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Solo tengo un solo pensamiento y es matar al imbécil que está a mi lado en la oficina del director.

Después de la última clase el profesor nos dejó justo donde nos encontramos ahora y llevamos aquí más de treinta minutos y solo nos repite lo mismo una y otra vez.
Parece un disco que tiene frases limitadas, nos dice q esta mal, nos explica que no podemos pelear mientras estamos en clases ya que le pueden llamar la atención por dejar que eso pase, y vuelve a decirnos que esta mal.

Mi cabeza es un bucle; repito sus frases varias veces en mi mente pero lo único que logro saber es que le importa poco que nos peleemos, lo que de verdad le interesa es que su impecable institución siga siendo eso, impecable, perfecta ante el público.

Cuando hablé con él para abrir el club de baile supe en ese instante que solo me quería para llegar a la competencia porque su equipo de fútbol no lo ha logrado en años y aunque ya cerró una vez el club, no tiene más remedio.
Esta perdiendo la fe en el equipo de fútbol y no es que yo sepa mucho sobre como se juega porque sinceramente no me importa en lo más mínimo. Pero se le nota en el tono de voz que no está muy cómodo con los resultados que están teniendo.

—¿Entendieron?

Mierda, ¿en qué momento nos levantamos y nos dirigimos a la puerta? Salimos y no se lo que ha dicho pero aún así no le pienso preguntar al que va caminando delante de mi.
Mi ego es mucho más grande que mi curiosidad.

Camino a la salida y me topo con la hoja de participantes para el club de baile y me doy cuenta que se han inscrito más personas.
La emoción me gana y recogo la hoja, mis manos sudan un poco. Volvería a la oficina del director para avisar pero acabo de salir de allí y no me gustaría volver tan pronto.

Salgo de la institución y me dirijo al campus con pasos rápidos.
Son las cuatro de la tarde y no me acostumbro ha almorzar tan tarde. Mi estómago ruge y acelero más el paso.

Mis pensamientos hacen que no vea venir un balón el cual me asusta al escucharlo golpear delante de mis pies, doy un paso hacia atrás e intento encontrar al culpable.

Mis ojos viajan por todo el campo de fútbol y encuentro a varias personas, supongo que están esperando para empezar a entrenar. Un chico se acerca a mi, me agacho a coger el balón y se lo paso.
Él solo me mira y hace una mueca para luego marcharse por donde vino.

Mi barriga vuelve a recordarme que debo comer así que no rechisto y sigo caminando.

Cuando entro a la habitación dejo caer mi mochila en el suelo y me voy a la mesita de noche para abrir el primer cajón. Saco un paquete que conservaba por si me pasaba algo parecido a lo de hoy. Conociéndome sabía que pasaría, así que no será la primera ni la última vez que me pase.

Son las once de la mañana y el sonido del timbre retumba en mis oídos, guardo las cosas que saqué a principio de clases y me levanto cargando la mochila en el hombro.

Aunque por fuera intento aparentar estar tranquilo, por dentro estoy más que nervioso.
Ahora me dirigo al club de baile, los que se apuntaron en el papel deberían de estar allí esperándome.

Hoy veré como bailan, tan solo tengo treinta minutos pero apuntaré todo en un folio para que no se me olvide ningún detalle.
Apuntaré los puntos fuertes y débiles de cada uno, aunque primero tengo que ver si son capaces de bailar más de cuatro pasos sin equivocarse.

Llego a la puerta del edificio y veo a cuatro personas, dos sentadas en el suelo y otras dos de pie con el móvil.

Me fijo en el chico que está de pie y me doy cuenta que es Liam, el que está sentado delante de mi en la clase de historia.

—Hola.

Saludo para que noten mi presencia y funciona ya que Liam y la otra chica dejan el móvil y las otras dos se levantan del suelo para prestarme atención.

—Soy Oliver.

—Todos te conocen Mcloth —suelta Liam sin apartar la mirada de mi.

—¿A si? —digo sorprendido.

—A ver... —una de las chicas que están más apartadas se acerca— eres el chico que quiere reabrir el club de baile ¿Quién no te iba a conocer? Tú nombre esta incluso por el aire.

—No lo sabía —susurro impactado.

—Es porqué no se habla abiertamente de ello, si no que más bien todos lo saben pero no se atreven a hablarlo para no tener problemas con los futbolistas.

Asiento lentamente y me acerco a la la puerta del club, abriéndola. Entramos dejando las mochilas en el suelo al lado de los espejos.

Vamos con el tiempo justo así que los organizo; primero irán las hermanas, Mara y Nora, luego Liam y por último Minerva.

Dejo que pongan la música en sus móviles ya que tardaríamos más si encendemos los altavoces.

Voy apuntando todo lo que veo en cada baile que va pasando. Me fijo en las expresiones de sus rostros, movimientos de cuello, brazos, caderas y pies. Absolutamente todo. Y en el caso de las hermanas también me fijo en la coordinación que llevan ambas.

Los cuatro están justo delante de mi intentando mantener el aire al haber acabado de bailar.
Miro los resultados y luego los miro a ellos intentando contener una mueca, pero es imposible.

—¿Qué tan mal salió? —Se atreve a preguntar Minerva al ver mi expresión.

—Nada bien... —susurro intentando que no me escuchen— nos costará más de lo que habia creído.

—Oye se que no bailo bien, pero es porque mi hermana me arrastró hasta aquí —señala a la chica que está a su lado.

—No me acuses, no te gusta ningún club y dijiste que este sería tu mejor opción —recriminó— yo solo advertí que me metería aquí, si no te gusta vete, no te obligo —Nora frunce el ceño y le pega en el hombro a Mara— Y respetame que soy mayor que tú.

—¿Respeto? ¿Qué es eso?

Todos reímos, incluso Mara que parecía estar enfadada.
Vuelvo a mirar los resultados y Liam, el cual me sorprendió, no bailó tan mal. Minerva baila al ritmo pero sus movimientos son flojos y por último las hermanas, no estaban sincronizadas y ahora se la razón pero no puedo juzgarlos a la primera.

—Escuchadme —digo en alto para que dejen de reír— en un mes y poco más tenemos que presentar un baile para la competencia, ¿sabéis eso verdad? —pregunto para asegurarme y todos asienten— bien, tenemos hasta  el martes 2 de noviembre para quitar esos puntos débiles que tenéis y sacar los fuertes.

—¿No es poco tiempo?

—Es poco, pero hay que lograrlo si queremos ganar —digo firme— llevan muchos años prestandole demasiada atención al equipo de fútbol y no han ganado, necesitamos hacerlo por ellos.

—Nos meterás en problemas con Dylan y su grupo... —susurra Liam pero logro escucharlo aunque me quedo callado, no dejaré que nadie se interponga.

—Entonces...¿Quién se atreve a desafiar a esos imbéciles y ser el orgullo de esta horrible institución? —pregunta Mara extendiendo su mano con la palma hacia abajo— Porque yo no dudo en hacerlo.

—Sabes que siempre estaré de tu parte, aplastémoslos —le responde Nora en tono seguro.

—Me apuntó —dice Minerva con una sonrisa— llámenme Mina, Minerva me suena muy formal.

—De acuerdo, hagamos lo imposible, total, ¿qué perderemos? —dice Liam colocando su mano.

Todos me miran y sin dudarlo les sonrió y colocó mi mano. Todos alzamos nuestros brazos.

Este año el club de baile será el orgullo de esta institución.

•°MI PEQUEÑA PERDICIÓN°• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora