Capítulo 1

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Aquella mañana, escuché unos llantos provenientes del piso de abajo. Abrí mis ojos con rapidez, asustada por los fuertes sollozos, me puse unas zapatillas que estaban esparcidas por algún punto de la habitación y me dispuse a ir a la planta inferior.

Bajé las escaleras con tranquilidad, el hecho de que hubiese pasado algo misterioso no era ninguna sorpresa. Normalmente en el pueblo aparecían animales muertos o charcos de sangre, de los cuales nadie sabía la procedencia, y yo, acabé por normalizarlo antes de volverme completamente loca. Cuando apoyé el pie en el último escalón, levanté la mirada y me encontré a la señora Lombardi llorando a mares. En ese momento, mi primera reacción fue correr a abrazarla, pero el dolor de cabeza proveniente de la resaca me lo hizo imposible. Solo pude acercarme poco a poco mientras mi madre repetía la típica frase: "Todo saldrá bien".

A pocos metros pude ver a mi padre en otra sala hablando por teléfono con sus empleados. La familia Fiore es la propietaria de la empresa de productos de belleza más famosa del país y muy conocida en otros.

Mi padre, Alessandro Fiore, se encarga de las fábricas y de sus trabajadores y mi madre, Bianca Fiore, es la encargada de expandir el negocio internacionalmente. Ambos unos grandes empresarios que empezaron con una pequeña tienda y terminaron con un imperio que continúa creciendo a niveles intercontinentales.

Volví a dirigir mi mirada hacia la Sra. Lombardi después de un gesto de saludo y un beso en la frente de mi padre, ella estaba desolada diciendo que, por la noche, Alice había desaparecido.

Cuando esa información llegó a mis oídos, mi primera reacción fue de shock, pero rápidamente cambié mi expresión a una tristeza fingida, estaba acostumbrada a las malas noticias. Pero si me impactó, generalmente, los misterios que rondaban por RedWillow eran sacrificios de animales que, de vez en cuando, manchaban de sangre la estatua del alcalde del pueblo o aparecían en medio de las carreteras.

No me esperaba que la víctima fuese una niña de 5 años, y cuando pensé en mi hermana, ya la estaba visualizando hecha un mar de lágrimas por la desaparición de su mejor amiga.

Anna, mi hermana pequeña, era una niña demasiado empática y una muy buena persona. Aún recuerdo cuando vino a casa llorando porque había visto un gato muerto en la puerta del colegio. Tenía un alma demasiado pura para vivir en este pueblo.

Cuando la Sra. Lombardi salió de la casa, fui a desayunar, me encontraba cansada porque la resaca seguía ahí y hambrienta porque llevaba más de diez horas sin comer. Abrí la nevera para buscar algo que llevarme a la boca, y aunque estaba llena, no me apetecía coger nada, por lo que decidí hacer unos huevos revueltos. Mientras el calor de la sartén cocinaba los huevos y la cafetera empezaba a echar humo, mi cabeza pensaba en la desaparición, en si podría haber otra víctima o si todo volvería a la normalidad.

Cuando terminé mi desayuno, me despedí de mis padres y me quedé sola en casa. Ellos irían a un pueblo cercano y mi hermanita estaba en un campamento durante unas semanas. Decidí volver a mi habitación y revisar mi teléfono. Subí las escaleras, entré al dormitorio y cogí mi móvil, como me esperaba, cientos de mensajes de mis amigas diciéndome lo preocupadas que estaban por la desaparición de la pequeña. Solamente respondí los mensajes con las típicas palabras: "No os preocupéis, estará bien".

Después de un rato, escuché el timbre sonar y bajé las escaleras con la esperanza de que no fuera él. Cerré los ojos y abrí la puerta. Cuando los abrí, suspiré de alivio y abracé a mi mejor amigo. Mario tiene el pelo liso y un poco largo, de color negro, y unos ojos grises en los que cualquier adolescente con las hormonas por las nubes se perdería, era alto y tenía los músculos medianamente definidos. Mario era un chico muy guapo, era el sueño de muchas chicas y chicos del pueblo, en cambio él se centraba en vivir su vida de adolescente sin preocupaciones ni desengaños amorosos, no como yo. Siempre fui muy enamoradiza, me enamoraba de chicos que a la semana dejaban de gustarme, por ese motivo solo tuve una relación seria, la cual se acabó la noche anterior. Subimos al piso de arriba y nos sentamos en mi cama, empezamos a hablar de temas sin importancia hasta que surgió el tema de la fiesta.

―Ayer se lio en la fiesta después de que te fueras. Lo dejaste echo polvo―dijo Mario con un brillo de felicidad en los ojos―Estoy muy orgulloso de ti, lo pusiste en su lugar y te fuiste dejando a todo el mundo sin palabras.

―No fue para tanto, estoy segura de que hará lo mismo con Miriam. A no ser que ella no lo permita―Dije con aire despreocupado.

―Estoy muy seguro de que no volverá a hacerlo, por lo menos con las chicas de la fiesta― Comentó con seguridad―Además, cuando te fuiste Miriam le hizo muchas preguntas, él acabo diciendo toda la verdad y ella le echó la bebida en la cabeza.

Una risa traviesa se escapó de mis labios al visualizar la idea de verlo humillado delante de todos los jóvenes del pueblo, mojado por la bebida y después de que dos chicas cortaran con él.

Continuamos con nuestra conversación, nos reímos un poco más de él y Mario se puso a cocinar. No era por pereza, era porque yo era un desastre para la cocina, cuando cociné por primera vez acabé con harina en partes que ni siquiera conocía de mi cuerpo. En cambio, Mario, era un chico con mucha habilidad culinaria, podría cocinar cualquier plato y siempre le saldrían perfectos.

Unos minutos más tarde, me sirvió un plato de berenjenas a la carbonara, un plato típico del sur del país. Y nos pusimos a comer mientras hablábamos sobre la desaparición de Alice.

―A mí me parece una interesante manera de empezar el verano. Además, si en unos días no aparece, lo más probable es que esté muerta―Solté de manera indiferente.

―No seas tan negativa, es una pobre niña, si no aparece va a ser un golpe muy duro, sobre todo para tu hermana. Ya sabes lo unidas que estaban.

―Mario, tiene cinco años, llorará un par de días, semanas quizás, pero con el tiempo solo será un mal recuerdo.

―Lo sé, pero piensa lo que sufrió con Arianna, y solo era una niña―Dijo Mario con cautela.

―Sabes perfectamente que lo de Arianna fue distinto, y no solo ella sufrió. Las circunstancias son muy diferentes―Comenté un poco a la defensiva y con los ojos mínimamente humedecidos.

―Estate tranquila, la niña aparecerá y nadie va a sufrir. ¿De acuerdo? ―Solamente asentí.

En mi cabeza las voces estaban discutiendo entre ellas, unas me decían que todo saldría bien, que la niña aparecería viva y todo volvería a ser como antes; pero otras voces me gritaban que esto solo era el inicio del fin, y sinceramente, creo que cuando llegue el fin, no seré capaz de controlarme. O me supera o lo destruyo, no existe otra opción.

El bosque Rojo [Amazon Y Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora