugar no era mi punto fuerte.
Tenía que admitir que me gustaba dormir, deseaba que llegara las navidades solo para no levantarme de la cama en todo el día, aunque con mi padre vigilándome era algo casi imposible.

—No, ahora levanta o llegarás tarde a tu segundo día.

Bufé y la miré mientras cerraba la puerta de la habitación.
Me senté en la orilla de la cama y me eché el pelo hacia atrás. Me levanté y me dirigí al baño medio sonámbulo.

Miré el espejo y vi mi reflejo en el; estaba sin camiseta y podía ver mi abdomen con algunos golpes y cicatrices. Era algo que veía todos los días y me frustraba ya que tenía que ver mi cuerpo día a día con marcas echas por otras personas. Pero era algo que no podía cambiar.

Me lavé la cara con agua fría y caminé al armario para coger un pantalón negro simple y una sudadera ancha del mismo color.
Una vez me vestí me volví al baño y me arreglé el pelo.

La casa estaba en silencio algo natural a primera hora, pero era mejor no tentar a la suerte. Me acerqué a la escalera y vi el retrato de mi familia, se hizo hace unos 10 años o incluso puede que más. Ya habia perdido la cuenta. Aparecía mi madre junto a mi padre y mi hermano y yo sonriendo. Suspiré y aparté mi mirada, no era capaz de olvidarlo. Al bajar vi a madre en la sala desayunando sin mi.

—¿No podrías haberme esperado?

—Claro que no, tardas mucho y la comida es fundamental para el organismo.

Se burló de mi y siguió comiendo; a veces quiero decirle que no me robe mis frases pero cada vez que suelta una me hace gracia por la forma en que la dice.
Negué con la cabeza y me senté a desayunar.

A veces la relación con mi madre no era tan buena, la mayoría estábamos discutiendo por cosas de mi padre. Ella le apoya demasiado y no es capaz de ver que algunos asuntos no tienen ni pie ni cabeza. Pero aún así no cambia de parecer.

No pasó más que unos minutos para que mi padre entrara y se sentara a nuestro lado.

A diferencia de mi madre el era más frío y más con personas que no conoce pero ya estoy acostumbrado.
Ambos son como el sol y la luna, en este caso mi madre es el sol, brillante y a veces divertida, la luz de la familia; mi padre sería la luna, frío y solo.
Ya mi me tocó estar en el centro, como el punto medio de un eclipse.

Aunque a veces mi madre puede ser peor que mi padre si no se hace lo que ella quiere o incluso si logran meterse con ella... Mejor no estar cerca.

Uno de los hombres de mi padre se acercó y le dio unos documentos para luego marcharse. Ya tenía que ser importante para interrumpir nuestra comida.

No me quedé a averiguar lo que era ya que no quería llegar tarde a clases.

Me levanté de mi silla y cogí la mochila y sin despedirme salí de la mansión.
Encendí el coche y como costumbre fuí a una velocidad algo alta pero no me importaba ya que no quería llegar tarde.

Aparqué y vi a mis amigos bajando de sus coches; James, mi mejor amigo, bajaba de su bugatti rojo y Ryan bajaba de su bugatti negro.
Fue una coincidencia que tuvieran la misma marca de coches. Sin embargo el mío era un lamborghini negro, regalo de mi querido padre, siempre queriendo destacar como buen padre.

—Hola Berners —saludó James con saludo de mano.

—Hola chicos, ¿qué tal el día de ayer?

—Regular —respondió Ryan con una mueca— Sara me dejó plantado a última hora

James y yo reímos y negamos con la cabeza, Sara era su hermana, tenía un problema de audición y ayer deberían de haber ido a ver una película, una que ella pudiera ver.

Sara es una buena chica, aunque la mayoría de las veces le hace bromas a Ryan.
No sabemos mucho sobre ella porque Ryan no nos cuenta nada respecto si vida, pero si es verdad que la hemos visto dos o tres veces y es una chica única.

Pasamos las dos primeras clases hablando entre nosotros y tirandonos bolas de papel como niños pequeños.
En la tercera hora Ryan se quedó dormido y James intentó prestar atención a lo que la profesora decía ya que esta asignatura se le daba un poco mal.

Me quedé embobado mirando por la ventana, estaba pensando cuando sentí que me llamaban, era James. Había tocado el timbre y no me había enterado.

Nos dirigimos a la cafetería para comprar los bocadillos y luego nos sentamos debajo de un árbol para empezar a comer.

—Este año hay muchas personas nuevas —afirmó Ryan viendo a estas—. Y ha llegado a mis oídos que vuelve el club de baile.

—Si, también me enteré.

—¿Cómo que club de baile? ¿No lo habían cerrado? —dijo James molesto.

—Son los de primero —Fue lo único que contesté.

Claro que era para estar molestos. Hicimos un trato con el director, el cerraba el club y nosotros intentaríamos llegar a la competición, llevamos dos años intentándolo y no podemos dejar que ellos entren antes que nosotros y menos si son los nuevos. Eso haría que la dignidad del equipo de fútbol quedara por los suelos.

—No creo que entren, la selección de grupos para danza es dentro de poco —dije intentando convencerme más a mi que a los demás.

—En todo caso hay que estar atentos — afirmó Ryan levantándose del césped—. Volvamos a clases, quiero joder al profesor de fundamentos de economía y finanzas

—¿Por qué tiendes a decirlo con misterio con ll facil que es decir fef?

—Al decirlo completo suena más...como decirlo...más sofisticado —dijo imitando poses elegantes que hizo que nos rieramos.

Sonó el timbre para la última clase pero era la tutora por lo tanto al estar a principio del nuevo curso tuvo que irse a mitad de la clase a una reunión; como no iba a volver decidimos irnos.

Andamos un rato por los pasillos hasta que nos aburrimos y decidimos hacer una carrera desde la puerta de la institución hasta el campo de fútbol. El perdedor debería pagar el almuerzo.

Como los demás estaban en clases se encontraba todo vacío y se hacía más fácil porque no teníamos que estar pendiente de chocarnos.

Ryan estuvo a punto de ganar pero James y yo logramos alcanzarlo haciendo que llegáramos los tres a la vez.

Al llegar vimos que estaban los de primero en educación física; que año les queda con ese profesor, lo llegue a odiar tanto que un día tuvimos una fuerte discusión y estuvieron a punto de echarme del equipo de fútbol.

El timbre sonó dando por terminado el día de hoy y todo parecía ir bien; ellos se irían y nosotros nos pondríamos a jugar un rato.

Uno de los chicos se giró y empezó a pegarle a otro, parecían de la misma altura y tenían casi el mismo físico pero lo malo es que uno de los chicos estaba siendo ayudado por otros dos estudiantes.

Vaya con los de primero, segundo día y ya hay una pelea; han roto mi récord y eso era algo imposible.

—Vaya, creo que los de primero quieren romper las reglas —soltó Ryan mirándome—. Hay que enseñarles su lugar

—No te pases Ryan, solo es una pelea entre ellos —dijo James empujandole en el hombro de broma.

—Primero el club de baile vuelve y ahora, siendo segundo día pelean, ¿qué crees que pasará dentro de un mes? —explicó molesto—. No pienso dejar que unos niños tomen el control

No me importaba mucho lo que hicieran pero conozco a Ryan y si no le ayudamos, lo hará solo y prefiero saberlo y estar presente por si se pasa de la ralla poder pararlo.

—Bien, daremos solo un aviso —sentencié serio.

•°MI PEQUEÑA PERDICIÓN°• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora